lover of mine

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xii.




EL ORFANATO ERA UN LUGAR SOMBRÍO.

No había mucha diversión en él que pudiera valer la pena. Los recursos estaban acabándose y, según escuchó Harry de Apolo cuando creía que no le estaba prestando atención, no faltaría demasiado antes de que cierren el lugar, a causa de las casas de acogida que iban agrandándose por todo el país. Los huérfanos dejaban rápido las calles gracias a estas y los orfanatos estaban quedando en el olvido.

La madre superiora dirigía el lugar, y tenía un miedo terrible de Harry y Apolo. Era una mujer muy religiosa y, si fuera por ella, los habría tirado al río Támesis en cuanto alguien los dejó una madrugada lluviosa de noviembre hacía once años frente a las puertas del orfanato, con una carta que explicaba quiénes eran y lo que sucedió a su padre. Sor Irene resultó la razón de que aquello no sucediera, pues se compadeció de los niños y prometió ella misma cuidarlos.

Sor Irene había muerto unos años atrás a causa de una extraña enfermedad que afectó su corazón, pero para entonces, Apolo ya era lo suficiente mayor para abogar por ellos y gracias a eso es que seguían allí, en medio de la evaluación psicológica obligatoria que determinaría su participación o no en el día de las adopciones más importantes del mes.

A ellos jamás los querían adoptar, la madre superiora se encargaba de hacerles saber a los futuros padres que los hermanos Potter eran un par de fenómenos, y sembrar toda clase de historias acerca del por qué estaban en el orfanato. Además, la mayoría buscaba niños pequeños, y Harry y Apolo habían dejado de serlo hacía mucho tiempo.

— ¿Qué dibujas, Harry?

Harry se encontraba en el patio, recostado contra el gran árbol que daba un poco de sombra al pasto amarillento que rodeaba el orfanato. Tenía un bloc de dibujo contra sus piernas y trataba de plasmar algo con su lápiz de carboncillo, regalo de cumpleaños de Apolo cuando cumplió los 10 años, no logrando mucho más que trazos sin sentido.

El psicólogo, el señor Johnson, lo miraba de pie a su lado. Era una persona amable, por supuesto, pero a Harry no le caía nada bien. La aversión que sentía hacía el hombre era realmente inexplicable, porque el señor Johnson, a diferencia de la madre superiora, nunca hizo nada que perjudicara a Harry de alguna manera.

Incluso así, el ceño de Harry se frunció y, de golpe, cerró el bloc.

— Nada — gruñó, de mala gana. No le gustaba participar de la evaluación psicológica. Sabía de antemano que no les darían (a él y Apolo) el visto bueno para ser incluidos en el día de las adopciones y le parecía una perdida de tiempo permanecer allí, sólo para llamar innecesariamente la atención del señor Johnson.

[4] TOCADISCOS ━━ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora