OO5

27.4K 3.5K 872
                                    

     —Te juro, Minnie, que ya no quiero saber nada de todo esto —se lamentaba TaeHyung.

     —¿Se odian tanto con Kookie hyung? Él es muy amable conmigo y con NamJoon hyung.

     —¡No lo menciones, JiMinnie! Ese nombre es prohibido. —El omega rio falsamente al ver que el susodicho entraba al cafetín en compañía del tal NamJoon.

     JiMin lo miró divertido y con una ceja alzada. Él era una especie de mediador entre ellos. Aunque primero conoció a JungKook, cuando éste le contó de TaeHyung, le entró curiosidad por conocerlo. Afortunadamente coincidió con él en el comedor y hablaron todo el receso, junto con SeokJin y HoSeok, quienes resultaron ser igual de amenos que el azabache. A pesar del tiempo que llevaban conociéndose, todavía no encontraba una causa coherente de ese odio tan intenso; no mentía al decir que nadie que haya conocido odiaba con tal fuerza. Si así como se odiaban, se amaran... Cielos, repoblarían todo Corea ellos solos.

     NamJoon se acercó a la mesa con dirección a JiMin.

     —Buenos días, hoobae. —NamJoon saludó a TaeHyung con formalismo, ya que no conocía al azabache muy bien y solo sabía por boca de JungKook que era menor.

     —Buenos días... NamJoon sunbae, ¿verdad? Puedes decirme solo TaeHyung o Tae, como prefieras. No me van mucho las formalidades. —El omega y bebió su café.

     El mayor asintió y se dirigió a JiMin, dejando un beso en su mejilla. Obviamente que TaeHyung vio y casi se ahoga con su bebida. Al parecer estaba tan ocupado quejándose con JiMin sobre JungKook, que había olvidado que él también tenía una vida y, por lo visto, una novedad amorosa que no había ni siquiera imaginado.

     —¿Estás bien, Tae? —El pequeño beta se preocupó al ver a TaeHyung aún tosiendo.

     —Sí, no hay problema —respondió, aclarando su garganta.

     El pelirrojo asintió un poco más tranquilo. No era ajeno a la causa de tal escena, pero prefería no decir nada al respecto para no pasar vergüenza. No era común el trato de NamJoon para con él; de hecho, era muy extraño. Sin embargo, a medida que el tiempo avanzaba y su relación se volvía más estrecha, el comportamiento del mayor se tornaba más meloso. No le desagradaba, pero sí lograba sonrojarlo y ponerlo tímido. 

     NamJoon tomó de la mano al más pequeño sin aviso, entonces JiMin entendió.

     —Nos vemos luego, TaeTae. —El beta menor sonrió, despidiéndose, a lo que TaeHyung le guiñó un ojo y le hizo señas para decirle que después tendrían una charla sobre el beso y las manos entrelazadas.

     TaeHyung siguió a su amigo con la mirada hasta que se sentó en una mesa donde JungKook ya se encontraba. Su mirada cayó en ese castaño que lo estaba observando fijamente. ¡Lo estaba mirando a él! Qué disgusto.

     Rodó los ojos para hacerle notar su desprecio y se levantó con su vaso en mano, dispuesto a marcharse y continuar en paz, y por paz se refería a saber de JungKook lo menos posible. Sí, eso era verdadera paz.

     Oh, pero JungKook no iba a dejar que lo vieran de ese modo. Era su mayor, merecía algo de respeto. ¿En su casa no le habían enseñado modales? Aunque de modales JungKook no podía decir mucho, eso tenía que admitirlo.

     Pese a que su razón le dijo que permaneciera sentado y no montara un teatro, su impulso lo venció. Se puso de pie y le gritó.

     —Oye, ¿y tú quién te crees que eres para mirar así? ¿O se te vuelan los ojos?

     TaeHyung se detuvo en seco. ¿Acaso ese inmundo ser humano se atrevió a levantarle la voz? , no se iba a quedar así, de ninguna manera. 

     —Escucha, ByungKyo. Para comenzar, no voy a mirarte porque no te lo mereces —dijo de espaldas, y el alfa sintió una patada directa a su orgullo—. En segundo lugar, yo te miro como se me pegue la gana y tú no puedes hacer algo al respecto. Adiós. —El azabache agitó su mano y siguió su camino sin girarse hacia el alfa en ningún momento.

     Todos en el comedor estaban atentos. Los estudiantes de segundo semestre vivían de esas poco frecuentes discusiones, pues era, al menos, algo en qué entretenerse estando en la universidad, y la universidad no era precisamente divertida. Los recién ingresados, por su parte, todavía no se acostumbraban a ello y eran menos sutiles cuando de ocultar su asombro se trataba. Bueno, no era como si a JungKook y TaeHyung les afectara: estaban seguros de que ni siquiera reparaban en que no eran los únicos en el comedor.

     —¡Acepta que tienes los ojos desubicados, bizco! —gritó JungKook con burla.

     TaeHyung volvió detenerse sin voltear a verlo.

     —Serás médico, ¿no? Lo único que tienes de eso es la bata, porque tantas veces has tenido el privilegio de verme a los ojos y sabes que son perfectamente normales. Un médico que usa un trastorno como insulto. Increíble. Sin tu permiso, me voy. No tengo por qué perder mi tiempo contigo.

     Y, dicho eso, se fue, dando un ultimátum al poco orgullo que le quedaba al mayor.

     —Maldito engreído... —farfulló JungKook con el ego duramente afectado.

     Él no lo había notado, pero NamJoon y JiMin vieron cómo apretaba los puños y una vena le saltaba en el cuello y frente. Hacía frío, pero él tenía toda la cara roja y sus sienes ya estaban brillosas de sudor. Sus amigos nunca interferían en sus discusiones: la experiencia les había enseñado que era totalmente inútil y peligroso.

     El castaño se sentó de golpe y se desquitó con la pajita de su refresco.

     NamJoon miró a JiMin para pedirle ayuda, a lo que éste carraspeó y se dirigió al iracundo alfa.

     —Hyung, relájese. TaeTae sabe cómo se llama perfectamente, lo hace solo para molestarlo. Debería dejar de buscarle pelea, es muy difícil que se quede sin argumentos. A veces me sorprende —dijo el menor, dudando que eso sirviese para calmar a su amigo.

     —¿TaeTae? No jodas, JiMin. —El alfa negó, notablemente asqueado con aquel ridículo apodo—. Necesito calmarme, los veo mañana.

     Ambos betas asintieron y JungKook se fue chispeando de cólera. JiMin se encogió de hombros y NamJoon suspiró. 

     Al principio esas discusiones eran divertidas y molestaban a JungKook cada que perdía un debate, pero la gracia menguaba a medida que las victorias de TaeHyung y su ágil lengua se incrementaban y las de JungKook eran casi nulas. Realmente ese omega sabía cómo responder a cada ataque, parecía saber de memoria qué decir.

     Lejos, el teléfono del castaño comenzó a vibrar y sonar dentro de su bolsillo. Genial, lo que le faltaba. Vio quien era y contestó tragando su rabia.

     —No estoy de humor hoy para estar al tanto de las altas posibilidades de que me emparejen con un omega que muy probablemente sea TaeHyung, mamá o papá. Hablemos luego.

     Una vez colgó, sepultó su celular en su mochila y se largó de vuelta a su departamento dando zancadas.

     El azabache no estaba muy lejos de ahí, por lo que pudo escuchar los gruñidos y las pisadas de JungKook. Obviamente lo había hecho enojar, y eso lo complacía. Se lo merecía, se lo merecía mucho más de lo que él mereció sus malos tratos durante tantos años. 

     Segundos después, su teléfono también sonó. No había que ser un genio para saber que sus familias los querían ver juntos y felices, pero «TaeHyung y JungKook» más la palabra «felices» no podían ir en una oración, y menos en ese orden. Colgó la llamada y apagó el aparato para ir a descansar a su cuarto en paz.

✿ⓕⓐⓤⓖⓗⓣⓨ✿

Gracias a todas las personas que le están dando una nueva oportunidad a este fanfic. ♡

Bye.

Roze Blume 🌹

‹edited›

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora