~ Beverly ~

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No podía dormirse, tenía el corazón a mil por hora, llegó a pensar que se había vuelto loca por no poderse sacar a Travis de la cabeza.
Se asomó a su ventana para observar el cielo lleno de estrellas. Le pareció escuchar la tecla del piano, pero no hizo caso. Después de la tecla vino seguido su canción, la canción de su padre. Beverly no pudo evitar emocionarse al escucharla y tampoco pudo evitar ir a observar como la tocaba.Siempre admiró esa canción, la forma en la que su padre la transmitía y esa forma en la que los dos la disfrutaban juntos cantando y bailando.
Se quedó asomada desde la puerta, no quería interrumpirlo y que parara.
- Hay algo que nunca te conté- Beverly dio un salto del susto, sin esperarse que su padre la hubiera escuchado- Nunca fue mía Bev.
-Como?
-Nuestra canción- Will dejó de tocar y se giró hacia su hija con una pequeña sonrisa- siempre fue de mamá.
-Nunca lo dijo- Beverly quedó extrañada ya que esa canción siempre se dijo que era de su padre- y jamás nos la tocó.
-Tu madre la compuso de pequeña- a Will le brillaban los ojos al hablar con su hija de su amor- ella me enseñó a tocarla.
Beverly se acercó hacia su padre y se sentó frente al piano con el. Había sido un irresponsable, pero eso no quitaba los años de amor que le había dado, merecía su atención.
-Le daba pena que unas manos tan bonitas fueran desperdiciadas solo para talar árboles- Will rió recordando mientras se secaba las lágrimas - Así que un día me obligó a sentarme con ella y no paró, día tras día, hasta que aprendí a tocar su obra.- le secó las lágrimas a su hija- Y cuando porfin la toque perfecta me dijo << siempre quise enseñar al mundo entero mi canción, ahora solo tengo un mundo Will, tú. Quiero que sea tuya y que tú toques mi arte.>>
-Era perfecta- Beverly no podía parar de llorar, era tan triste que algo tan bonito desapareciera así sin más.
-Si, lo era- levantó la mirada de Beverly hacia el- como vosotros mi pequeña Bev. No sabes cuánto le agradecí que me enseñara, solo por verte a ti observándome con tanta admiración- acarició la mejilla de su hija y le besó la frente- eras tan feliz de escucharme, que orgulloso me hacías sentir.

-Siempre pensaba que tenías magia en las manos- Beverly rió mientras  lloraba - y podía imaginarme bailando en un castillo

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-Siempre pensaba que tenías magia en las manos- Beverly rió mientras  lloraba - y podía imaginarme bailando en un castillo.
Se quedaron ambos mirándose con lágrimas en los ojos y no pudieron evitar abrazarse entre llantos.
-Mi pequeña Bev, lo siento mi niña.
- Te echaba tanto demenos papá.
Se fundió en los brazos de su padre y se sintió protegida y pequeña.

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