Extinción ©

O33

     TaeHyung caminaba tranquilamente a su salón, cuando las tres personas que menos quería ver se le cruzaron, impidiendo que avanzara.

     —Buen día, TaeTae. —El trío sonrió radiantemente.

     El omega les dedicó una mirada fría y pasó de largo. 

     ¿Pretendían hacer como si nada después de tremenda tarde que le hicieron pasar con JungKook? No importaba si pasaba una hora o un minuto junto al castaño, a cada segundo le daba un motivo y una razón para confirmar que era un completo imbécil. Esa tarde no fue otra cosa más que eso. 

     A decir verdad, lo sentía por YoonGi. Si no quería ser demasiado duro con JungKook, quizá solo lo dijo por no poder quedarse callado. Después de todo, él lo había provocado a decir lo que dijo, pero no era su culpa que el alfa no pudiera morderse la lengua para no hablar de sus intimidades.

     De cualquier forma, no había sido grata la comparación. Sí, había sido un golpe muy bajo, pero tampoco era como si le interesara mucho quedar bien con JungKook en ese aspecto.

     —TaeHyungie, perdón. Creímos que ya habían hecho las paces —explicó SeokJin.

     —¿Las paces yo con ese idiota? Jamás, hyung. Era una simple tregua que se rompió hace mucho, que él haya ido a buscarme un par de veces no significaba que estuviéramos en paz, solo estaba algo confundido.

     TaeHyung hablaba con mucha seguridad. Ese omega era duro como una roca y terco como una mula. JungKook tenía un largo camino que recorrer si quería conquistarlo, y una charla mediocre —aunque sincera— en uno de sus pocos encuentros, no sería suficiente. No se trataba de que el alfa rogara atención; JungKook tenía que derrumbar el fuerte que sus actitudes habían alzado entre TaeHyung y él. Eso le había jugado en contra.

     —De hecho —intervino JiMin—, no estaba confundido. Por eso creí que, si los dejábamos a solas, él podría hablarte con sinceridad. Debí trabajar con él primero —susurró.

     TaeHyung no entendió muy bien lo que había dicho el pelirrojo. ¿JungKook siendo sincero o sintiendo algo por él? Demasiado bueno para ser verdad. Iba a decir algo, pero, a través de unos pequeños parlantes, se reprodujo un anuncio del rector.

     —Por favor, todos los alfas y omegas de nuestra comunidad universitaria, sírvanse a pasar al segundo pabellón, en el patio. Como ya saben, para descifrar quién será su pareja, los análisis requieren una muestra de sangre. Reúnanse en quince minutos sin falta.

     TaeHyung sonrió, entusiasmado, al igual que un par de chicas alrededor. 

     —Bien, ya pasó. —concluyó el omega—. Y, JiMinnie, no hagas más esas cosas, por favor. Ya tengo un terrible concepto de JungKook, forzándonos a convivir no vas a ganar más que un dato qué añadir a «Cosas desagradables de Jeon». —JiMin asintió—. Tengo que irme, adiós.

     Sus amigos no dijeron nada, pero SeokJin y HoSeok tenían algunas preguntas para JiMin en cuanto a lo que había dicho. Por fin confirmarían o descartarían sus sospechas sobre JungKook.

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     —¡Te digo que JiMin me obligó! —El castaño lo miró acusatoriamente—. Vale, tal vez no me obligó, pero fue muy difícil resistirse.

     —¿Ah sí? ¿Lo amenazó? —preguntó JungKook, sarcástico.

     —Algo peor. —El alfa lo miró expectante—. Me ofreció jugar.

     Divertido, el mayor enarcó una ceja y se mordió el labio inferior. JungKook no tardó en comprender a lo que se refería.

     —¡Qué asco, hyung! —Simuló un vómito, mientras NamJoon reía—. No quiero saber de lo que hacen en privado. ¡Prefiero seguir viendo a JiMin como un ángel puro e inocente!

     —De eso no tiene nada, Kookie. Él abusa de mí.

     El beta fingió un sollozo. El menor lo miró con el ceño fruncido y colocó una mano sobre su hombro.

     —¿Usted es el de abajo, hyung? —cuestionó con un tono más suave.

     —A veces, pero cuando me monta.

     NamJoon le guiñó un ojo al castaño, y éste quiso arrancarse los tímpanos. A veces su amigo era un completo sinvergüenza. 

     —Suficiente, tendré pesadillas con las imágenes mentales.

     —Entonces, ¿me perdonas?

     —No.

     —Si no lo haces, seguiré contándote cosas...

     —¡Bien!

     —Tan lindo, JungKookie. —NamJoon sonrió victorioso, pasando un brazo por los hombros de su amigo.

     El par iba de camino al cafetín para llenar sus hambrientos estómagos con algo, ya que no habían podido comer en su hora libre. Estando cerca, el aviso del rector llamó su atención. Al escucharlo, JungKook incluso olvidó el hambre.

     —Llegó el día, hyung. Tengo que ir. —El castaño sonrió en grande y se giró para irse, pero no quería dejar solo a NamJoon—. ¿Y JiMin?

     —Ah, seguro en cama, después de tremenda ronda de ayer...

     —¡NamJoon hyung! —protestó el alfa, intentando no imaginar a sus amigos en situaciones indecentes.

     El beta rio con ganas al ver la expresión asqueada de JungKook. Era divertido en cierta parte, pero el mayor sabía que el alfa no era precisamente un mojigato.

     —Está con TaeHyung.

     El castaño formó una "o" con su boca y salió en dirección al pabellón indicado.

     Al llegar, no vio más de quince estudiantes, sin exagerar. Era triste, pero no había nada que hacer al respecto. Gracias a su investigación y a Lee Laboratories, la tasa de muertes había disminuido muchísimo. JungKook era algo popular en la universidad, algunos hospitales se habían puesto en contacto con él, asegurándole un puesto de trabajo una vez que terminara sus estudios. 

     Vio de lejos a TaeHyung y a YoonGi, y rogó a todos los dioses que pudieran existir para que no fuera ninguno de ellos con quien tuviera que compartir su vida. Aunque, de todos modos, era muy difícil que eso pase. Sería demasiada coincidencia, ¿no? Solo le quedaba imaginar cómo sería su lindo, dulce y tierno omega. Tendrían algunos conflictos al principio, pero por algo la Luna los había escogido. ¿Cómo lo tomaría su nueva pareja? Esperaba que bien, porque JungKook quería hacer las cosas correctamente esta vez.

     Enfermeros y enfermeras se encargaron de sacarles una muestra de sangre de sus venas. JungKook pensó en cuánto había cambiado el mundo. Años atrás, era impensable que su destino estuviera escrito en su sangre; el misterio de las parejas destinadas siempre había sido explicado con misticismo. 

     Una vez tomadas las muestras, todos se fueron sonrientes por distintos lugares. Solo quedaba esperar los resultados, y esa era la fase más dura.

Roze Blume 🌹

‹ｅｄｉｔｅｄ›