O36

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—No, no quiero. Mamá, tiene que haber un modo de evitar esto.

El omega estaba al borde de las lágrimas. No podía aceptar que el día había llegado, que lo inminente por fin estaba sucediendo. Ya habían viajado a Daegu y, a pesar de los intentos de TaeHyung para comprobar que aquello era un error, todo había sido en vano. El plazo se había cumplido: debían casarse ese mismo día.

Al parecer, todo estaba arreglado, incluso les sugirieron vivir juntos, pero ambos se negaron. Sus padres se habían encargado de lo básico, como conseguir los anillos y planificar la hora en la que debían ir con el juez para hacer oficial su unión. Todo se sentía como un mal sueño.

TaeHyung no podía creer que todo eso estuviese pasando; no quería creerlo. Se sentía atrapado en un laberinto que no tenía salida, sin escapatoria. Pero, ¿qué más podía hacer en su posición? Solo era un joven estudiante, condenado por alguna deidad o un mal juego de cromosomas, a estar junto a un alfa que no toleraba.

Resignado, el azabache se acomodó la camisa y la corbata, viéndose al espejo por última vez. La próxima vez que se mirara así, ya no sería Kim TaeHyung, sino Jeon TaeHyung. Al pensar en ello, dos gotas lograron su cometido de correr libres por sus mejillas. No le gustaba ver su reflejo tan débil y humillado; no le gustaba la imagen que veía de sí mismo en esos momentos, y era menos reconfortante pensar que la odiaría el doble luego de la ceremonia.

Los juegos y las risas se habían terminado, era momento de asumir su deber.

[╰⊰⊹✿ ○ ✿⊹⊱╮]

—JungKook, hijo, te ves mal —le dijo su madre.

—Porque lo estoy —respondió el castaño con la voz apagada.

—Cariño, sé que no es fácil, pero estás a media hora de casarte, y hace poco decías que te habías dado cuenta que TaeHyung te gustaba. ¿Qué pasa ahora?

El alfa suspiró, conteniendo el llanto, y se autoanalizó.

Creyó saber que ese gusto no era más que una confusión por lo mucho que disfrutó su encuentro, que no era más que una simple atracción carnal, pero eso no explicaba que, al mismo tiempo, quisiera ser perdonado por el mal trato que le había dado por tantos años. Quizá sí estaba enamorado de TaeHyung, pero su orgullo le impedía aceptarlo por completo.

Su orgullo, su maldito orgullo. ¿De qué le servía en esos momentos? Estaba a solo minutos de unirse a ese omega que había detestado tanto tiempo y no había milagro que lo salvase. La pequeña emoción del primer día después de recibir la noticia se fue reduciendo hasta convertirse en un vivo temor al futuro incierto que les deparaba a TaeHyung y a él.

—No lo sé, mamá. Es decir, tampoco es bonito el hecho de que solo nos quieran meter en una habitación y esperen que tengamos cachorros y más cachorros. Además, no sé cómo se sentirá él con esto, y lo más probable es que tengan que llevarlo a rastras.

Esa boda no sería linda, y ya se estaba preparando para un rechazo contundente. Uno nunca sabía qué esperar cuando se trataba de ese azabache. Sin embrago, por más mentalización que pudiera tener el alfa, estaba seguro de lo muy hiriente que podía llegar a ser TaeHyung y que, seguramente, lograría romperle un poco el corazón.

[╰⊰⊹✿ ○ ✿⊹⊱╮]

Ya estaban allí, de pie uno al lado del otro, con el juez al frente y el acta matrimonial al lado, sobre una mesa.

Para sorpresa de JungKook, TaeHyung no había llegado a regañadientes ni haciendo un espectáculo, simplemente tenía la mirada sombría y una seriedad imperturbable.

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora