O28

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     JungKook sabía que no sería fácil. Ganarse al menos un poco del afecto de TaeHyung iba a ser más complicado que congelar el infierno. Por eso, esa tarde, y aprovechando que tenía tiempo antes de regresar a la Universidad, iría en busca del azabache. Después de lo sucedido el día anterior, no sabía cómo reaccionaría o qué le diría, pero necesitaba verlo. Estaba experimentando algo que nunca antes había sentido, algo como un imán que lo arrastraba a su gusto y lo llevaba a donde quería y no quería estar: junto a TaeHyung.

     ¿Debería invitarlo a comer? ¿Y si solo paseaban por ahí? ¿Y si le contaba lo que sentía? Eso último, en definitiva, no. Y por múltiples razones. Primero, debía saber qué tan fuertes eran esos extraños sentimientos. Segundo, debía ir con calma si no quería arruinar cualquier inicio de una relación estable con ese omega. Tercero, tenía algo de dignidad todavía, y declararse tan apresuradamente sería un rechazo seguro.

     JungKook se sentía impotente. Era como si TaeHyung fuera un pez que se escurría de sus manos, que nunca podría tenerlo, sentía que no lo merecía después de todo lo que le había hecho. Pero no podía evitarlo, ya no. Tenía en su mente todo lo vivido el día de ayer. Su aroma, su piel, la melodía que salía de sus labios como gemidos, el calor de su cuerpo y su sofocante y cálido interior. Nunca más vería a TaeHyung de la misma forma que antes, eso era seguro.

     Con algo de temor, se encaminó a la puerta de su casa para salir, pero el timbre lo detuvo. Extrañado, extendió su mano y giró la perilla para abrir. Lo que no esperó fue ver al omega de pie en la entrada.

     —Dale esto a tu madre. —Fue lo primero que se escuchó de la boca del azabache—. Mi mamá me dijo que lo trajera, no sé por qué no puede hacerlo ella misma. 

     Con rapidez, TaeHyung le entregó una bolsa al castaño sin levantar la mirada hacia él para nada. JungKook recibió el encargo y lo dejó rápidamente a un lado, ya que TaeHyung se había dado vuelta, dispuesto a irse.

     —Hey... —El alfa lo tomó de la muñeca—. No te vayas.

     El azabache se detuvo, mas no se giró. ¿Tendría vergüenza después de la tarde que pasaron juntos?

     —¿Qué? —respondió con sequedad.

     —¿Qué te pasa?

     JungKook se ubicó frente a él para poder verlo a los ojos, pero el omega se rehusaba a mirarlo.

     —Oh, nada.

     —Vamos, TaeHyung. ¿Es por lo de a...?

     Las manos del omega cubrieron su boca en seguida. Por fin los ojos chocolate se descubrieron. Se veían irritados, pero JungKook no sabía si por falta de sueño o llanto. Por el aroma que comenzaba a emanar el omega, supo que seguía con su periodo.

     —No lo menciones, JungKook —dijo con tono severo—. Eso no debió pasar. ¿Por qué demonios fuiste a mi casa? Fue un completo error.

     —¿Y yo cómo carajos iba a saber que estabas en celo? —debatió JungKook, quitando las manos que no lo dejaban hablar.

     El omega lo miró con molestia.

     —Tú también estabas así. ¿Para qué diablos fuiste?

     Como era casi costumbre para el alfa cuando se trataba de TaeHyung, no tenía ni encontraba una respuesta coherente para esa pregunta. 

     —Yo... ¡iba a buscar a tu madre! —mintió, o eso intentó hacer.

     —Sé cuando mientes, idiota. —TaeHyung lo miró acusatoriamente.

     JungKook se sintió avergonzado, incluso su rostro se pintó de un rojo furioso. Al menos en algo estaba de acuerdo con el azabache: era un completo idiota.

     —Oh, ¿ahora me conoces mucho? —El tono del alfa no era precisamente el de alguien feliz.

     Eso, en definitiva, no estaba saliendo muy bien. Esas mañas de discutir cada que podían no iban a desaparecer fácilmente.

     —Gracias a tu estupidez, te conozco un poco más que antes. Es tu culpa, JunJong.

     —No finjas que no sabes mi nombre porque ayer qué bien que lo decías cada cinco segundos.

     Hubo un silencio corto después de esas palabras. No demasiado largo como para que la culpa alcanzara a JungKook ni demasiado corto como para que TaeHyung no se sintiera hervir de rabia y vergüenza. Sin embargo, el omega no dijo nada. Marcó una distancia grande entre él y el alfa, y agachó la mirada.

     —Y por eso es que jamás debió suceder. Eres un imbécil, incluso para manejar estas situaciones. —TaeHyung rodeó a JungKook, listo para cruzar la calle e internarse en su casa, pero antes añadió:—. ¿Cuánto ibas a tardar para sacármelo en cara? Vete a la mierda, y no me busques para nada. Adiós.

     El azabache se fue, dejando un profundo remordimiento en JungKook. El alfa ingresó a su casa frustrado y molesto consigo mismo. Se encerró en su habitación y se desquitó con su almohada. ¿Por qué no podía dejar de lastimarlo? Era como si hubiera nacido con ese propósito. ¿Esa era su condena? Había nacido con un rol establecido, pero falló al enamorarse. Quizá TaeHyung no era para él, sin importar el pasado que tenían.

     JungKook no quería buscar culpables, pero, sin necesidad de escarbar mucho en su memoria, un corto y conocido diálogo se hizo presente en sus recuerdos. Él era tan solo un niño, un niño que fue marcado por las palabras de un ser querido. Seguramente no lo había hecho con intención de incitarlo a arruinar al único niño que le sonreía al pasar y que le hacía dibujos que dejaba en su mesita —ese hermoso niño que ahora era un precioso joven—, pero ese fue el efecto en él. ¿Qué no había cambiado desde ese entonces? El cómo JungKook lo lastimaba con o sin intención.

     Pero era muy pronto para rendirse. Todavía podía trabajar en su actitud para conseguir el perdón de TaeHyung.

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Solo tengo una cosa para decirles. Bueno, dos. La primera: Por favor, si hay cambios en la trama, les pido a las personas que leyeron la primera versión, que no mencionen lo que pasó y dejen que la historia fluya con los cambios necesarios. Si la estoy reescribiendo, es porque no me gustó lo que hice la primera vez, y por eso se los pido.

La segunda cosa: Los amo. ♡

Bye.

Roze Blume 🌹

‹edited›

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora