Te lo dije

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~Zarina~
Al bajar al pueblo dejó todo lo ocurrido y se dispuso a hacer sus tareas. Necesitaba hiervas nuevas para sus medicinas y algo de comer. Se puso un pañuelo en la cabeza para que nadie la reconociera, los rumores en el pueblo corrían rápido y ya la tenían como la bruja... nadie vende a una bruja.
-Buenos días, puedo ayudarla?
-Podría darme hiervas aromáticas ? También un poco de verbena y jazmín.
El viejo hombre no la reconoció, estaba a salvo si no veían su abundante melena rizada. Al tener las hiervas se dirigió al puesto de comida.

 Al tener las hiervas se dirigió al puesto de comida

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-Que le pongo?
-Un poco de pan y queso.
Al tenerlo todo se dirigió a su casa, cogió el mismo callejón de siempre que solía estar solitario.
Al mudarse al pueblo eligió la casa más pequeñita que hubiera, no necesitaba mucho al estar ella sola. En cuanto le enseñaron esa pequeña casa aislada de las demás en ese oscuro callejón supo que era la adecuada.
Abrió la puerta y saludó a su gato negro, le parecía una tontería que dieran mala suerte, su gato era el único que le daba una buena compañía. Al girarse para cerrar la puerta algo se lo impidió empujándola y haciéndola caer con su compra.
-Te dije que te encontraría bruja.
-Edgar!
Zarina quedó paralizada en el suelo mientras Edgar cerraba la puerta. Avanzó hacia ella y asustada retrocedió sobre el suelo, pero Edgar la sujetó del pañuelo estirándole de su pelo.
-Suéltame! Me haces daño- pero no cedió hasta tenerla en pie y acorralarla contra la pared.
-Te digo que te encontraré y tú te vas a un callejón oscuro, eres una bruja muy tonta- dijo mientras se reía.
-Suéltame porfavor- Zarina intentaba deshacerse de la mano que todavía sujetaba su pañuelo. Edgar lo cogió y lo tiró al suelo.
-Vas a ayudarme-sacó un pequeño cuchillo de su pantalón y lo colocó en su cuello - Me has oído? -dijo gritando y haciendo que Zarina diera un salto del susto.
La cogió del brazo y la llevo hasta su pequeña cama, donde él se sentó sin soltarle el brazo.
-Si intentas hacer alguna tontería, no olvides que soy mucho más rápido y fuerte que tú... te matare y buscare otra persona- Soltó su brazo despacio y se levantó la camisa donde se veía un cardenal horrible- Me está matando, eres bruja ayúdame.
-Necesito que te tumbes- No pudo evitar que su voz sonara temblorosa.
-Puedo soportarlo- ella quedó paralizada sin saber qué hacer- Venga joder- volvió a chillar.
Fue hacía los botes de especias y cogió un par que machacó hasta crear una pasta. Se acercó a él con miedo y se agachó para untarle la pasta sobre el cardenal, empezó a toser y a escupir sangre.
-Lo has empeorado zorra- cogió su muñeca y la apretó.
-No yo no he hecho nada- paró de hablar para mirar su muñeca que empezaba a ponerse morada- S-So-Solo tienes que tumbarte, porfavor- Él soltó su mano.
-Esta bien- se estiró en la cama haciendo un hueco a su lado- pero tú vienes aquí- quedó esperando a que ella se tumbara - O que creías? Que iba a dormir y tú de mientras matarme o escaparte? - hizo una pausa esperando a que ella obedeciera pero no hubo respuesta- Que te tumbes bruja- de nuevo chilló.
Zarina asustada obedeció y se tumbó a su lado sin poder parar de temblar.
-Si mientras duermo te levantas lo notare y te matare- se juntó todo lo que pudo a ella - Te recomiendo que no te muevas o creeré que te vas y créeme... te dolerá.
-Vas a matarme?
-Es probable, pero primero debes curarme.
-Porque haces esto?
-Entraste en mi cabeza a tu antojo y eso me enfureció y además participaste a que ese bastardo me torturara -cerró los ojos cansado- prometí que desearías estar muerta.
Zarina no durmió en toda la noche ni se movió, solo deseo que ese brebaje no funcionara y Edgar no despertara. Intentó notar algo en él pero no había nada, como si no fuera persona.

El sol empezaba a colarse por la única ventana que había. Alguien tocó a la puerta y Zarina se asustó, no esperaba a nadie, ni siquiera tenía a nadie... la familia de Beverly no sabía dónde vivía. Intentó inclinarse para observar si se veía a alguien por la ventana, pero solo lo logró un pequeño milímetro antes de que Edgar le sujetara el brazo.
-Quien es ? -dijo en voz baja.
-No lo sé.
-Mas te vale- se levantó despacio aún con molestias y se colocó su camisa para abrir la puerta.
-Buenos días.
-Buenos días buen hombre- sonreía como si fuera alguien normal- Que le trae por aquí?
-Disculpe que le moleste, me han dicho que aquí vive alguien que usa magia negra prohibida.
-Magia negra? Discúlpeme pero aquí solo vivo yo y mi humilde mujer- sonrió- Bueno y nuestra pequeña bendición en camino.
-Oh discúlpeme pues, tenga un buen día.
Edgar cerró la puerta.
-Así que magia negra? La gente de pueblo hace ver a las brujas muy poderosas, cuando en realidad sois frágiles... solo servís para curar y hablar de sentimientos.
Zarina siguió rígida en su cama sin decir nada, observando como su gato se acercaba a él.
-Fuera bestia - apartó al gato con el pie- No vas a ofrecerme nada de comer? - seguía sin contestar- Oh vamos parece que ya te he matado, alégrate un poco.
-Estás loco.
-No sabes cuánto- rió.
-Si vas a matarme hazlo ya.
-Me gusta jugar primero- Edgar se acercó hacia ella, tanto que Zarina se asustó al imaginarse sus intenciones y reaccionó pegándole en la cara con un pie- Uuhh brujita- volvió a reír- tranquila esas cosas son mejores antes de acabar contigo.
-Eso es mentira jamas has dañado a una mujer así.
-Otra vez con esas? Ayer no te quedó claro? Porque creo que me llevé media melena tuya- volvió a alejarse de ella- deberías dormir, no has dormido en toda la noche y yo debo pensar que hacer ahora.
Zarina no hizo ningún caso e intentó mantenerse despierta, pero no pudo evitar cerrar los ojos y dormirse profundamente.

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