Capítulo 36.- Cumpleaños 3ra parte

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Kira

Abrí la puerta sabiendo que la encontraría ahí, ella no miraba a nadie. Estaba acostada con la mirada perdida.

—Hola Kira —me saludo suavemente, pero no me miró.

—Dijiste que no irías a felicitarla —solté frustrada mientras caminaba para sentarme en mi cama viendo en su dirección.

—No creí que tendría el valor necesario para hacerlo, por eso te pedí que la felicitaras por mi —respondió sin mostrar sentimiento alguno—. Pedí ese regalo hace meses para ella. Yo... Creí que sería una buena oportunidad para formalizar lo nuestro, después de todo ella ya tiene edad, pero después de lo que pasó, no estoy segura.

—¿Formalizar lo nuestro? —pregunté casi atragantándo mis palabras, no estaba segura de si estaba escuchando correctamente.

Se levantó y camino hasta nuestro ropero y sacó una pequeña cajita que no había notado.

—Supongo que ya no vale la pena esconderlo —me dijo mientras se sentaba en la cama frente a mi—. Los compré hace casi un año, aunque tardaron tres meses en llegar.

—¿Dices que tienes eso hace once meses? —dije sorprendida. Con lo impulsiva que Amaris solía ser, que hubiera comprado algo para nosotras y no nos lo hubiera dado tras que le llegara parecía raro.

—Se suponía que las invitaría a tomar unos tragos en Daesrin por el cumpleaños de Lucía, un momento especial que se volvería perfecto —susurro abriendo aquella cajita.

En el interior estaban cuatro collares con hermosos eslabones amarillos, y conectando las cadenas hermosos dijes metálicos con forma de un corazón y una espada bajo esta. En el centro de cada corazón unas pequeñas piedrillas de oro brillante se notaban.

Tape mi boca sorprendida, no esperaba que ella fuera a pedirnos... A pedirnos...

Antes de que siquiera pudiera llegar a convencerme a mi misma, de que lo que estaba viendo era real, cerró la cajita de nuevo suspiro y se volvió a levantar para esconderla nuevamente.

Luego volvió a acostarse en su cama, yo no dije ni una palabra, ahora entendía un poco mejor como se sentía. Si había estado dispuesta a ofrecernos matrimonio y ahora me mostraba las cadenas de compromiso como si fuera algo pasado, debía sentir que lo había hechado todo a perder, necesitaba mostrarle que no era así.

No pude dormir en toda la noche, pero aún así, en la mañana no estaba tan cansada como durante nuestro último castigo. Tras que Amaris salió, abrí el cajón del ropero donde estaba aquella cajita y la saqué, era una cajita discreta, sin decoración alguna. Dude por un momento, pero lo que había decidido hacer era mejor que dejar que se quedaran en esa caja por meses.

Los Secretos de Miriastir.- Intervención Divina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora