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     Hecho un ovillo sobre su cama, TaeHyung dejaba escapar todo el dolor que guardó por años bajo llave, enterrado en lo más profundo de su corazón. 

     ¿Qué tan lastimado estaba? Pero quizá ese no era el problema, quizá la incógnita era cuán enamorado estaba como para ser capaz de olvidar todo por permanecer al lado del castaño.

     Desde la noche anterior que sus ojos, a pesar del cansancio, se resignaban a ofrecerle algo del tan necesitado descanso. Podía culpar a sus ojos, pero la ocupada era su mente. JungKook no salía de sus pensamientos. Los recuerdos llegaban como cataratas, y éstos salían en forma de lágrimas para alivianar su alma.

     Abrazaba un cojín con fuerza, intentando engañarse a sí mismo. Necesitaba a JungKook en sus brazos, como esa mañana en la que se entregaron al otro. ¿Qué habrá significado para el alfa? ¿Habría sido solo un desliz producto de las hormonas? Esas preguntas eran dagas despiadadas que se incrustaban una y otra vez en la misma herida.

     El último pétalo de la rosa había caído. ¿JungKook lo amaría? ¿Podía poner sus manos y corazón al fuego por ello? No encontraría respuesta alguna entre sus sábanas, eso era seguro.

     TaeHyung estaba cansado de ser indiferente a él cuando sus brazos exigían apresarlo y no dejarlo ir jamás. Se había cansado de mirarlo a escondidas, cuando sus ojos querían navegar en los suyos cada noche, bajo la única luz de la luna, y ser el primero en verlos al despertar. Se había reprimido por tanto tiempo en beneficio suyo, que todo se estaba volviendo en su contra sin piedad y sin reparo.

     Necesitaban aclarar las cosas. Todos los años que solo aguantó y aguantó sin exigir un porqué habían llegado a su fin, necesitaba saber qué hizo mal para recibir su odio, un odio que lo marcó para toda su vida, que le dejó las cicatrices y heridas que decoraban ahora su alma, y que solo una persona podría borrar con un beso, una mirada de amor o una palabra redentora. Debía ir en busca de JungKook.

     El alfa había demostrado ser sincero en cuanto a sus sentimientos por él. Ya habían dejado atrás los pleitos y demás. Sin necesidad de palabras, TaeHyung perdonó las peleas de años, y viceversa. Ambos habían dado por terminada la guerra, pero el meollo del asunto ameritaba una explicación, y TaeHyung estaba dispuesto a ir a obtenerla ese mismo día de la boca del mismo JungKook.

     Al menos debía verse presentable si iba a revivir a ese ciego niño enamorado de siete años, a ese niño que sería capaz de aguantar lo que sea de parte de su hyung con tal de poder sentarse a su lado cada clase. Si iba a ser ese niño, no podía ir con los ojos hinchados, se maquillaría un poco.

     Una ducha fue suficiente para reducir la hinchazón y despejar cualquier rastro de una mala noche. Buscó un atuendo bonito, decidiéndose por unos pantalones un poco apegados y una camisa blanca grande. Ensombreció sus ojos con maquillaje, pero de una manera que resaltara su mirada. Satisfecho con su apariencia, fue a la Universidad.

     En el transcurso tuvo ganas de echarse a llorar de nuevo, pero no quería arruinar su apariencia. El cielo se despejó, y cuando los rayos de luz lo iluminaron, se sintió en paz y su alborotado corazón se relajó. Contando cada paso, llegó al aula del castaño, viéndolo con cautela desde una esquina.

     JungKook llevaba gafas y anotaba en su cuaderno. ¿Cuánto había extrañado esa imagen? ¿Cuánto había pasado desde la última vez que se dedicó a contemplar su imperturbable concentración al escribir?

     Un suspiro de nostalgia escapó de su boca, convirtiendo aquel momento en un nuevo recuerdo dulce de JungKook. Todavía llevaba los dos anillos en su mano, y era inevitable no verse al borde de las lágrimas gracias a ese detalle.

     El alfa se sintió observado de algún modo. Dejó de escribir y echó un vistazo a su alrededor, hasta que dio con una cabellera oscura, como los ojos que le pertenecían al mismo hombre. Ahí estaba el que podía ser su peor enemigo, su esposo, su amante en las aguas del placer infinito o un niño que se dedicó a lastimar gran parte de su vida.

     No tuvo que pensarlo mucho luego de divisar a TaeHyung para ir en su encuentro. Sus ojos nunca perdieron contacto, la distancia se iba reduciendo como imán y metal. No tardó mucho en estar frente a su omega, porque así lo había reconocido: como su compañero.

     —JungKook... —susurró el azabache al tenerlo enfrente. 

     Por unos minutos, el silencio entre ellos era lo único que existía además de la tensión. Las miradas iban y venían, pasaban de avergonzarse al hacer contacto visual, a mirarse por largos segundos en los que se admiraban como si fuesen solo ellos dos en ese rincón.

     —Tae, ¿qué... qué haces aquí? —peguntó el mayor. Instintivamente, una de sus manos acarició la suave mejilla del azabache—. Te ves hermoso —admitió, reconociendo las oscuras sombras sobre los párpados contrarios. 

     Se sentía tan libre al poder halagarlo sin vergüenza ni inhibiciones. Se sentía tan bien obsequiarle cumplidos al único hombre al que quería agasajar por el resto de su vida.

     —Gracias —respondió el azabache.

     El mariposeo en su vientre no se hizo esperar, tampoco los sonrojos por ambas partes, como si fueran una pareja de adolescentes. 

     TaeHyung no quería distraerse de lo que había ido a hacer, pero todo parecía ser sacado de sus muy antiguos sueños, con los que despertaba llorando, siendo en la adolescencia cuando decidió cerrarle por completo su corazón al alfa. No había sido sencillo, sin embargo, estaba harto de rencores que lo único que hacían era limitarlo. Suficiente tiempo se había tomado para pensar y solo una cosa más hacía falta para cerrar la herida.

     —¿A qué has venido? —preguntó JungKook mientras le acomodaba un mechón que tapaba parte de sus ojos.

     Sin saberlo, la interrogante del castaño fue la gota de valentía que le hacía falta a TaeHyung. Decidido, tomó la palabra antes de arrepentirse.

     —JungKook, yo necesito... —El omega carraspeó antes de continuar para pasar el molesto bulto que le indicaba que en cualquier momento se quebraría de nuevo—. Necesito saber algo. Tú... Después de tiempo me atrevo a preguntarte. ¿Qué hice mal para que me odies tanto?

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Gracias Paper Hearts Cover JungKook.

Bye.

Roze Blume 🌹

‹edited›

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora