~ Will ~
Cada día los recuerdos lo mataban, su mujer era tan hermosa. Si cerraba los ojos aún podía sentir sus labios carnosos, su olor, su piel suave... soñaba con poder abrazarla y fundirse en ella.Will nunca fue nadie antes de que llegara Rose, ella fue su salvación. Se había criado en la calle toda la vida, se alimentaba robando o de sobras de perros y dormir dormía en cualquier parte de la ciudad. Para Will con 9 años era una vida normal de un huérfano. Sin embargo Rose era una niña con padres de dinero. Iba a clases de piano, tenía un profesor que le enseñaba idiomas y vestidos de alta costura.
El destino quiso juntarlos.
~Rose~
Una noche Rose salió de su clase de piano y sus padres se habían olvidado de ella. Le pagaban toda clase de lujos pero el quererla no se les daba bien. No era la primera vez que pasaba, pero le daba miedo volver sola, no pasaba nadie por esa calle de la ciudad. Escuchó la voz de alguien, parecía un niño cantando.
~Will~
La parte favorita del día de Will era la noche, cuando todos dormían y la ciudad era completamente suya. Iba cantando feliz canciones que había escuchado tocar por alguna casa ajena y pegando saltitos jugando a pistoleros. De repente ahí estaba ella, el amor de su vida.
-Hola- el era un niño muy simpático y alegre a pesar de cómo vivía. La pequeña dio un brinco del susto y se giró a ver quien saludaba- Tu también vives en la calle?
-Vives en la calle ? - La niña se fijaba en lo delgado que estaba y lo sucio que estaba.
-Si, soy huérfano. La ciudad es toda mía- El se sentía orgulloso por ello.
Rose le ofreció un panecillo que tenía en el bolsillo de su chaqueta y observó como Will lo devoraba hambriento.
-Esto estaba muy rico- se relamía los labios feliz.
-Te ofrezco un trato - a ella le había parecido guapo y diferente a los niños de papá que conocía en fiestas de sus padres - cada día salgo a esta hora de mis clases de piano, quiero que vengas a buscarme y me acompañes a mi casa... A cambio te traeré panecillos.
-Porque?
-Me da miedo volver sola a mi casa - Will no pudo evitar reírse, ya que él nunca había tenido miedo a la noche- Bueno, quieres panecillos o no?
-Está bien, trato hecho- Se dieron la mano como si hubieran hecho un gran negocio.Y así fue. Cada día Will aparecía antes todas las noches para poder escuchar a Rose como tocaba desde fuera por la ventana y acompañarla hasta su casa. Los padres de Rose no se enteraban y ella siempre llegaba tarde para poder jugar con su amigo. Pasaron una infancia juntos. Rose le enseñó a leer, Will le enseñó los secretos de la ciudad, jugaron, rieron, hicieron travesuras...
Los años pasaron y Will no falló ni un día.
Una noche llevó a Rose a la iglesia, se colaron juntos y la llevó al campanario.
-Si nos pillan no nos volverán a dejar entrar nunca más a una iglesia y seremos pecadores- empezaron a reír los dos.
-Rose quiero que seas mi mujer.
Ella empezó a reír y a llorar de felicidad, se lanzó a sus hombros y le besó apasionadamente.
Intentaron hablar con los padres de ella pero lo único que recibieron fueron risas y humillaciones. Rose estuvo tiempo intentando convencerlos, pero lo único que veían era a un sucio pobre. Cansada de sus padres una noche fue a la caja fuerte, introdujo los números y cogió un fajo de billetes. Will se sorprendió, ella lo arriesgó todo por el. Se subieron al primer carruaje que vieron y decidieron irse muy lejos.
Acabaron en un pueblecito, donde compraron una granja en el campo. Fueron comprando animales para la granja y plantando tomates, pepinos, patatas...Se casaron en la iglesia del pueblo, Will encontró trabajo y tuvieron a su primer hijo James, el nombre lo eligió el padre por su significado "Dios recompensará". Era la familia más feliz del mundo, todo eran risas, diversión y amor. Muy pronto apareció Beverly y después decidieron tener a otro niño, pero llegó acompañado de una niña, Ben y Alissa, y después de unos años trajeron al pequeño Sammy al mundo.
Todos se querían tanto, nunca se aburrían y jamás les faltaba amor.
Por último sin esperarlo Rose se quedó embarazada de Cassie, todos estaban felices y con ganas de querer a ese bebé, pero Rose empezó a sentirse muy cansada y ambos pensaban que era por el embarazo, pero la cosa no mejoraba. No tardaron mucho en llamar al médico cuando empezó a tener fiebre. Will nunca olvidará las palabras de ese hombre:
-Mucha suerte, espero que el bebé nazca.
Los días dejaron de ser azules y se volvieron grises. Al morir Rose, Will también murió. No le importaba nada, se había olvidado de sus hijos, en lo único que pensaba era en olvidar para no sufrir, y lo consiguió con la bebida.Al ver la mirada de su hijo James fue como resucitar, se sintió tan cobarde por querer olvidar, había abandonado por completo lo que le dijo Rose antes de morir.
Mientras andaba fue recordando.
-Cuida de nuestros niños Will, no dejéis de reír, de cantar o de vivir- le miraba dulce, acariciando a su hombre- me has hecho la mujer más feliz del mundo y pase lo que pase, siempre estaré contigo, cada día cuando se vaya el sol el mundo será nuestro mi vida.
Recordó el último beso que le dio al amor de su vida, y siguió caminando hacia su hogar.
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Tu tesoro
RomanceEn 1780 la familia lo era todo, se necesitaba una para sobrevivir a la sociedad y llevarse comida a la boca. Los padres casaban a sus hijos con otros hijos de familia con más dinero... Pero y si eso cambiara y cada uno sellara su propio destino?