Mientras trabajaba duro herrando las armas afiladas, pensaba en la noche anterior. Se sentía bien al saber que su padre había vuelto a casa, ya no podría salir nada mal. También pensó en Beverly, se la veía tan feliz con ese tal Travis, y no había nada más que alegrase a James que ver a su familia feliz.
La campanita de la puerta sonó, señal de que algún cliente entró. Se quitó los guantes que protegían sus manos y asomó la cabeza.
-En que puedo ayudarle? - al ver al chico con más claridad, reconoció al hijo del oficial- Robert, eres tú.
-Buenos días Travis, tienes listas las armas para mi padre?
Robert le caía bien, era su cliente más fiel y jamás recibió una queja sobre su trabajo. Pero eso no quitaba que fuera un mujeriego y se creyera superior a los demás por ser atractivo y hijo del oficial.-Todas listas y bien afiladas- mientras lo decía iba recogiendo las espadas y enrollándolas en telas.
-Y el jefe? Estas muy solo.
-Últimamente está muy ocupado, no lo veo - Acabó de proteger las espadas y se las entregó con cuidado que no cayeran- Mery viene cada día para abrir la herrería.
-Su hija?- Robert se mordió el labio- Has visto que pechos esconde esa muchacha? - James solo sonrió y siguió con lo suyo.
-James estás muy solo, sabes cuantas doncellas ahí fuera se fijarían en ti?- empezó a imitar el trabajo de un herrero, haciéndose el duro y poniendo una voz más grave - Soy James, el tío solitario con manos fuertes... Triunfarías.
-No tengo tiempo para mujeres Robert- puso los ojos en blanco sonriendo.
-Ven conmigo esta noche- miró con picardía como si realmente le estuviera retando- Hoy iremos todos ha hacer una visita " a las chicas del pueblo ".
-No gracias, no me gustan esos rollos.
-Vamos James. Todo hombre de este pueblo a ido allí, será divertido.
Estaba claro que no iba a parar de insistir y a James no le hacían muchas ganas llevarse mal con el hijo del oficial, prefería pasar desapercibido en el pueblo.
-Esta bien, iré- pero James le puso el dedo en la cara modo advertencia- pero no pienso tocar a ninguna de esas chicas.
-Como quieras, siempre puedes beber y observar las bellezas del lugar- volvió a mirar con picardía.
- Beberé, con eso me basta.
-Nos vemos esta noche- Robert guiño el ojo y salió de la herrería riendo.
ESTÁS LEYENDO
Tu tesoro
RomanceEn 1780 la familia lo era todo, se necesitaba una para sobrevivir a la sociedad y llevarse comida a la boca. Los padres casaban a sus hijos con otros hijos de familia con más dinero... Pero y si eso cambiara y cada uno sellara su propio destino?