[CapítuloVeinticinco]

210 12 0
                                    

[ R U B É N ]

Esa noche me permití llorar sentado en el suelo lejos de ella, que se halla a dormida a un lado de la cama, ya que me había cedido el otro extremo. Lloraba por qué estaba confundido, por haber recordado a mi madre ese día y por el hecho de que no quería hacerle daño a Jane cuando irremediablemente lo había hecho desde que la secuestre. Después de una hora llorando en silencio, me recoste a su lado y caí profundamente dormido.

- ¡Una abeja!

Reí fuertemente al verla huir de una abeja que la perseguía. Se veía preciosa, se había bronceado por los intensos soles que habían hecho en estos días, llevaba ropas cortas y un sombrero de paja que le había dado la anciana para que no se quemará la cara mientras recogía girasoles del jardín.

Nos quedaríamos por esta tarde y tristemente nos tendríamos que despedir de la pareja de ancianos en la noche, pues planeaba salir del país en la noche y llegar en la madrugada. Lo único era que no se lo había comentado a Jane.

- ¿Que tal? - me pregunto Jane, acercándose a mi con un girasol pequeño en el cabello, aquello y las pecas hacían una combinación preciosa.

- Me encanta... - le sonreí, ella me devolvió el gesto sentándose enfrente de mi -. Tenemos que irnos, Jane.

Hizo una mueca triste y luego asintió con la cabeza.

- No quisiera irme... - dijo.

- Lo sé. Ni yo.

Ya en la noche, nos dedicamos a empacar las pocas pertenencias que teníamos, cenamos por última vez con los ancianos y volvimos al auto. Note que Jane, estaba un poco ausente y pálida mientras miraba con tristeza a los dueños de la mansión despidiendonos en la puerta.

- ¿Lista? - pregunté mientras encendía el auto.

- Si...

No hablamos en todo el camino y ya que de por sí este era bastante largo, se durmió cuando pasamos la frontera con el siguiente país, Finlandia. Era un camino que había recorrido siempre que hacia esta clase de secuestros, así que sabía de antemano que nos quedaba algo de camino hasta encontrar el hotel donde siempre entraba y me conocían por que supuestamente ayudaba a estudiantes de intercambio a llegar a sus destinos.

Aparque en el lugar de siempre y de lejos pude ver que Tania la chica de recepción me saludaba desde la puerta del hotel. Apague el motor del auto y me plantee la idea de llevar en brazos a Jane que seguía dormida, pero al final decidí despertarla.

- Jane... - la llame sacudiendo un poco sus piernas -. Ya llegamos. Debemos bajar...

Abrió los ojos lentamente y me sonrió levemente. Salí del auto y la ayude a bajar con la pequeña maleta que tenía con su ropa.

- ¿Podrías decirme en donde estamos? - me pregunto de camino a la puerta donde nos esperaba Tania.

- Finlandia. Es un buen lugar, no te preocupes...

Llegamos a la puerta y Tania me recibió con un abrazo, era una chica baja de estatura y un tanto pasada de kilos, pero era muy buena chica, aunque no sabía realmente lo que hacía y yo prefería no decírselo jamás.

Cautiverio [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora