—¡¿Así me reciben?! Ya no hay consideración. ¿Por qué, mamá? Sabes que lo detesto, lo odio. Es un asco, insoportable. Vengo acá para descansar de él y lo primero que voy a tener que hacer es verle la cara —se lamentaba TaeHyung.
—Tae, una oportunidad para ser amigos no va a matarlos —dijo su madre con calma.
TaeHyung negó rotundamente, afianzando sus manos en las manijas de su maleta. Quería gritar todavía más alto, pero seguro enfadaría a sus padres, eso si no lo estaban ya con su berrinche.
—No estoy interesado en hacer las paces con él, mamá. Si va a venir en la noche, tengo que estar descansado para poder aguantar. Los veo más tarde.
Dicho eso, el omega se encerró en su habitación. JiWoon y EunHwa se miraron y suspiraron pesadamente cuando vieron a su hijo perderse por el pasillo que llevaba a su cuarto.
Ambos sabían que, cuando su hijo era un pequeño, JungKook solía molestarlo bastante, pero nunca supieron mucho con exactitud. TaeHyung no hablaba con sus maestras sobre eso, solo les decía que JungKook lo estaba fastidiando y buscaba consuelo en ellas. Él nunca habló de lo que le decía el alfa o cómo lo molestaba, así que el origen de su legendario odio solo lo conocían ellos mismos; aunque solamente JungKook, en realidad, porque nunca le dijo al omega por qué lo detestaba tanto.
Si algo tenían que reconocerle a su hijo, era lo obstinado, terco y rencoroso que había salido.
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—Comienza por pedirle disculpas.
—No, ni loco, mamá. No quiero hacer las paces con él.
YonSook miró a su esposo y se rindió.
La familia Jeon estaba cruzando la calle para ir a la casa de los Kim, y entre tanto querían convencer a JungKook de llevarse bien con TaeHyung, pero su hijo JungKook era terco como una mula. En menos de dos minutos, ya estaban frente a la hermosa casa. Una alegre omega los recibió y los invitó a pasar. Por instinto JungKook buscó a TaeHyung disimuladamente con la mirada y se alivió al no dar con él.
—Eunnie, gracias invitarnos la cena, juro que voy a compensarte algún día. —La beta, madre del castaño y joven alfa, sonrió para su amiga en cuanto la vio.
—No es nada, Sookie. Somos amigas de tantísimos años, una cena puede ser una excusa para tener una agradable velada —dijo con gracia la omega.
—Ni tan agradable —susurró JungKook entre dientes, pero su padre alcanzó a escuchar y lo golpeó con el codo en el costado.
—Por cierto, EunHwa, ¿dónde están JiWoon y TaeHyung? Tu hombre me debe la apuesta de la vez pasada. Vaya tramposo —bromeó GunSoo.
JungKook bufó molesto, para nada contento con el recordatorio de su padre. Tan bien que estaban sin TaeHyung, en serio. ¿Quién lo necesitaba cerca?
—JungKookie, hijo, parece que no estás a gusto —habló la omega en dirección al incómodo y callado alfa.
¿Tan evidente había sido su molestia? Hasta EunHwa lo había notado, qué vergüenza. Sus padres lo miraron con los ceños fruncidos, y no era para menos: no se suponía que se comportara de forma tan inmadura a su edad.
—Oh, claro que sí, señora Kim. —JungKook forzó una sonrisa e ideó una mentira—. Es solo que estos vaqueros me quedan más ajustados que de costumbre. Al parecer engordé un poco en Busán y ya no me quedan. Incomoda en algunas zonas. —El alfa soltó un par de carcajadas falsas, contagiando a los adultos.
Dejaron el tema atrás luego de la blanca mentira del castaño y se mantuvieron en silencio en el sofá, hasta que se escucharon los pasos de los dos miembros faltantes de los Kim.
—¡GunSoo! —JiWoon hizo su aparición, acompañado de su hijo—. Hombre, tan puntual como siempre, ni tiempo me ha dado de cambiarme. Voy para allá.
GunSoo se apuró en alcanzar a JiWoon, pues éste pretendía irse a su habitación, como si no tuviese una deuda pendiente con su amigo y vecino.
—¡No te hagas, payaso, que me debes!
Las mujeres rieron, a excepción de sus hijos, quienes se miraban con un asco increíble. Pese a que estaban familiarizados a tenerse cerca, sentían ese encuentro forzado como una maldición. Terminaron por ignorarse y se sentaron a la mesa. La comida se sirvió entre charlas y risas. TaeHyung y JungKook reían y hablaban con los adultos, pero nunca entre ellos. Si uno hacía una broma, el otro ni se inmutaba; y si el otro hacía un comentario, el uno lo contradecía.
Todo iba tranquilo —relativamente—, hasta que ese tema llegó a la conversación.
—Ese edicto sigue en pie. Ya casi terminan en Seúl, lo próximo serán los alrededores. En Daegu los únicos lobos jóvenes y solteros que hay son JungKookie y Tae, lo más probable es que los junten, o puede que los emparejen con alguno que haya sobrado de Seúl —explicó GunSoo.
—No me gusta cómo suena, parece que fueran mercancía. El gobierno nos ve como sus juguetes —se quejó EunHwa.
JungKook tenía su vista fija en la comida y la cabeza baja, sin ganas de mostrar interés en esa charla que tanto odiaba que se la mencionen por teléfono. TaeHyung, por su parte, se concentraba jugando en el celular.
—Hijo, estamos en la mesa —reprochó JiWoon a TeaHyung.
El azabache miró a su padre fijamente, dudoso. Al ver que no era ningún chiste, acató. A veces sentía que sus padres se habían quedado aferrados al TaeHyung de quince años, porque no importaba cuánto creciera, siempre terminaban por tratarlo y darle órdenes como a un niño, pese a que ya era un adulto.
—Entonces, ¿puedo retirarme ya de la mesa? He acabado.
—No, hijo. Siéntate —dijo EunHwa.
—¿Por qué?
—Porque yo lo di...
—Porque tenemos algo que tratar, TaeHyungie —YonSook cortó a EunHwa a tiempo.
El omega resopló y volvió a tomar asiento muy en contra de su voluntad. De hecho, era mejor así: si se iba, se vería muy descortés. Hablar del emparejamiento siempre lograba ponerlo nervioso.
—No quiero hablar sobre nada si es para que me una con su hijo —dijo el omega con firmeza.
JiWoon miró consternado a TaeHyung. Eso era otro nivel. YonSook parpadeó y carraspeó pidiendo ayuda a su marido, fue ahí cuando GunSoo intervino.
—Tae, es mejor emparejarte con alguien que conoces...
—Yo ya tengo a alguien —rebatió —. Su nombre es Park BoGum. No es necesario que sigan intentado relacionarme con... bueno, él. —TaeHyung señaló a JungKook, quien todavía no se atrevía a levantar la mirada.
El alfa inhaló y exhaló. Una cólera indescriptible debido a su aplastado orgullo se apoderó de él y sintió su sangre hervir. Apretando los puños y sin poder controlarse correctamente, se levantó de la mesa y dijo con voz de mando:
—También tengo a alguien. Ya no me lo mencionen como pareja.
Y, diciendo eso, salió de la casa, dejando a todos anonadados por la potencia de su voz.
«¿Qué demonios le ocurre?», pensó el azabache, pero no obtuvo respuesta.
Roze Blume 🌹
‹edited›
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Extinción ©
FanfictionKV┃completa. ❝Alfas y omegas se están extinguiendo. Para prevenir eso, los gobiernos de varios países en el mundo imponen la unión de alfas con omegas para así incrementar la población de almas lobunas, y eso llega hasta Corea del Sur; específicamen...