En 1780 la familia lo era todo, se necesitaba una para sobrevivir a la sociedad y llevarse comida a la boca. Los padres casaban a sus hijos con otros hijos de familia con más dinero... Pero y si eso cambiara y cada uno sellara su propio destino?
Observaba en la puerta silenciosamente como su padre abrazaba a Cassie. Fue hacía la cocina y empezó a llorar, no sabía que pensar ni sentir, su padre había sido un egoísta pero no dejaba de ser el padre cariñoso que ella recordaba. Se pasaban tardes enteras jugando juntos. Mientras miraba por la ventana recordó cuando su padre le tocaba la única canción que sabía en piano, disfrutaba tanto de esas tardes cantando y bailando con el. No pudo evitar sonreír al recordar esos momentos.
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Escuchó la puerta y fue corriendo a por su hermano James. -James- miró a su hermano con la cara llena de lágrimas. Él la abrazó de inmediato, sabiendo ya cuál era la razón. - Ya esta hermanita, todo saldrá bien - James también empezó a llorar y se abrazaron más fuerte.
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Todos los hermanos se sentaron en la mesa. Los gemelos solo expresaban enfado y estaban sentados en la mesa solo porque Beverly les había obligado. Sam jugueteaba con los cubiertos, tan tranquilo como si nada. -Porque has preparado todo esto?- James miró extrañado la mesa mientras se sentaba. -Tenemos un invitado- Beverly esquivó la mirada de su hermano para evitar más preguntas. -Invitado? Me sorprendes- James sonrió a su hermana como si éste se lo esperase ya todo. Will fue hacía la mesa con Cassie en brazos jugando con su barba y se sentó, ninguno de sus hijos se dignó a mirarle a los ojos. -Vaya Beverly, tiene muy buena pinta- intentó sonreír a su hija sin ser rechazado. -Gracias- Beverly fue seca y enseguida fue a abrir la puerta. Will miró a su hijo James preguntándose quien era, pero su hijo apartó la mirada hacia otro lado.
