Cautiverio [✓]

[CapítuloVeintisiete]

[ R U B É N ]

El viaje fue demasiado largo y me sentí agotado y angustiado, seguramente me llevarían directo a mi muerte y no podría ver a Jane de nuevo, sorprendentemente era lo único que me importaba.

Un poco más allá de la media noche, me puse alerta cuando el auto aparcaba en algún sitio. Lo único que podía ver eran unas luces fluorescentes e intensas en un lugar pequeño. Suponía que era.

Salimos del auto, yo siempre resguardado por el par de imbéciles más grandes que mi ego y delante Samuel.

- ¿Es en serio? - dije al entrar al lugar.

- Sabes que a Mauricio le encantan las tetas y este es un buen lugar. Además, vas a decirme que a ti no te gustan, como si no supiera que te follas a tus secuestradas. Tal vez te consiga a una buena mujer esta noche...

Quería decirle que después de conocer a una chica en especial, me habían dejado de gustar las chicas fáciles. Solo me importaba ella, solo quería tocarla a ella, no me interesaría por alguna de estas guarras. El sonido de un beat intenso me saco de mis ensueños y vi un montón de chicas bailando para un monton de hombres fofos y asquerosos pero que tenían prestigio y dinero. Era obvio que este prostíbulo era de Mauricio, las chicas eran guapas, de un cuerpo increíble que claramente trabajaban aquí por que el pago rozaba los millones.

Note que Samuel le echaba un vistazo a todas las chicas y saludaba a alguna mientras nos dirigíamos a la que suponía, era la oficina del jefe.

Era más pequeña de lo que pensaba y solo había un hombre de traje detrás de un escritorio. Este se levantó y me abrazo palmeandome la espalda con algo de cinismo.

- ¡Que gustazo es ver a este hombre de nuevo! - me dijo.

- Si, si... - rodé los ojos -. ¿Podrías decirle al imbecil de tu secuas que me suelte?

- Eso no será posible... - dijo volviendo a su asiento -, te conozco, Rubén y se que si te suelto serás capaz de matarme... Y la verdad no quiero estar pendiente de tus manos por no darte una patada en las pelotas...

- Que suspicaz eres, me leíste la mente...

- Mmm... - río -. Necesito que hagas una cosa por mi...

- No pienso hacer ningún trabajo por ti, siempre me han tratado de costar la vida. Ni loco.

- Recuerda que me debes muchas cosas, Rubén, entre esas dinero y para no cobrarte pienso pedirte este favor... - encendió un habano y boto el humo por la nariz.

- ¿Y cual sería ese favor?

- Quiero que asesines al presidente de Noruega... - frunci el ceño. Quería que matará al padre de Jane.

- Imposible. Esta custodiado por mil personas y yo secuestre a su hija...

- Sabía que habías sido tú. Leí todo el asunto en el periódico, pero dime una cosa, ¿donde esta la chica?

- No lo sé... - susurre.

- Mmm, no puedo creer que hayas dejado que se escapara. Es una chica preciosa, hubieran dado mucho dinero por ella... Yo la hubiese contratado para trabajar aquí...