O12

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    JungKook despertó con un horrible dolor de cabeza y el pabellón de su oreja altamente sensible. Y es que, después de la menuda escena de anoche, su madre le jaló la oreja y las patillas hasta que terminó de sermonearlo después de quince minutos. Podría ser muy adulto, pero su madre era creyente fiel de que no por eso consentiría a un irrespetuoso como hijo.

     Buscó con pereza su móvil, pero recordó que se lo habían quitado por esa noche, ya que "no era justo que a TaeHyungie le hubieran quitado el suyo por usarlo durante la cena solo porque se llevaban mal". Claro, y a él le importaba una tonelada de mierda.

     Bufó y bajó, despeinando su cabello en el proceso. Ya lo tenía bastante largo: era hora de visitar al peluquero. Llegó a la primera planta y se encontró con sus padres sentados a la mesa.

     —Buenos días, papá. Buenos días, mamá. —JungKook saludó a la ligera a sus padres y visualizó su móvil encima de la repisa donde guardaban la vajilla.

     —Ven a desayunar, JungKook —llamó su madre, y el alfa acató.

     Se sentó a la mesa junto a sus padres, dio las gracias y comenzó a comer sin decir una palabra.

     No estaba resentido con sus padres, pues toda su cólera iba dirigida a la causa de todos sus males: un omega despreciable de hebras negras. Sí, él tenía la culpa de todo. Su oreja había recibido un injusto castigo, además que no pudo acabar su cena por seguirle el cuento a ese estúpido.

     —Kook, anoche dijiste que te gustaba alguien, un omega. ¿Podemos saber de quién se trata? —preguntó GunSoo después de un rato.

     JungKook, no sabía qué carajos responder a eso, era obvio. Se lo pensó unos segundos mientras saboreaba un delicioso trozo de queque casero con mermelada de durazno. Más que una pregunta difícil, era que no existía respuesta alguna, ya que todo había sido una mentira creada para no dejar tan lastimado su orgullo en frente de TaeHyung.

     —Prefiero esperar a que sea oficial —dijo al final de cuentas.

     Una mentira cubre a otra mentira. JungKook en instantes había validado en su totalidad esa frase que alguna vez se le hizo absurda.

     Sus padres no hicieron más preguntas y, una vez terminaron de comer, YonSook encendió la televisión para ver con qué salían los noticieros.

《La tasa de muertes no ha aumentado demasiado, pero todavía es un misterio la razón de las muertes de aquellos lobos. Lo que tenían en común era que, siguiendo el edicto, se habían comprometido. Hablando con las viudas parejas, todos responden que se volvieron dependientes de los supresores. ¿Serán éstos el problema? Al principio creímos que sí, pero evaluando su composición, tienen las dosis normales. Entonces, ¿qué explica los trágicos descensos mayormente en omegas? Desafortunadamente, no hay respuesta a ello. ¿Qué hará nuestro presidente? En realidad, no se puede hacer mucho. Quizás es el final de las generaciones lobunas y estas reformas están acelerando su decadencia. 》

     La familia Jeon quedó mirando la pantalla. GunSoo, JungKook y SooRa —un niño de tres años— eran los únicos alfas de Daegu; y EunHwa y TaeHyung, los únicos omegas, junto con una anciana viuda que vivía unas calles abajo. ¿Y así, con tanta facilidad, les decían que iban a extinguirse?

     La situación solo parecía empeorar, y para esa familia compuesta por la mayoría de lobos que quedaban en Daegu, no era algo fácil de procesar. Los tres quedaron en silencio unos minutos, sin decir absolutamente nada, pensando en que, probablemente, ellos serían la última familia de su especie que existiría en su ciudad.

     —Kook, ¿puedes ir a comprar unas cosas? —pidió YonSook a su hijo al caer en cuenta de que le faltaban algunas cosas para el almuerzo.

     El alfa asintió sin rechistar y salió de su casa una vez le entregaron el dinero. Mientras caminaba por las conocidas calles, comenzó a analizar su vida. ¿Qué sería de él? A ese paso, terminaría con un o una beta, y, sin intención de ser despectivo, no era lo que quería.

     Su otra y casi única opción era TaeHyung, pero de solo pensar en él y su queridísimo BoGum, lo descartaba. Le hacían sentir tan... incómodo. Comenzaba a ver posible el hecho de que quizá, muy en el fondo, muy, pero muy adentro, tal vez sentía una ligerísima atracción por ese omega. ¿De qué otra manera podría explicar el sentimiento amargo cada que los veía? O simplemente era envidia de que él disfrutaba algo que JungKook todavía no tenía. De pensar en cualquier cosa que esté relacionada con el azabache, le dolía la cabeza.

     Llegó al mini market y caminó hasta la sección de ingredientes. Al caminar un poco más, reconoció una cabellera oscura. ¿Acaso sus madres armaron un complot? ¿De cuánto más eran capaces esas mujeres? O era una simple coincidencia, lo cual era más probable.

     A pesar de la rabia que le había causado TaeHyung la noche anterior, por alguna extraña razón, se acercó y lo saludó.

     —Buenos días, Tae... Ta... tú.

     Demonios, qué pena. Ni siquiera podía pronunciar su nombre correctamente.

     El aludido omega volteó su cabeza tan rápido, que pareció Anabelle o un búho. Sí, un búho. Esas ojeras que tenía lo asemejaban. JungKook se sintió terriblemente incómodo bajo la mirada fría de TaeHyung, aunque se tranquilizó un poco cuando vio la confusión asomar por el rostro del azabache.

     —¿Qué...? Hola, supongo. ¿Qué quieres? Si es molestar, no estoy de humor. Jódete —aclaró rápidamente el omega y se giró para seguir escogiendo pimentones.

     —¿Por qué nos odiamos?

     Doble maldición. «Jeon JungKook, ¿qué carajos?», pensó el castaño. ¿A qué demonios venía esa pregunta tan estúpida? Eso iría a la lista de las cosas más idiotas del universo entero.

     TaeHyung lo miró con dureza y soltó una seca risa.

     —¿Estás bien? Parece que no estás en tus cabales —se mofó TaeHyung, entre confundido e irritado.

     —Lo... ugh. Lo... Lo... Bien, no puedo. ¿Por qué me odias? —Disculparse era más difícil de lo que creía. Y estaba nervioso, por eso estaba preguntando cosas sin sentido.

     —Mira, imbécil. No sé qué mierda pretendes, pero si es una broma, para ya. Por fin ahora no tenemos ninguna razón para involucrarnos, así que déjame en paz. Yo no quiero saber nada de ti, ni tú de mí. Aléjate, haz tu vida, y solo quiero verte en la Universidad por mera coincidencia. Ya me has amargado toda la infancia y algo de mi vida de universitario. No me jodas más.

     TaeHyung se marchó dando zancadas y expulsando el típico aroma que emanaba cada que se molestaba. JungKook lo vio perderse por los pasillos de embutidos, hasta que reaccionó y sintió su vista desubicada de cólera.

     Él hablaba muy en serio, quería dejar atrás el odio, pero, al parecer, el omega pensaba diferente. No lo culpaba, ya que él ni siquiera había podido pronunciar su nombre o articular correctamente una disculpa decente. Sin embargo, se agradecía eso. ¿Cómo pudo siquiera pensar que ese repugnante ser podía gustarle? Qué asco, seguro lo de las noticias le había afectado la cabeza.

     Ya vería cuando regresaran a clases. Kim TaeHyung ya no lo dejaría en vergüenza, no más. Él azabache ya había tenido mucho de ser el dolor de culo. Si alguien moriría de rabia en unos meses, sería él. JungKook disfrutaría ver cómo renegaba.

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¡Estamos en el top 10 de KookTae! Jdmsbdjjsjz justo hoy que es un mal día y me alegran con esto. Los amo, no lo duden. ❤

Bye.

Roze F. Blume🌹

‹edited›

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora