[CapítuloDiecinueve]

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[ J A N E ]

Nunca había llorado como ese día, aparte del dolor que sentía, lloraba por el notable abandono que tenía Rubén sobre mi, y no es por que me gustará tenerlo encima de mi todo el rato pero... Lo que vi en esa habitación, justo cuando iba a declararle mis más sinceros sentimientos, me rompió el corazón, no significó nada para el, ni siquiera un poco de lástima.

En estos momentos desearía salir de este cuerpo, no me soporto, empiezo a golpearme para contrarrestar el dolor que siento en la entrepierna, me arde y no tardo en darme cuenta de que estoy sangrando.

Tres golpes me hacen sobresaltar pero no escucho que diga algo, deja pasar unos segundos para hablar.

- Jane... -, su voz es baja tal vez con un toque de temor - no quiero apresurarte pero no podemos estar mucho tiempo aquí. Hay un cadáver en la habitación continua...

No dije nada, asimilando que tenía razón. Por un lado quería escapar, con ellos, por supuesto, pero por el otro quería esperar a que llegara la policía para que los arrestara y no ver a este tipo jamás.

- Jane... - volvió a llamar.

- ¡Un segundo! - grite. Que descaro tiene al apurarme después de lo que pasó.

Aún me temblaban las piernas al salir de la ducha, no quise ver las marcas en mi cuerpo por el espejo, así que me vestí lo más rápido que pude con una fea sudadera. Ni tiempo de hacer las compras nos había dado.

Al salir del baño, vi a Rubén ya listo para partir, sentado en la cama. Su cuerpo estaba rígido, con cierta autoridad pero su cara demostraba lo contrario, preocupación. Lo mire mal y camine lentamente hacia la puerta. Al tomar la perilla, sentí su toque en mi brazo, me safe de inmediato.

- Puedo ayudarte si... - dijo en voz suave.

- Puedo caminar sola. Gracias - le dije mirándolo mal.

Afortunadamente no encontré a nadie en los pasillos, ni a Cheeto, ni a Mangel, ni ningún otro turista idiota. Sin mirar a mis costados o en frente, camine hasta el auto, me senté en la parte de atrás y espere a que los demás llegarán. Fueron minutos horribles, por que estar sentada allí, me recordó lo que había pasado hace algunas horas. Aún su orgasmo y su rostro contorcionado por este, llegaba a mi mente y yo sudaba debajo del suéter enorme que cargaba. Aquellas imágenes me ayudaban a aliviar el dolor que sentía por la violacion de ese otro imbecil.

Tanto estaba en mi mundo que me sobresalte cuando Rubén abrió la puerta del asiento del conductor y con semblante serio arrancó el auto.

No podía interpretar la mirada que me lanzaba Cheeto desde el asiento de copiloto, parecía que estuviera enojado por algo y que yo era la causante de eso. Dejé pasar esa incómoda situación y comencé a quedarme dormida en el hombro de Mangel.

No se cuanto tiempo dormite pero al despertar, el auto estaba detenido y sólo estaba Mangel conmigo quien también se había quedado dormido. Me incorpore un poco, notando un ligero dolor en el cuello y con la mirada busque a Rubén y a Cheeto pero supuse que se hallaban en busca de dinero en un cajero que estaba próximo.

- ¿Que tal? - pregunto Mangel con voz adormilada.

- Hola... - me dio sonreí.

Cautiverio [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora