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Sábado.
8:30 a.m.

El cálido sol de Hawaii comenzaba a colarse en su habitación a través de las cortinas, dando un mágico brillo a la parte trasera del perfecto cuerpo del castaño, quien aún yacía dormido en la enorme cama con sus apetitosos labios entreabiertos y sus manos unidas bajo un costado de su rostro. Lucía como un hermoso ángel, o al menos eso es lo que creía Zayn, quien ya llevaba varios minutos parado en el marco de la puerta admirandolo.

Malik se había despertado un poco más temprano para salir a hacer unas pequeñas compras y después ordenar el desayuno a la habitación. El carrito con sus alimentos había llegado rápido, pero cuando ya iba a despertar a su marido, quedó hipnotizado al verlo así.

Dejó escapar un gran suspiro enamorado acompañado de una sonrisa, pues sabía que era el hombre más afortunado de la tierra por tener a Liam como su esposo. Se reincorporó y continuó con su corto recorrido hasta la cama, empujando frente a él el carrito con su desayuno.

Subió a la king-size gateando hasta llegar al lado donde el bello ángel descansaba y bajó para besarlo. Chupó con suavidad el grueso labio inferior y después siguió con lentos movimientos hasta que sintió como Liam reaccionaba y correspondía.
—Buenos días, señor Malik  —saludó Zayn sonriente, separándose un poco para poder ver bien a su hombre.

Liam se estiró un poco, gimiendo por tener que levantarse de la cómoda cama y abrió los ojos, devolviéndole rápidamente la sonrisa a su marido.
—Buenos días, señor Payne —dijo el rizado, antes de tomar a su esposo por detrás de la nuca para acercarlo más y para presionar un nuevo y casto beso en sus labios.

—He ordenado el desayuno para nosotros —informó, mientras bajaba de la cama—. Así que toma asiento rápido, amor mío, porque apenas tomemos la energía de los alimentos, tomaremos una ducha para comenzar como se debe con nuestra luna de miel en este paradisíaco lugar.

El castaño amplió su sonrisa mientras se acercaba arrastrando su trasero, con ayuda de sus pies y manos, hasta el borde de la cómoda.
—Me encanta ese plan —dijo, alegre.

—Me encanta que te encante —dijo Zayn, sentándose a su lado y acercando el carrito con comida frente a ellos como una mesa.

—Me encanta que te encante que me encante —dijo Liam entre una pequeña risa.

—Bien —también rió bajo—, yo ya no continuaré con eso porque justo ahora mi cerebro está demasiado concentrado en las maravillas que tengo aquí —dijo, señalando a su esposo y a la comida con una mano a cada uno—, como para poder seguir el ritmo de esa cadena de palabras.

—Bueno, pues ya no martiricemos más a tu cabecita —dijo el castaño, tomando un tenedor y acercándose el primer plato—. A desayunar.

Comenzaron a comer, alternando entre probar un bocado y darle otro a su pareja. Los mimos tampoco faltaron, cosa que Liam agradecía infinitamente, pues lo hacía sentir muy especial y amado que su hombre le diera esas muestras de afecto apesar de que él no se sintiera muy cómodo haciéndolo.
Ya solo les faltaba el postre para terminar.

—A ver, mi amor, aquí viene el avioncito —dijo Zayn, llevando una cucharada de gelatina hacia la boca del rizado. Liam sonrió y abrió la boca para permitir el acceso—. Umm —Malik metió el inicio de la cuchara y dejó que su marido degustara del dulce postre.

Cuando ya se hubo pasado el bocado, Liam se quedó mirando en silencio a su esposo por largos segundos.

—¿Qué? —cuestionó el moreno confundido entre una baja risa.

Mi salvación || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora