O22

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     TaeHyung se encontraba estudiando para su examen, ignorando por completo las notificaciones de su teléfono. Al menos por ese instante no quería saber nada del mundo. No fue hasta que el título de «mamá» apareció en la pantalla, que hizo caso al olvidado celular.

     —Hola, mamá.

     —Mi niño precioso. ¿Cómo estás, cariño?

     Ese saludo devolvió a TaeHyung a su niñez. Todo era más fácil en ese entonces, si es que descartaba a cierto castaño insufrible. Su madre siempre había estado con él; sus dos padres, en realidad.

     —Estoy bien, mamá. ¿Y ustedes?

     —Oh, te extrañamos mucho, hijo. Lo que nos consuela es que falta poco para que salgas de vacaciones.

     —No saben cuánto los echo de menos también. La Universidad se pone cada vez más difícil —suspiró TaeHyung.

     —Entiendo, cielo, pero es la carrera que elegiste y estoy segura de que puedes con esto.

     —Claro que sí, mamá. Cuéntame cómo van por allá.

     —No hay mucho que contar, Tae. Mejor cuéntame de BoGum. ¿Cómo vas con mi futuro yerno? Aunque JungKookie tampoco estaba mal, eh —bromeó EunHwa.

     A TaeHyung le habría hecho gracia de no ser por su decadente noviazgo. Decidió ser sincero con su madre, no tenía razones para no serlo.

     —Estamos en un punto crítico. Siento que ya no damos para más, mamá. Me siento atrapado y no sé cómo salir de esto —dijo el azabache con una profunda herida en el pecho, más honda de lo que parecía.

     Su madre siempre le daba buenos consejos, por eso recurría a ella cuando algo en su vida se ponía difícil. A pesar de que podía llegar a sacarle de quicio a veces, era la mejor madre que TaeHyung podría haber pedido.

     —No tienes que sentirte así, mi amor. Si ya nada es lo mismo, lo mejor sería cortar, porque así evitan daños más grandes. El tiempo, en estas situaciones, puede ser más letal que todo lo que le puedas hacer o decir a alguien.

     TaeHyung sabía que podía confiar en que su madre le diría lo que necesitaba escuchar. Ella tenía razón, BoGum y él ya estaban en un punto de no retorno.

     —Sí... tienes razón. Lo pensaré, ¿vale? Te quiero mucho, gracias por escucharme.

     —Soy tu madre, Tae. Te escuché todas las veces que me contaste que eras un dragón cuando niño, ¿por qué no escuchar a mi cachorro con sus problemas amorosos? —Aquello le sacó una risa al omega, una que calló de inmediato porque un punzón en su vientre bajo lo obligó.

     —Tengo que irme, mamá. Hablamos después. Te amo.

     Fue extraño para su madre la repentina despedida, pero no cuestionó a su hijo, ya que sabía que no estaba en la mejor situación del mundo. Aunque el motivo que ella creía era erróneo, TaeHyung agradeció el que no haya hecho preguntas.

     —También te amo, cariño. Adiós.

     El azabache guardó su celular y apretujó su vientre por el dolor. Quería gritar, pero no quería alertar a sus compañeros. Su energía parecía drenarse de su cuerpo y sentía los párpados muy pesados. Ese corto lapso que empleó charlando con su mamá era el último que le quedaba para estudiar antes de que su malestar matutino lo atacara.

     Poco a poco se fue rindiendo al sueño, e inevitablemente se quedó dormido sobre su carpeta, esperando a que SeokJin y HoSeok llegaran y lo levantaran.

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora