La hermosa mujer acariciaba su vientre intentando pensar solo en la magia de la vida, en el amor. Quería que su hija naciera con esos mismos pensamientos, que naciera amando cada segundo de la vida. Una lágrima cayó por su mejilla acabando en su barriga, por desgracia ella moriría enferma antes de poder conocer a su pequeña.
En su hogar habitaban su marido, sus dos hijas y sus tres hijos.
El mayor era James con 19 años, trabajaba duro en la casa de campo de su familia, ya que su madre había enfermado y su padre se pasaba todo el día trabajando en el pueblo.
Beverly tenía un año menos que James, se ocupaba de todo lo que su madre no podía encargarse: limpiar la casa, ocuparse de los animales, cuidar de los niños y también de su misma madre.
Estaban los gemelos Ben y Alissa. Tenían 9 años y se encargaban de ir al pueblo en carro cada vez que necesitaban alimento que no les dieran sus animales y medicina para su madre.
Por último estaba Sam, el pequeño Sammy. Solo tenía 3 años pero con tan poca edad era muy listo y de lo único que se ocupaba era de que su madre estuviera bien calentita con su manta y recibiera todo su cariño.
Sam notó como su madre le acariciaba la mejilla. Le encantaba que su mamá le acariciara, era tan suave, le recordaba a aquel verano cuando metió los pies al río helado y al sacarlos secaron con la brisa y quedaron suaves como aquellas manos. Notó que su madre intentó hablar pero tenía la boca demasiado seca.
-Tranquila mami yo ahora mismo té traigo agua.- Tenía la voz tan inocente que sonaba como la de una niña. Se apresuró a levantarse de la cama pero su madre antes le cogió débilmente del pequeño brazo y él se volvió a incorporar al lado de su madre como el pollito que se esconde bajo la gallina.
-Mi pequeño Sam, mi Sammy.- dijo la madre apenas susurrando- Mama tiene que decirte algo muy importante, vas a escucharme muy atentamente?
El pequeño no tardó ni dos segundos en mover la cabeza de arriba a abajo para hacer entender que si. Su madre le besó en la frente y le ofreció su mejor sonrisa aún cayéndole una lagrima. Le colocó la mano a su hijo en su vientre y le dijo:
-Cassie, tú hermanita se llamará Cassie- el niño la observaba pensando que el nombre de su hermana era eso tan importante que tenía que decirle- Sam debes prometerme que Cassie será tu mayor tesoro.
El niño solo observaba atentamente.
- Té acuerdas cuando nacieron pollitos en el establo?
-Si claro mami, todos eran amarillos menos uno.
-Y te acuerdas que los demás pollitos no lo querían y Beverly estuvo alimentándolo contigo?
-Si, Beverly me dejaba cogerlo.- El niño sonrió al recordar como el pollito negro le miraba desde sus manitas con ojos saltones.
- Lo cuidasteis muy bien y ahora es un enorme gallo.- madre e hijo se rieron dulcemente- Lo que quiero decir Sam es que Cassie será como ese pollito, estará solita si tú no la cuidas como un tesoro. Papá trabaja mucho y tus hermanos están muy ocupados cuidando la casa.
-Y tu mamá, tú podrás cuidarla como un tesoro?.- Sam miró a su madre, era pequeño pero se daba cuenta de que papá y sus hermanos se ponían tristes al hablar de ella y él hacía igual al mirarla.
-Mama no podrá porque va a dormir para siempre, por eso es muy importante que tú cumplas con ello. Cassie será tu pollito y deberás ayudarle a dormir cuando haya tormenta, deberás curarle las herida que se haga jugando, contarle cuentos- sujetó las dos pequeñas manos de su hijo y lo miró a los ojos muy fijamente- pero sobretodo hijo, deberás enseñarle a amar.
Esa misma noche Sam desde su camita, que estaba en la misma habitación de los gemelos Ben y Alissa, escuchó gritos y llantos. Los tres hermanos se asustaron, los gemelos se abrazaron en la misma cama, pero Sam estaba sólo llorando mientras observaba pasar a su padre a toda prisa con toallas y a su hermano James detrás. Entonces su hermana Beverly entró a la habitación y cerró la puerta. Se acostó con Sam y le abrazó fuerte. Sam notó como su hermana mayor lloraba y se sintió aún más asustado, pero los gritos acabaron y solo quedaron sollozos. El niño se relajó y sus últimos pensamientos fueron las palabras de su madre <<cuídala como si fuera un tesoro, como el pollito, enséñale a amar... >>
¿Pero como se enseña amor mamá? Se durmió profundamente.
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Tu tesoro
RomanceEn 1780 la familia lo era todo, se necesitaba una para sobrevivir a la sociedad y llevarse comida a la boca. Los padres casaban a sus hijos con otros hijos de familia con más dinero... Pero y si eso cambiara y cada uno sellara su propio destino?