Los Secretos de Miriastir.- Intervención Divina

Capítulo 8.- Tarde

Escuché a alguien tocar la puerta y rápidamente estiré la sabana para cubrir bien a Kira y Lucía, que estaban a mis lados, mientras Dana estaba acostada lateralmente, sobre nuestras piernas, con su cabeza al costado derecho de la cama, justo al lado de Kira.

—Pase —respondí con un leve bostezo.

Entró un joven, que no parecía tener más de dieciséis años, no podía negar que de vez en cuándo los chicos hanki se veían bien pero no tanto como para que me interesara tener algo con ellos, lamentablemente la ley obligaba a toda pareja o manada istara a tener al menos una hija antes de los treinta y bueno, siempre se necesita un chico para eso.

—Lo lamento señoritas —inició a hablar con evidente vergüenza en su rostro—, me mandaron a decirles que ya van a ser las una, y que deben abandonar el local por las reglas…

En ningún momento de su charla se atrevió a mirarme a mi o a mis chicas mientras hablaba, eso me pareció curioso.

—Muchas gracias por avisarnos, en un rato saldremos —respondí.

—¿Tú nombre es? —cuestionó Kira, quién tenía sus manos sujetadas a la sábana para asegurarse de que la cubriera correctamente.

—Miler señorita, me llamo Miler —respondió el joven.

—Gracias Miler, puedes retirarte —le sonrió y el chico salió de la habitación, ella volteó a mirarme—. ¿Qué?, ser amable no es malo, tal vez sea de otra subespecie pero sigue siendo humano.

—No dirías eso si fuera un falso hombre o perteneciente a la especie madre —le respondí.

—No empieces con tus celos Amaris, sabes que Kira no nos traicionaría con un chico —dijo Dana bostezando—. Además, no tenemos tiempo para eso, si no nos apuramos recibiremos un castigo y fue bastante buena la noche para arruinarla ahora —explicó mientras iniciaba a tirarnos la ropa de Lucía, que casi toda había caído de ese lado.

—Lo hablaremos luego —añadí mientras salía de las sabanas para ver donde había quedado mi ropa y la de Kira.

Las cuatro iniciamos a vestirnos, por suerte al ayudarnos mutuamente y no tener opciones a elegir, era algo relativamente fácil y no nos tomó más de cinco minutos para estar listas las cuatro.

En cuánto estuvimos listas salimos con calma, pero al ver el reloj de agua del local rápidamente iniciamos correr, pues faltaba menos de cinco minutos para las una, esto no era bueno…