[CapítuloTreinta]

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[ J A N E ]

Lo tenía. Estaba tocando su punto más sensible con el movimiento de caderas que llevaba sobre él, me encantaba verlo así, era demasiado exitante.

De lado no podía dejar el hecho de que al fin había confesado, que no podía estar con otra chica y que me necesitaba tanto como yo a él. Pero no dejaba de pensar en que esto no cambiaría el hecho de que de cualquier modo iba a llevarme a Japón. Eso me preocupaba un poco.

- Ah... Jane - gimio, sacándome de mis pensamientos -. Voy a venirme si sigues haciendo eso...

Estaba sonrojado y no dejaba de morderse el labio inferior a la par de mis movimientos. Me detuve un poco y luego sonreí con un toque de maldad. Baje la vista a su abultado miembro que estaba endurecido y seguramente dolía por la fricción. Tendría que ayudarlo. Sin bajarme de su regazo, baje la cremallera y levantó un poco la pelvis para que pudiera bajar por completo sus pantalones. Enterrando los dedos en mis glúteos, supe que estaba tan contento por esto como yo y lentamente estuvo dentro de mí.

Lanzó la cabeza hacia atrás y gimio un poco. Me abrazo por la cintura, dejando su cabeza en mi hombro, disfrutando de la exquisita fricción que había entre los cuerpos.

Era una pose un tanto extraña, ya que el estaba sentado pero he de admitir que se sentía demasiado bien a medida que me impulsaba con las rodillas hacia adelante. No quería que terminará jamás.

Lo abrace por los hombros, haciendo que los centímetros se hicieran inexistentes y me permití gemir, casi gritar por el placer que estaba sintiendo en ese instante. Realmente no sabría describirlo, sentía que todo el cuerpo vibraba pero era una sensación increíble, ni siquiera la primera vez con Rubén se había sentido así.

- ¡Jane! - gimio enterrando los dedos en mi espalda.

Entonces me llegó una sensación parecida a la que tuve la primera vez, era como si algo estallara en mi entrepierna pero esta vez ocurrió repetidas veces, más aún cuando escuche que Rubén gemia con una intensidad descomunal, mas aún cuando sentí que mi cavidad se contraia abrazando a su miembro y dando pulsaciones rápidamente. Duro unos minutos, fue largo pero demasiado placentero.

Rubén se dejó caer hacia atrás, sobre la cabecera de la cama, sin dejar de abrazarme y aún sin salir de mi. Jadeaba en mi oído y sus dedos jugaban con el elástico de mi ropa interior y subían y bajaban por mi espalda.

Me incorpore un poco con algo de pena, que me haya escuchado orgasmear de ese modo era antinatural, hasta yo lo sabía.

Aún jadeaba con la boca abierta, tenía el cabello humedecido a los lados y lo vi sonreír rápidamente.

- ¿Eres multiorgasmica? - susurro. El sonrojo fue mayor.

- No lo se... - tartamudee.

- ¿Que sentiste?

- Es que no sabría explicarlo, no... - me cubrí la cara con las manos. Lo escuche reír un poco.

- No pasa nada - me quito las manos y sonrió con ternura -. La verdad es que me encanta, nunca había estado con una mujer que tuviera más de un orgasmo. Podría calcular que tuviste al menos tres y el primero fue tan solo empezando... Lo malo es...

- ¿Que..., que es lo malo?

- Que probablemente los tengas durante todo el día...

- ¡¿Que?! ¿Significa que voy a estar gimiendo todo el día? - carcajeo.

- No, sería gracioso - lo mire mal -. Pero sentirás esa sensación por lo menos unas diez veces...

- ¿Por qué? No es que vayas a estar todo el rato sobre mi...

- Mmm..., no lo sé...

Con un movimiento logro que mi espalda estuviera sobre el colchón y él sobre mi. Me beso la boca largamente y al fin salió de mi, aunque su cuerpo seguía muy pegado al mío, podía sentirlo y desee quitarle la camisa y verlo desnudo. Todos mis pensamientos se fueron al caño cuando sentí que ahí iba de nuevo. Volví a retorcer me y a arquear la espalda.

- ¿De nuevo? - dijo en mi oído. No fui capaz de contestarle.

Él no ayudaba, seguía besandome, el cuello, los pecho por encima de la tela y yo empezaba a verlo todo amarillo, leves espasmos me recorrieron de nuevo.

- Será mejor que entres a la ducha - sonrió.

- Aja... - murmure. Me sentía cansada.

Me acarició el cabello, un tanto distraído y pensativo.

- ¿Que me has hecho, Jane? He estado preguntándome eso desde hace mucho... - sonrió -. ¿Sabes lo que va a pasar?

- Tengo una idea..., no me estoy ilusionando con todo esto. Se que por más que haya cambiado tu modo de pensar, seguirás con el plan...

Se quedó callado y me dio la palabra. Lo que yo decía era verdad, y siendo sincera lo entendía a la perfección. Él no iba a cambiar todos sus planes de tal vez meses por un encuentro conmigo, no era algo lógico, habría hecho un esfuerzo para nada.

Suspiro largamente y se puso en pie. Estaba desnudo de la cintura para abajo y parecía no importarle, se rasco la cabeza y de algún lado en el suelo levantó sus jeans para ponérselos. Decidí no alargar la conversación, tal vez pensaría que le rogaría por que nos quedáramos juntos, por que no me llevara y blah blah, era ya demasiado tarde para eso.

Hale el camisón que me había puesto como pijama, ese que te entregaban en recepción y me puse en pie para meterme en la ducha. Al menos a calmarme y aclarar mi mente.

Toda esta situación me dejaba como perdedora, iba a perder de todos modos, fuera a Japón, fuera rescatada, como sea. Y para ser yo, estaba demasiado tranquila, como si a estas alturas me valiera una hectárea de mierda mi vida. Pero entonces pensaba en ese día en el que Rubén me entregaría a los asiáticos, ¿como sería su expresión según estos nuevos sentimientos que le abordaban? ¿Sería el fin de todo lo que ocurrió entre nosotros? A veces pensaba que hubiese sido mejor no salvarlo, dejar que ese hombre le disparará, dejar que lo secuestraran y todas esas situaciones de las que yo lo salve. Hubiese sido mejor, no sufriría por su partida.

Las cosas pasan por algo.

Salí de la ducha después de que otro orgasmo me abarcará en medio del baño. Al salir del baño note que Rubén estaba en posición fetal en la cama y no tenía la camisa puesta. Se había quedado dormido.

Suspiré y me rescoste a su lado, dándole completamente la espalda. Unos segundos más tarde, me abrazo por la espalda y su cuerpo parecía tiritar y convulsiónar. Estaba llorando.

- Yo no quería esto... - susurro -. Va a pasarme lo mismo que con mi madre, voy a sufrir, Jane. Si no te llevo, te encontrarán de todos modos y van a matarme, pero..., prometo hacer algo, ideare algún plan. No pienso dejar que esos hijos de puta te tengan. No puedo dejarte morir, no puede volver a ocurrir lo mismo ¿entiendes? - medio asentí -. Haré algo, Jane, te lo prometo.

Pego su pecho a mi espalda y dio varios besos en mi nuca. Que dijera todo esto me ponía mala y aunque podría creerle, podría pensar que me salvaría de aquel destino, conocía a Rubén y podría ser que pensara esto, pero tal vez una vez me dejara en ese lugar, se olvidaría por completo de mí. Eso me dolía.

Cautiverio [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora