O27

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     Después del extraño comportamiento de JungKook la noche anterior, TaeHyung se había sentido extraño.

     La noticia de su matrimonio no había sido grata para el omega. ¿Cómo podría lidiar con JungKook siendo su esposo? ¿Podrían formar un hogar sin que ese se desmorone tan rápido como comenzó?

     No había podido conciliar el sueño en toda la noche y se sentía muy susceptible.

     JungKook parecía tener una nueva actitud, muy rara de su parte, para nada común, que lo confundía. ¿Qué le garantizaba que no se esté burlando de él como siempre? TaeHyung tenía un trauma que se negaba a aceptar; uno que lo había obligado a cerrar su corazón exclusivamente para el castaño, quizá para siempre. Se juró que reprimiría todo tipo de sentimientos hacia él.

     Porque sí, el pequeño azabache, a su corta edad de seis años y sin saber qué eran esas cosquillas en su estómago cada que veía a JungKook hyung, estaba enamorado.

«No hay peor daño que el que se le ocasiona a un inocente corazón que está descubriendo qué es el amor.»

     Cabizbajo y secando las temerarias lágrimas que se atrevieron a deslizarse por su rostro, se incorporó de su cama, siendo atacado por una punzada en el vientre. No tuvo que pensarlo demasiado para descubrir que era su celo.

[╰⊰⊹✿ ○ ✿⊹⊱╮]

     Asimilar el hecho de que TaeHyung le gustaba era de las cosas más complicadas que le había tocado hacer a JungKook. Al final, y después de tanto negarlo, había tenido que aceptarlo. Pero, ¿qué haría? Si lo único que quería hacer en ese instante era ir a su casa y verlo al menos unos segundos antes de tirarse mierda entre sí. Sí, eso haría.

     El castaño vestía unos pantalones cortos y una playera casual, y no se molestó en arreglarse, ya que solo cruzaría la calle y llegaría a la casa del omega.

     JungKook había pasado la noche más tormentosa de su vida. Tenía miles de dudas sobre sus sentimientos y actitudes; en solo siete horas se había replanteado toda su existencia. Algunas lágrimas lo acompañaron en su búsqueda de respuestas, pero se sentía más entendido cuando un par de rayos solares mañaneros se filtraron por su ventana.

     Salió diciéndole a sus padres que iría a tomar aire, y a cada paso se ponía más nervioso. No sabía qué decirle TaeHyung, ni siquiera se puso a pensar en ello, pero no podía detener a sus piernas. Sintió el fuerte impulso de correr y sus sienes comenzaron a sudar. Emoción. Su cuerpo estaba sobre estimulado. La adrenalina parecía haberse despilfarrado por todo su cuerpo justo en esos instantes.

     Cuando llegó a la puerta del azabache, un fuerte tirón en su vientre bajo le advirtió: había entrado en celo. Su mente se puso alerta; su conciencia gritaba «emergencia» a los cuatro vientos. Sabía que tenía que salir corriendo de ahí, pero, incluso así, se convenció de que solo serían unos minutos e iría directo a su casa para pasar su periodo en su habitación, ya que los supresores aún no estaban modificados. 

     Rápidamente tocó el timbre y la puerta de abrió casi al instante, dejando ver a un jadeante TaeHyung.

     —¿Ju... JungKook?

     El aludido quedó estático. El aroma del omega, la forma de sus labios al moverse, su suéter que dejaba ver sus clavículas... Todo estaba volviendo loco al castaño, quien ya sentía la excitación en su cuerpo. ¿Qué le estaba pasando? Era imposible que fuera producto de su celo simplemente.

     —¿Puedo pasar? —preguntó, titubeante.

     Con un asentimiento, el omega se hizo a un lado y dejó entrar al alfa a su vivienda. Era turno de TaeHyung para preguntarse: ¿Qué demonios le pasaba? ¿Por qué estaba dejando entrar a JungKook con tanta facilidad? No era buena idea cuando él estaba en celo y JungKook era un alfa. Sí, un jodido alfa. Algo tenía que andar mal en su cabeza para no considerar el peligro que significaba tenerlo en su sala y sin sus padres presentes.

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora