[CapítuloTreintaYCinco]

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[ R U B É N ]

Me había resignado, si. Se que soy un cobarde y lo admito; tenía demasiado miedo a enfrentarme a los japoneses, eran unos seres peligrosos cuando te metias en sus negocios. No sabía que hacer. De hecho, no tenía nada que hacer.

Después de llorar, me había subido al auto y había dado marcha atrás. De reojo, miraba el maletín con el dinero que había recibido por traicionar a la primera mujer que había amado en mucho tiempo. Trataba de no pensar en que harían con ella pues era un tanto doloroso.

Pasaron unas horas, en las que en ningún momento pare el auto, solo hasta que llegue a la mansión de los dos ancianos. El lugar donde habíamos estado Jane y yo, como una pareja normal, sin preocuparnos. Sé que después de la tormenta viene el arcoiris pero a mí me pasó todo lo opuesto.

No supe lo que estaba haciendo cuando baje del auto, caminé hasta la puerta y golpee. Me abrió la misma anciana y sonrió pero su sonrisa desvaneció al verme, tal vez tenía una cara terrible.

- ¿Y tu chica? - pregunto mirando detrás de mí.

Sin que alguno de los dos se lo esperara, me eché a llorar de nuevo. La anciana me abrazó y paseo sus manos por mi espalda. Con un gesto me dijo que siguiera y me ofreció la misma habitación que había compartido con Jane.

Después de haberme calmado un poco. La anciana tocó la puerta de mi habitación; traía un café y unos panesillos, los mismos que Jane había robado de la mesa una vez. Se sentó a mi lado y me miró comprensiva.

- No pensé que fueras a hacerlo... - me dijo de repente.

- ¿De que habla?

- Entregar a esa chica - la mire sorprendido -. Ay hombre, se que esa chica no es tu novia y que la tenías secuestrada...

- ¿Y por qué no dijo nada?

- Porque sé que estabas enamorado de ella... - me sonrió -. Se te notaba en la mirada, muchacho y a ella igual. Por eso no pensé que fueras a entregarla.

- Iban a matarla. No sabía que más hacer, nos estaban esperando en cada frontera... Te juro que iba a volver con ella, tenía tantos planes... - me quedé mirando un punto fijo en el suelo, recordando todo lo que le había prometido.

- Ay muchacho... La están matando poco a poco mientras tú estás aquí sin hacer nada...

- ¿Y que hago? Si me atrevo van a matarla o me mataran...

- Ponte un par de huevos. Idea un plan y ve a por ella. ¿Que tan difícil puede ser? Podrías..., no se, hacerte pasar por otra persona, utiliza el dinero que te dieron por ella y ve...

Me quedé meditando aquel plan. Podría funcionar, le debía a Jane gastar el dinero que me habían dado para salvarla. Podría funcionar, iba a ser muy discreto.

- ¿Tienes un buen traje que prestarme? - pregunté y la anciana sonrió.

Pasé solo unas cuantas horas en ese lugar. En la madrugada, subí todas mis cosas de vuelta al auto y viaje al aeropuerto más cercano. Al llegar, me disfrace.

Tenía que aparentar ser un importante hombre de negocios extranjeros para poder pasar desapercibido en las aduanas. Tuve que hacer identificaciones falsas, tal y como había aprendido de Cheeto. Fueron horas en ese aeropuerto, sudando debajo del traje gris que me había prestado aquella anciana. Sonreí al recordarla. Al fin hacían el llamado para el vuelo a Japón.

Afortunadamente ni sería un viaje muy largo, pues cada minuto que pasaba yo moría de los nervios al pensar en las cosas que ha de estar sufriendo Jane. Solo esperaba a que no se hubiese resistido y siguiera viva.

Voy por ti, Jane...

Pasé las horas del avión durmiendo, pues no lo había podido hacer el día anterior y cuando llamaron para la salida, casi corrí.

Tenía que ser muy hábil. Sabía que esos tipos que habían viajado con Jane, lo habían hecho por mar, entonces; podría ser que su negocio estuviera muy cerca a las costas pues viajar con una cautiva a otra ciudad podría ser peligroso. No perdí tiempo y tome un auto hacia las principales costas de Japón.

Ni siquiera tuve que preguntar, pues con solo ver el lugar sabía que hacían cosas clandestinas: lavado de dinero, tráfico de drogas y armas, casas de pique... Dios mío, Jane.

Me llamo la atención un edificio supremamente alto, con las ventanas polarizadas y toda su estructura en negro. Respire hondo y me atreví a entrar cuando vi a uno de los hombres de Jhan resguardando el lugar.

No me reconoció y eso fue algo que agradecí. Al entrar podías ver un extenso pasillo con las luces bajas y una alfombra roja. Cruce sin saber muy bien lo que estaba haciendo pero seguro de que Jane estaría allí.

Abrí unas puertas enormes y negras y lo que vi, me dejó asqueado. Eran chicas, se veían muy bajas de edad, bailando en poca ropa a un par de hombres adinerados. Habían pocos, se notaba que era un lugar de prestigio. Todos con sus vasos de whisky, sus trajes caros, sentados en mullidos sillones de piel de animal y la música era suave pero sugestiva. Estaba aterrado, no vi a Jane en ningún lado.

- ¿Gustas pasar? - me pregunto una hermosa rubia con poca ropa.

- Ehh... claro. ¿Que es esa puerta dorada de allá?

Había una puerta enorme y dorada casi al fondo del lugar.

- Allí es donde están las chicas especiales. Tienes que apostar una gran cantidad para ganar a la chica que pasen a exhibir... Puedo llevarte allí si quieres...

- Claro...

La rubia me tomo del brazo y me llevo hasta la puerta dorada. Me miró con sensualidad.

- Recuerda que tienes que apostar un monto grande de dinero... Y que Mimi fue quien te atendió...

- Gracias, Mimi...

Mimi me dio una última mirada y abrió la puerta. Dentro habían varias sillas con su respectiva tableta. Habían varios hombres que estaban dispuestos a conseguir a la chica que se presentaría en exhibición.

Por el amor de Dios, que Jane no esté en este lugar...

Cautiverio [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora