Libre

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~Emma~
Despertó justo cuando el sol estaba saliendo, con un dolor horrible en los pies y una presión en el pecho del susto que llevaba dentro.
El pájaro se había quedado quieto toda la noche a su lado, lo cogió y fue hacía la ventana abierta.
-Ya es hora de que eches a volar pajarito- se le salieron unas lágrimas antes de que el pájaro saliera volando- Eres libre.

-Ya es hora de que eches a volar pajarito- se le salieron unas lágrimas antes de que el pájaro saliera volando- Eres libre

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Libre. ¿Cuando seré yo libre? Pensó.
Fue a su cama al no aguantar estar de pie y se sacó un pequeño cristal que olvidó sacar la noche anterior pegando un chillidito.
-Como te atreves a despertarme? -chilló su padre desde su habitación.
Emma escuchó como sus enormes botas se ponían en marcha y su corazón palpitó con fuerzas, tenía miedo.
<<Beverly te abrazará, James te protegerá>>
Miró la ventana que tantas horas había admirado, que tanto tiempo había deseado saltar y no volver a entrar jamás. Escuchó por última vez los gritos de su padre dirigiéndose hacia ella.
-Te quiero papi- su voz tembló llorosa.
-Te vas a enterar pequeña mal nacida- seguía chillando más cerca de la habitación de Emma.
Saltó la ventana y corrió lo más rápido que le dejaron sus pies adentrándose en el bosque. Corrió sin parar hasta que los árboles taparon la casa. Tropezó por culpa del dolor y tomó un descanso, las lágrimas empezaron a brotar sin poder parar... acababa de dejar su hogar, toda su vida y la única familia que conocía, su padre. Se levantó y empezó a caminar, era libre por primera vez y nadie se lo iba a arrebatar. Empezó a cantar triste mientras avanzaba en busca de Ben. Al salir del bosque vio la granja, Ben tenía razón, jamas la engañó. Su padre siempre mintió al decirle que no vivía nadie cerca y estaban alejados de todo.
Caminó casi tambaleándose hasta llegar a un porche y justo delante de la puerta cayó rendida y dio tres golpes débiles.
-Dios mío- dijo una voz dulce abriendo la puerta- Alissa, corre ayúdame- chilló.
Beverly se agachó para coger a Emma en brazos y llevarla dentro. Al sentir que alguien la cogía en brazos, fue lo más cercano a cariño que sentía desde hacía mucho tiempo y no pudo evitar echarse a llorar.
-Que te a pasado pequeña? -dijo dejándola en su cama.
-Pero que... quien es? - Alissa frunció el ceño mirando los pies de la niña- voy a por agua.
-Gracias Alissa- dijo Beverly.
Ben siempre tuvo razón en todo, sus hermanas eran tal y como se las había imaginado, jamás se equivocó en nada, como que esa mañana había escapado de un verdadero monstruo.
-Ben?
-Ben? Como sabes... de que lo conoces?
-Está aquí? Porfavor.
-Si claro -Beverly la miró confusa- Voy a por el.
Escuchó voces y pasos rápidos y vio a Ben asomarse poco a poco a la puerta, le observó las heridas y su expresión se mostró llena de ira.
-Tenias razón Ben, debí hacerte caso- echó a llorar desesperadamente- Es un monstruo.
Ben corrió hacia ella y la abrazó.
-Aquí estas a salvo.
Beverly y Alissa aparecieron con trapos y un cubo de agua.
-Bien, vamos a curarte, vale? -Beverly le parecía tan tierna.
-Te quedarán unas cicatrices de guerrera, que envidia- dijo Alissa.
Las dos hermanas daban toquecitos a sus pies para limpiarlos, mientras Ben le sujetaba la mano.

Las dos hermanas daban toquecitos a sus pies para limpiarlos, mientras Ben le sujetaba la mano

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-Te sientes mejor?
-No, estoy muy triste- volvió a echarse a llorar.
-Ahora necesitas descansar y pensar- Beverly la arropó con delicadeza- cuando estés preparada hablaremos.
-Mientras te haremos bollos, verdad Beverly? -Alissa miró con cara pilla a su hermana.
-Vamos Ben, ya tendréis tiempo de hablar- salió de la habitación y le echó una última mirada para que obedeciera- Tengo unas cuantas preguntitas para ti.
Emma no quería estar sola, se sentía vacía y perdida, pero Beverly tenía razón, necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro. Necesitaba llorar y asumir a tan corta edad todo por lo que había pasado y sobre todo necesitaba dormir y no volver a mover los pies en mil años.

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