But there is a light in the dark and I feel its warmth (extra VIII. Lestrange)

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viii.





RABASTAN LESTRANGE nunca deseó ser un mortifago.

Su idea de vida estaba más enfocada en escapar de Inglaterra, de su familia y de la loca de su cuñada Bellatrix para recorrer el globo terráqueo y tal vez darse una razón que lo mantendría alejado del lío psicótico de los Lestrange. A pesar de saber que eran ilusiones tontas, Rabastan anhelaba con toda su alma al menos tener una oportunidad de hacer las cosas bien.

No la tuvo, y terminó varado en Azkaban. 

— Chico — la voz grave de Aberforth lo sacó de su habitual maraña de pensamientos. Habían trascurrido los años desde que logró escapar de la influencia caótica de los dementores; pero él no podía evitar sentir que se ahogaba en el fondo más recóndito de su mente cuando pasaba el suficiente tiempo solo y en silencio. Era irritante — ¿Quién se murió? 

— ¿Eh? — carraspeó torpemente. Se sintió muy orgulloso de llegar a tabernero de Cabeza de Puerco sin que lo reconocieran, años atrás, aunque le parecía gracioso la idea de alguien pensando acerca de Rabastan Lestrange de forma diferente al mortifago que contribuyó a la caída a la locura de Frank y Alice Longbottom. 

En lo que concierne a los magos, él está muerto, podrido, bajo una marea de dementores y el clima asesino del mar del norte. Está bien con ello, porque eso le hace más fácil su existencia como prófugo no reconocido de la justicia mágica. Sería contraproducente si llegaran a notar que, escondido en una poción eterna de multijugos, se haya el cuerpo de uno de los guardias aurores que tuvo la mala suerte de encontrárselo antes de escapar. Así que se esfuerza por pasar desapercibido.

¿Qué mejor manera de pasar desapercibido que estar bajo las mismas narices de Albus Dumbledore? Los mortifagos siempre tuvieron claro que, incluso con el odio público que Aberforth le profesaba a su hermano, el dueño del pub (que pretendió ser neutral a inicios de la guerra) era uno de los títeres informantes de la Orden sobre movimientos sospechosos de forasteros.

Ellos nunca desconfiaron de lo conocido. Había sido de las razones por las que iban perdiendo la guerra hasta que el último de los Potter decidió intervenir.

— Tienes una cara de querer morirte, Harold — gruñó Aberforth. El hombre mayor de larga barba y actitudes excéntricas (los rumores de Hogwarts sobre el incidente de las cabras nunca pasó de moda durante sus años allí) lo observó limpiar la barra con la mente en otro lugar. Aberforth tenía un sexto sentido para darse cuenta de ese tipo de cosas, lo que sólo colocaba a Rabastan más alerta de lo normal cada vez que estaba cerca de su jefe — ¿Te botó tu novia?

[4] TOCADISCOS ━━ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora