En 1780 la familia lo era todo, se necesitaba una para sobrevivir a la sociedad y llevarse comida a la boca. Los padres casaban a sus hijos con otros hijos de familia con más dinero... Pero y si eso cambiara y cada uno sellara su propio destino?
~ Emma ~ Como cada mañana los pájaros cantaban en su ventana para despertarla, o eso pensaba ella. Abrió sus ojos con delicadeza para que el sol que entraba no la molestara. Observó las margaritas que le regaló ese niño extraño y puso los ojos en blanco, se levantó y abrió la ventana. Empezó a cantar para los pájaros, se sentía tan agusto cantando, al hacerlo su imaginación de niña viajaba por mundos mágicos llenos de luces y animales, se sentía libre. Abrió su armario y eligió su vestido más cómodo, con la seda más suave.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ese día el sol brillaba más que nunca y el pasto estaba más verde que nunca. Emma observó con deseo de salir y poder corretear. Cerró la ventana y se sentó en su cama, pensó que lo mejor sería quedarse allí y no enfadar a su padre. Pegó un salto sobresaltada al oír la puerta de su habitación abrirse de un portazo. -No hay nada para desayunar, porque te lo comes todo?- Su padre la observaba con ese rostro odioso y enfadado al que Emma no lograba acostumbrarse. -Papi yo solo comí un poco de pan, ya no había nada- Su padre se acercó a la niña y la cogió con fuerza del brazo. -No vuelvas a hacerlo, entendido? -Entendido- Emma no miró a los ojos de su padre, no quería parecer desafiante, pero justo en ese momento recordó algo, las flores. Las miro rápidamente y al segundo apartó la mirada, pero su padre siguió sus ojos. -Emma?- apretó más fuerte su brazo y empezó a temblar- Que coño es eso? -Fue el otro día cuando me regañaste, te juro que no he vuelto a salir. Su padre se levantó y tiró el jarron al suelo rompiéndolo a pedazos y esparciendo las flores por el suelo. Se acercó y sujetó la cara a la niña. -Oh hija mía porque lloras? Es culpa tuya, debes madurar. -Lo se papi. -Lo hago porque te quiero- sonrió a Emma y al fin la soltó- voy al pueblo, mantén las ventanas cerradas. En el momento que cerró la puerta Emma no pudo aguantar llorar. Sabía que su padre la quería, porque ¿ que padre no quiere a su propia hija? Pensó en lo que dijo el niño tonto << un monstruo >>, pero movió la cabeza de un lado a otro y se dijo que no para ella misma. Se levantó de su cama y cerró la cortina para no ver el exterior. Recogió las flores y los trozos de jarrón del suelo mientras cantaba melodías tristes y viajaba a su mundo. Cogió la última margarita del suelo, sonrió y se la puso en el pelo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.