Capítulo 24.- Dejándose Llevar

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Amaris

Cuándo las vi desvestirse a mi alrededor, y ayudarme a mi a hacerlo, al sentir su manos y besos en mi piel perdí el control de mi cuerpo.

Iniciamos con nuestro ritual de excitación mutua, aunque se notaba que ellas no estaban del todo cómodas, ninguna se quiso alejar, estando detrás de Dana ella se notaba nerviosa, más de lo que normalmente parecía estar.

Era obvio, hoy las cosas serían diferentes, pues no serían mis dedos los que entraría en ella, hoy sería una parte diferente de mi.

Lo hice tan delicadamente como pude, pues tenía miedo de lastimarlas, y para las cuatro esta se podía considerar nuestra primera vez, primero con Dana mientras Kira estaba con Lucía, luego con Lucía  mientras estaban Dana y Kira frente a nosotras y finalmente yo y Kira, mientras Lucía y Dana no excitaban aún más desde atrás nuestro.

La forma de excitarnos fue única, pues aunque ahora tenía una nueva parte para hacerlo con ellas, no había perdido la original mía.

Fue algo único y caótico, tras hacerlo con Kira, sentí algo que no había sentido antes, en todas las ocasiones que lo hicimos juntas, lo sabía, acababa de llegar a tener un orgasmo, doble debido a mi situación, aunque pareció que ninguna de ellas había llegado a ese punto.

Tras hacerlo estaba totalmente exhausta, sentía que ya no podía mover ningún músculo, mire a Kira y ella susurro.

—Descansa, todo estará bien, todo mejorará —acarició mi mejilla izquierda y bajó hasta mi cuello.

Sus palabras me animaron, no sabía como es que habían hecho que esto pasara, pero sabía que al despertar esos barrotes nos separarían nuevamente.

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Kira

Lo que sentí fue diferente a cualquier cosa que habíamos hecho antes y estaba segura de que todas se sintieron igual.

Observé a Amaris una última vez, se notaba exhausta, pero en sus ojos note algo que me daba esperanza, sus ojos se habían vuelto totalmente verdes, el arco azul que solo unas horas antes tenía ya no estaba.

—Descansa, todo estará bien, todo mejorará —le susurré mientras acariciaba su mejilla izquierda y cuello.

Ella se durmió las tres tomamos su mano, no sabíamos si al haber hecho esto sería más fácil que saliera, pero a pesar de eso y de que no lo había sentido tan bueno como lo sentía otras veces, no me arrepentía pues había sido con quienes yo quería.

Las tres nos vestimos y salimos la directora nos esperaba en la salida del lugar, nos entregó un vaso de té a cada una, era obvio para que era y ninguna de las tres esperó para tomarlo, pero era sumamente fuerte, muy intenso, parecía que nos habían dado una hoja entera a cada una, caminamos por un camino que solo nosotras conocíamos, para evitar toparnos con alguien al volver.

Los Secretos de Miriastir.- Intervención Divina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora