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     —¡No me jodas!

     El grito de JungKook fue lo suficientemente fuerte para llamar la atención de todos los presentes en la sala de embarque.

     —¡Debe ser una puta broma! —TaeHyung no fue tan sutil (si es que JungKook lo había sido al gritar de esa manera) y elevó el tono un poco más que el mayor.

     El omega en verdad deseaba que fuera una simple broma. ¿En qué momento saldrían las cámaras escondidas? Aunque, a juzgar por los rostros de todos los presentes, no parecía que fuera una escena montada. Varias personas los miraban extrañados, y otras les decían que controlen su boca. Claramente no prestaron la mínima atención a los pasajeros que preferían esperar su viaje en paz y no con dos chiquillos discutiendo en media sala.

     JungKook, por su parte, quiso acercarse para preguntarle qué carajos estaba haciendo allí. Tenía una pequeña esperanza de que le dijera que iba a visitar familiares a Busán y no a la misma Universidad que él; eso sería tener ningún límite de infortunio. ¿No eran los dieciocho la edad donde podría librarse de esa molestia andante? Al parecer no.

     Cuando se estaba poniendo de pie, TaeHyung dio un paso adelante, causando un ligero estruendo con su suela.

     —¡Ni un paso más, HyeonKook! No quiero saber nada de ti.

     —¡Es JungKook! —corrigió, aunque sabía que era en vano: hacía once años que no lo llamaba correctamente—. ¡Y no iba por ti! ¡Iba... al baño! —El alfa se excusó y salió corriendo al sanitario.

     Eso no había sido creíble y, probablemente, había quedado como un idiota en frente de la persona que menos quería. Podría quedarse en el baño hasta que la vergüenza se le pasara. Los dieciocho, lejos de sonreírle, parecían burlarse de él.

     En la sala, TaeHyung seguía en su misma posición, preguntándose si quizás había una neurona funcional en el cerebro de JungKook o lo compensaba con una cara bonita sin más. Bueno, no podía ser tan tonto si había logrado entrar a la Universidad de Busán. Porque sí, era obvio que estaba destinado a un insufrible martirio llamado «ir a la misma universidad con Jeon JungKook», no era muy difícil de descifrar. 

     —Será imbécil. —El omega se mofó al ver que el castaño había dejado sus cosas tiradas en los asientos de la sala de espera. Sí que era un poco tonto—. Ojalá le roben.

     Cuando iba a girarse para ignorar todo lo referente a JungKook, alguien habló.

     —¿Por qué no le cuidas la maleta? Digo, es solo verla hasta que regrese —dijo un extraño chico.

     TaeHyung lo vio de pies a cabeza, con ganas de contestar de una mala forma, pero no era de buenos modales hacer eso, así que reprimió el impulso.

     —¿Te conozco? —preguntó TaeHyung con una ceja enarcada.

     —Soy Kim SeokJin —respondió el joven—. Ahora ya me conoces. Vamos, no seas cruel —animó con una sonrisa.

     —Por mí que se pudra. No me interesa.

     —Bueno, ya. —El chico se rindió al ver que era caso perdido—. Vas a Busán, ¿cierto? —El omega asintió—. ¿A la Universidad? —TaeHyung volvió a asentir—. ¿Qué facultad? —preguntó con entusiasmo.

     —Derecho.

     —¡Oh! ¡Yo igual! —Aquel chico de nombre SeokJin estaba emocionado—. ¡Hobi, ven, tendremos un compañero!

     Otro muchacho se acercó a ellos y saludó con la mano al azabache que ya tenía la expresión más suave en comparación a la que tenía hacía un rato.

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora