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     —¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda! —gritaba un desesperado alfa castaño.

     JungKook tomó su maleta, metió su USB, un puñado de papeles y tarjetas de exposición, para luego salir de su departamento.

     En el camino intentó arreglar su cabello, pero un mechón en particular se había despertado más rebelde que nunca. Seguro era su venganza por dejar JiMin y NamJoon le pusieran gel para convertirlo en Alfalfa. Estaba tan ensimismado en terminar su monografía la noche anterior, que no se dio cuenta hasta que su par de amigos hubieron terminado de arruinar su cabello. Por si fuera poco, habían usado un gel ridículamente fuerte y resistente al agua; ni siquiera sabía que tenía ese tipo de productos.

     El castaño corrió a la parada de autobuses y esperó a que llegara uno. A los treinta segundos, llegó su peor pesadilla en casi las mismas condiciones que él, pero a diferencia de que su cabello estaba rizado. Novedad del día: TaeHyung con rulos. . Ya lo fastidiaría más tarde.

     El azabache se dio cuenta de su presencia también y lo barrió con la mirada. Se había levantado tarde esa mañana, como poco acostumbraba. La noche anterior había estado en compañía de HoSeok y SeokJin, vagando por YouTube en busca de algo interesante. Desgraciada e inexplicablemente, se toparon con un vídeo de «Cómo rizar tu cabello sin rizador o plancha». Al ser el único desafortunado que tenía su melena hasta la nuca, la pareja decidió poner en práctica ese tutorial; en algún punto creyó que su cuero cabelludo se desprendería de su cráneo. Estaba preocupado por su aspecto, pero, al ver ese mechón erecto en la cabeza del alfa, supo que al menos él se veía mejor con sus pequeños rizos.

     A lo lejos se vio un autobús casi al tope de personas. En ese instante, ambos se miraron con dureza y supieron que sería una verdadera lucha con una razón justificada, si por «razón justificada» se entendía el hecho de que pelearían por el único lugar libre que quedaba en ese autobús repleto.

     TaeHyung rompió la fila y corrió hasta donde estaba JungKook para adelantarlo e ingresar primero a transporte público.

     —¡Oye, respeta el lugar! —gritó JungKook, corriendo detrás del azabache para reclamar su puesto.

     TaeHyung ignoró al castaño y se subió lo más rápido que pudo. Apenas había un rinconcito y un espacio de la barra metálica para sujetarse y no caer en el transcurso. Menos mal había alcanzado el autobús.

    JungKook llegó segundos después, pero las puertas no se abrieron. Molesto, miró al conductor por la ventanilla derecha, pidiéndole con una mirada poco amable que lo dejase pasar.

     —Ya está lleno, joven —dijo el conductor.

     —¡Abra la puerta! ¡Tomaré cualquier lugar que haya! —farfulló el alfa al ver que el autobús comenzaba a moverse.

     El conductor, compasivo, abrió las puertas y el castaño entró a toda velocidad, encontrándose con la sonrisa socarrona de TaeHyung. Echando humos, lo tomó de la chaqueta y lo sacó de su espacio; porque era suyo, él había llegado primero.

     —¡¿Qué mierda tienes?! —le recriminó el omega.

     JungKook hizo oídos sordos y se ubicó en el lugar que había tenido el azabache unos minutos atrás. TaeHyung bufó y maldijo entre dientes, pero no dijo nada más. Había una señora cerca, si no se hubiera abalanzado sobre ese idiota. Solo lo dejaría ganar por esa vez.

     Llegaron a la Universidad, ambos dando zancadas al caminar, unas más fuertes que las contrarias, como si fuera una competencia. Aunque, cuando de ellos se trataba, todo era una jodida competencia.

     —¡Kookie hyung, TaeTae! —exclamó JiMin con entusiasmo y algo de malicia al verlos.

     El pequeño pelirrojo iba corriendo hacia ellos. «Oh, no. Ni te atrevas, Park JiMin», pensaron ambos. Sin embargo, el sonriente beta extendió los brazos y capturó a los dos en un abrazo. ¡Se estaban tocando! Trece malditos años sin ningún —o casi nulo— contacto para que un cabeza de zanahoria tirara todo a la basura.

     —¡Quita! ¡Qué maldito asco, acabo de tocar a este homúnculo! —TaeHyung se separó e hizo como que limpiaba sus prendas con su mano.

     JiMin se alejó apenas unos pasos para ver en qué terminaba todo eso. Una sonrisa traviesa se le escapó de la boca al ver el desastre que había desatado. 

     —¡¿Te imaginas yo?! —refutó JungKook—. Voy a quedar con tu apestoso olor encima. ¿A qué oleré? ¿A perro? —El castaño sacó un pequeño frasco de colonia de su bolsillo y aplicó una cantidad generosa en su cuello.

     TaeHyung soltó una risa seca, obviamente ofendido.

     —Eres tan imbécil. En primer lugar, dejaré pasar el insulto. En segundo lugar, nadie puede olerte, a menos que sea alfa u omega. Y no hay muchos, a menos que conozcas a alguno.

     —Calla, poodle. ¿Tú sí? 

     —¡¿Poodle?! —exclamó el menor, doblemente ofendido por la comparación. 

     JiMin estaba a nada de orinarse de risa, pero no podía hacer ruido o esos dos se la agarrarían con él. Le había dicho a SeokJin que no era buena idea hacerle eso al cabello del azabache cuando le contó por mensaje que estaban haciéndole rulos. Irónicamente, mientras le decía a su amigo eso, NamJoon y él estaba arruinando de una peor forma el cabello de JungKook.

     —Sí. Eres de esa raza, ¿no? —se mofó JungKook.

     —Mira, intento de Alfalfa, estos rulos a mí me quedan bien. Yo de ti me callaría si tuviera un mechón ahí parado. ¿Qué intentabas hacer? ¿Una representación de tu micropene? Mira que hasta con el tamaño te salió.

     Oh, el pequeño pelirrojo ya estaba de rodillas y sujetando su vientre. No le importaba llegar un poco tarde a clases si podía presenciar una discusión de esos dos. La pareja, por su parte, estaba tan sumida en no perder la guerra verbal, que ya habían olvidado que el beta seguía ahí. Incluso JungKook había olvidado que tenía una exposición.

     El alfa, con el orgullo por los suelos, empujó su mejilla interna con su lengua, manía que siempre salía a relucir cuando algo le incomodaba, y TaeHyung había cruzado una línea que hacía mucho ninguno de los dos se atrevía a siquiera acercarse.

     —¿Quieres ver para despejar dudas? —JungKook sonrió, sugerente.

     «Cayó», pensó el azabache. 

     —Oh, claro. Estaría encantado. ¿Vamos al laboratorio de Biología? —El castaño miró confundido a TaeHyung—. Ya sabes, para usar el microscopio.

     JiMin no aguantó más la risa y salió corriendo de allí, llamando la atención de ambos.

     —¡Esto no se va a quedar así, Park! —gritaron TaeHyung y JungKook, mirándose con odio por última vez y yendo a sus clases, o a cualquier lado lejos de la vista del otro.

[╰⊰⊹✿ ○ ✿⊹⊱╮]

     —Grandísimo hijo de puta —masculló JungKook.

     Pero claro que no se refería a la señora Kim. Se lo decía a una madre imaginaria, porque EunHwa no tenía la culpa de engendrar un hijo tan odioso.

     El castaño llegó a su salón y se dejó caer en su carpeta. Discutir con TaeHyung en verdad consumía el setenta por ciento de su materia gris y ni aun así le ganaba. Incontables eran las veces que a él le había tocado ser el que quedaba con la boca cerrada. TaeHyung no podía estar callado, eso lo volvía más odioso.

     Sacó su celular y vio tres llamadas perdidas de sus padres, pero ignoró las notificaciones debido a que algo más llamó su atención: el encabezado de un periódico virtual al que se había suscrito recientemente.

《Muerte inexplicable de alfas y omegas. 》

     Genial, solo eso faltaba.

Roze Blume🌹

‹edited›

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora