[4] TOCADISCOS ━━ harry potter

these are the days of our lives

xxiii.

HARRY, BILLIE JEAN, DAPHNE, RON Y SUSAN se encontraron a Lockhart empacando sus cosas y dispuesto a huir lejos de allí, lo que les obligó a tener que actuar por si solos. 

Estando en los baños de niñas del segundo piso, acompañados de Myrtle, se encontraron frente al lavabo que nunca había funcionado, con una serpiente diminuta grabada a un lado del grifo de cofre. Ron sugirió la idea de que Harry debía hablar pársel, y tras unos cuantos vanos intentos donde empezaba a sentirse cada vez más impaciente, logró abrir un hueco en el lugar que ocupaba el lavabo, revelando una tubería grande y de aspecto viejo.

— Bueno, veo que ya no me necesitan... — tartamudeó Lockhart, intentando dar la vuelta. 

Los cinco alzaron sus varitas y apuntaron al profesor.

— Bajará primero, señor — escupió Susan.

Lockhart sonrió llorosamente, forzándose a decir algo más.

— ¿De qué les serviría allí abajo, chicos? — consiguió decir, secándose el sudor que escurría por su frente — ¡Estoy desarmado!

— Mejor usted que nosotros — Daphne sonrió de oreja a oreja — Para los experimentos de supervivencia nos servirá ¿Cierto, Harry?

Harry asintió, conteniendo una risita ante el rostro de pánico de Lockhart. Daphne tenía razón, Lockhart les serviría como carnada si aparecía el basilisco. No es que él mereciera algo mejor, luego de que descubrieran que verdaderamente era un fraude y Tom tenía razón, le robaba a las personas sus méritos y los vendía como propios. ¿A esa clase de incompetencia le confiaron su educación mágica? Harry ya podía oír a Apolo quejarse del sistema educacional cuando se lo dijera. 

Blandió su varita como amenaza, obligando a Lockhart a acercarse a la apertura de la tubería.  

— Por favor, chicos... — suplicó Lockhart, temblando y de espaldas a ellos. Los pelirrojos con la túnica de Hufflepuff compartieron una mirada, acercándose a él sin que lo notara — No creo que...

Susan y Ron le dieron un empujón y Lockhart se hundió tubería abajo.

— Eso facilita las cosas — decidió Harry, dejándose caer tras él.

Era como tirarse por un tobogán interminable, viscoso y oscuro. Podía ver otras tuberías que surgían como ramas en todas las direcciones, pero ninguna era tan larga como aquella por la que iban, que se curvaba y retorcía, descendiendo súbitamente. Calculaba que ya estaban por debajo incluso de las mazmorras del castillo. Cuando se empezaba a preguntar qué sucedería cuando llegara al final, la tubería tomó una dirección horizontal, y él cayó del extremo del tubo al húmedo suelo de un oscuro túnel de piedra, lo bastante alto para poder estar de pie.