Capítulo 30.- Conclusiones

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Lucía

Miel disuelta en agua, eso me había dado a tomar la enfermera.

¿Qué querría probar?, no se si Amaris lo habría notado, pero la actitud de esa enfermera cambió drásticamente cuándo mencioné el silfio, era algo extraño.

Cuándo pasó la hora de los entrenamientos las tres y varias otras chicas fueron a ver como estaba.

Creó que exageran, o sea, no sería la primera vez que alguién se lastimaba entrenando, y la enfermera en lugar de darme algo para el dolor solo me dio miel.

Finalmente anocheció y tanto Dana como yo nos acostamos para dormir, claro no sin antes tomar buena parte de lo que la enfermera me había dado en el frasco.

Todo estuvo tranquilo hasta la madrugada, cuándo un dolor extraño en mi vientre me hizo despertar.

—Dana, ¿estás despierta? —pregunté en voz baja no hubo respuesta, seguro faltaban un par de horas para que amaneciera.

Pensé en esperar, pero me había parecido entender que debía ir a la enfermería ante cualquier problema dejé una nota en mi cama para que Dana no se preocupara y me vestí para salir de la habitación.

Caminé por los pasillos hasta la enfermería, que como siempre estaba abierta, la dos enfermeras nocturnas platicaban tranquilamente para mantenerse despiertas.

—Volvió —dijo la primera que me vio.

—Hola, tengo un dolor fuerte en el vientre...

—Sami, trae algo de agua mientras la reviso —le indico a la otra para luego llevarme a una de las camillas—. ¿Cuanta miel te tomaste?

—No mucha una cuarta parte del frasco tal vez.

Ella asintió mientras me observaba, cuándo la otra enfermera llegó me dio el vasito con agua me lo tome rápidamente.

—Lucía, creó que ya se que es lo que tienes...

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Amaris

Odiaba esto, ahora Lucía estaba en la enfermería, pero en una habitación separada y no nos dejó verla, al parecer no quería que nos enteráramos de que le pasó hasta el final de las clases del día.

Estaba desesperada, y eso lo notaron varias, estuve muy distraída en las clases y más agresiva de normal en las peleas, sentir que algo le había pasado me estresaba demasiado, por lo cuál salí corriendo a la enfermería en cuánto el entrenamiento acabó.

—No se permite correr aquí —me ordenó la encargada de esta.

—Pero yo...

—No hay escusas —interrumpió molesta.

—Bien —dije con molestia.

Caminé hasta la entrada de esa habitación y toque la puerta, esta se abrió un poco y la enfermera me observó antes de dejarme pasar.

Lucía estaba acostada con la vista al techo, parecía perdida en sus pensamientos.

Caminé hasta ella y en ese momento habló.

—¿Alguna vez pensaste como sería quedar embarazada? —preguntó de manera suelta.

—Yo... Siéndote sincera, siempre preferí no pensar en el tema —respondí sin pensarlo demasiado.

—¿Qué pensarías si resultará que tendrás una hija? —preguntó.

—Creó que estaría muy nerviosa, yo... No lo se —respondí sin entender de que hablaba.

—Pues supongo que lo sabrás pronto...

—¿A qué te refieres Lucía?, yo no...

—Estoy embarazada.

Los Secretos de Miriastir.- Intervención Divina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora