Capítulo 32.- Espadas 1ra parte

60 12 0
                                    

—Aunque dominar la lucha con los palos de lucha les permitirá derribar a la mayoría de sus enemigos, como saben necesitaran más que eso para formar parte de la guardia —explicaba la entrenadora mientras blandía una espada sin afilar.

—¿Pero porque debemos usar armas tan... Incivilizadas? —preguntó una chica de segundo año, a quienes ayudaríamos en sus primeros días de entrenamiento con éstas.

—Por que sus enemigos lo harán, y no es tan incivilizada como parece, la espada es un arma que debe ser manipulada con estilo y elegancia —explicó mientras mostraba un fuerte movimiento—. Ahora tomen sus espadas y pónganse frente a sus parejas.

Habían dos tipos de espadas, las espadas pesadas, que median 70 centímetros y anchas de filo bastante fuertes, hechas para golpes fuertes y las espadas ligeras, de 80 a 90 centímetros pero su ancho era sumamente delgadas y sus puntas afiladas, diseñadas para apuñalar en los puntos débiles de las armaduras, dependían de golpes rápidos.

Las alfas y vitas practicábamos con la pesadas, mientras las ghamas y dheltas con las ligeras. Aunque se nos enseñaba a manipular ambas nos buscaban especializar en las que se suponía funcionaban mejor para nuestros cuerpos.

—¿Estas lista? —pregunte a la joven vita frente a mi, tenía 14 años, y su cabello era rubio.

—Supongo... —respondió dudando.

—No dudes, tu puedes hacerlo.

Lo primero que se les enseñaba era la defensa. Ahora era su primera prueba.

—Solo recuerda los movimientos básicos, no haré ninguno demasiado diferente —le explique.

Ella solo tenía dos años menos, pero por alguna razón la veía pequeña, vulnerable.

Me sentía... ¿Responsable? No se como describirlo, pero mi mente estaba pensando en cómo quisiera que tratarán a mi hija en un situación semejante.

Golpeé tal y como le había dicho, siguiendo los ataques básicos, verticales, laterales y de puñalada, ella debía saber detenerlos con su espada o evitarla con sus movimientos.

Cuándo ella tomó ritmo, me relajé dispuesta a realizar cambios de ángulo o de blancos, y aunque a ella le costó adaptarse no podía decir que lo había hecho mal.

Los Secretos de Miriastir.- Intervención Divina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora