La rutina volvía a repetirse. Alrededor de dos semanas y algo más habían pasado entre pequeños encuentros y detalles que salían de un lado de JungKook que TaeHyung jamás creyó que tendría. Notas, aperitivos, dulces en su carpeta o que el mismo castaño hacía entrega, y más. TaeHyung no era malagradecido, le compraba el almuerzo cuando se veían y realmente le conmovían los lindos gestos de JungKook, pero incluso después de todo ese tiempo, nunca tocaron el principal tema que llevó su relación en picada. Ni uno ni otro se atrevía a mencionarlo, pero alguien tendría que tomar ese paso.
TaeHyung no quería pensar en ello por el momento.
—¿Qué será hoy? ¿Almuerzo o postre?
TaeHyung miró a HoSeok y negó ligeramente en lo que una risa se le escapaba.
—Es un interesado, hyung.
—Un poco, tal vez.
Omega y beta caminaron hacia su salón para encontrarse con SeokJin, mas a uno de ellos no le fue posible llegar a su destino por un motivo que tenía nombre propio. Jeon JungKook levantó su mano a modo de saludo al verlo, siendo correspondido por un confuso azabache que en realidad no quería ignorarlo, pero tenía clases en menos de cinco minutos. Además, su facultad todavía estaba un poco lejos.
—Hola —dijo el mayor cuando la distancia entre ellos se acortó.
—JungKook, ¿qué tal? Yo, eh... tengo clases justo ahora. ¿Qué pasa?
El castaño asintió repetidas veces, destilando nervios tanto en sus feromonas como en sus actos. No era difícil distinguir ese peculiar aroma para TaeHyung, pues incluso las notas que dejaba o los dulces quedaban con parte de esa fragancia.
—No quiero hacerte llegar tarde entonces. Toma.
JungKook le entregó un vaso de cartón y, una vez el omega lo sostuvo, se fue de allí con una sonrisa. TaeHyung quedó inmóvil como las tantas veces que el alfa le obsequiaba algo. Era tan extraño recibir amabilidad de su parte cuando estaba acostumbrado a miradas frías e insultos que iban y venían de ambas partes. Eso lo convertía un poco incómodo, sobre todo porque el azabache sentía que quedaba en deuda con él y detestaba deberle a alguien, y más si se trataba de Jeon. Sin embargo, cada detalle lograba emocionarlo al punto de sonreír como un idiota.
—Un cappuccino. Ah, esperaba robar tu almuerzo de hoy —expresó HoSeok con decepción.
TaeHyung rio y se alejó de manera juguetona de su amigo, simulando proteger su bebida. Esa mañana solo había alcanzado a mordisquear un pan con jalea, y JungKook, oportunamente, había completado su desayuno con una bebida caliente. Una cosa más por la cual agradecerle.
No contaba el azabache con el hecho de que cada vez era más y más difícil de llevar el peso que desde siempre cargaba, y la cercanía de JungKook era como echar sal a la herida. Era muy similar a una bomba de tiempo, y en el momento menos esperado daría señal de alarma.
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—Oh, ¿y cómo sabías que le gustaba el cappuccino?
—Excelente pregunta, hyung. Desgraciadamente, no tengo idea. Fue un impulso. ¿A quién no le gusta?
NamJoon palmeó la espalda de su menor y no se molestó en moderar el volumen de su carcajada. JiMin se sumó a las risas, abochornando al menor levemente. Sabían de lo que JungKook estaba haciendo desde unas semanas atrás, y aunque parecía ir por buen camino, la pareja coincidía en la idea de que el alfa tenía que empezar por lo básico: disculparse y dar una explicación que el azabache merecía. Sin embargo, JungKook insistía en que esperaba el tiempo adecuado, aunque sus dos amigos sabían que era una excusa para ocultar el temor al rechazo que, según él, era inminente.
—¿Será así toda la vida? —preguntó NamJoon.
—¿A qué se refiere, hyung?
—¿Hasta cuándo vas a esperar para hacerlo?
El semblante del alfa decayó y se encogió de hombros. Siempre recurría al silencio cuando le hacían aquella pregunta. Tal era su incomodidad o falta de repuesta, que callaba y evitaba responder. Una sola vez confesó a sus mejores amigos qué lo atormentaba, pero de ahí no más. Ambos entendían el miedo del castaño, pero si no lo afrontaba podría traerle consecuencias que terminarían arruinando lo que estaba construyendo bloque a bloque con TaeHyung. JungKook lo sabía, pero sentía que sería mejor esperar un poco más, y a la siguiente vez creía que otro poco de espera sería mejor. La sucesión podía ser infinita, y JiMin y NamJoon estaban preocupados por eso.
—Lo hacen tan difícil —murmuró el pelirrojo.
El castaño había seguido el rumbo sin detenerse a esperar al par. La pareja se detuvo, viendo cómo JungKook se alejaba arrastrando los pies y con la cabeza baja.
—Ellos son difíciles —respondió el mayor—. ¡Hey, JungKook!
El beta mayor corrió hasta dar alcance al alfa, pasando su brazo por su cuello y sonriendo como si su charla anterior no hubiese existido. JiMin sonrió al verlos, como si fuera un padre orgulloso. Él le estaba poniendo empeño a esa pareja, pero había cosas en las que no podía meter sus narices; cosas muy íntimas entre ambos. Esperaba que, con el tiempo —no dentro de mucho—, ambos se dieran cuenta y dejaran sus miedos atrás para darse la oportunidad tan buscada y esperada. Ninguno de los dos era mala persona, al contrario, cada uno tenía sus cualidades y eran jóvenes que tenían tanto para ofrecer. Lo que haya ocurrido en su pasado debería quedar allí, y que, después de dejar las cosas claras, ellos pudieran darse el tiempo para conocer el lado positivo del otro.
Ya había sido suficiente. Uno de los dos no lo soportaría más y cedería.
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Demoré un poco con este capítulo por ser nuevo. Creo que este será el último, ya lo demás será de la antigua versión.
¡Gracias por leer! Espero poder seguir subiendo los demás luego de publicar este. ♡
Bye.
Roze Blume 🌹
‹edited›
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Extinción ©
FanfictionKV┃completa. ❝Alfas y omegas se están extinguiendo. Para prevenir eso, los gobiernos de varios países en el mundo imponen la unión de alfas con omegas para así incrementar la población de almas lobunas, y eso llega hasta Corea del Sur; específicamen...