[CapítuloVeinticuatro]

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[ J A N E ]

- ¡Querida! - grito la anciana. Me sobresalte en la mesa -. Llevo más de dos minutos preguntándote si quieres café...

- Ah, si. Lo siento - sonreí.

Ahora estaba en una situación un poco más distinta a la anterior en la mesa del comedor. Ya los pensamientos de lo ocurrido no me agobiaban , lo que no me dejaba eran los recuerdos de la noche anterior, no dejaba de suspirar y recrear una y otra vez lo que pasó. Si, me estaba enamorando de Rubén, un amor loco e imposible. Lo de anoche solo me lo confirmaba, no pensé que Rubén pudiera ser tan delicado y suave al tacto. En pocas palabras fue la mejor noche en mucho tiempo.

Rubén bajo rápidamente hasta el comedor y se sentó a mi lado. Trate de no parecer un tanto idiota con los pensamientos que me llegaban a la mente en ese momento, su acercamiento me hacía sonrojar.

- ¡Que bueno! - dijo la anciana sentándose al lado de su marido -, por fin nos acompañas en la mesa, Rubén...

- Si, ya me siento un poco mejor - dijo.

Su mirada sobre mi en ese momento fue rápida pero cargada de todo y nada. Se le veia un tanto diferente, me atrevería a decir que más alegre. De solo tenerlo cerca, me venían recuerdos de anoche y su potencial orgasmo, su mirada bajo la ducha tomándome las mejillas y dándome un largo beso antes de postrarme contra los azulejos y volver a...

- Estás un poco distraída... - me dijo la anciana -. ¿Te sientes bien?

- Si. Lo siento... - dije sonriente y un tanto sonrojada.

Rubén bajo la mirada divertido hacia su plato, sabía lo que pensaba con solo mirarlo y también me causaba algo de gracia. Al inicio del desayuno todo transcurrió sin que ninguno de los presentes mencionara una palabra, pero a medida de que cada uno dejó sus platos vacíos, la señora de la casa empezó a hablar.

- ¿Y bien? - dijo -. Rubén, ¿de dónde vienen? Al parecer han viajado bastante para llegar aquí...

- Si, estamos atravesando el continente Europeo... - contestó este con una sonrisa.

- ¡Oh! ¿Están de luna de miel?

- No, eso me gustaría - dijo Rubén y sonrió al ver como yo tensaba mis piernas debajo de la mesa -. Llevamos mucho tiempo juntos pero no le he pedido matrimonio...

- Como ella te decía "marido", suponía que ya estaban casados.

- Es lo que ella quiere - le patee la pierna pero este ni se inmutó.

- ¿No piensas pedirle matrimonio alguna vez?

- Por supuesto. Tal vez este planeando pedir su mano en este viaje...

La anciana chillo de emoción y miró a su esposo con amor, mientras que Rubén y yo solo nos mirabamos con burla. Poco a poco deje de pensar en lo sucedido anoche, como si no hubiese pasado.

Nos quedamos un rato más en la mesa, ya que la anciana hablaba de su jardín y el hecho de que su esposo ya no podía ayudarla a cultivarla por la edad, me sorprendió la amabilidad de Rubén al ofrecerse para ayudarla. Mientras ambos alistaban las cosas para jardinería, yo subí a mi habitación y me di una ducha antes de bajar al jardín y sentarme un rato en el claro para ver a los dos trabajar.

Cautiverio [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora