Honestamente, al rey le importaba una mierda si su hijo se casaba con el menor o el mayor de los Jung, mientras fuera uno de estos estaba bien. Aunque había una cosa que lo tenía algo inquieto: el tiempo. Quería casar a su hijo para su cumpleaños diecinueve, que sería en menos de un mes, pero ese omega los cumplía en noviembre, por lo cual, la cosa se complicaba un poco.
Cuán grata fue su sorpresa al recibir nuevamente la visita del señor Jung, hablándole de las ventajas enormes que en realidad, él tendría, si se casaba con el otro hijo, el que ya era mayor de edad. Él, como buen monarca, sospechó de algo extraño, aunque no necesitó indagar por su cuenta pues el mismo señor Jung argumentó que el muchacho había encontrado a su pareja destinada sin que nadie lo hubiese premeditado, y que además, estaba embarazado.
El rey, apegado a su imagen serena y metódica de manejar el reino, imagen que le había dado mucha popularidad, tomó la decisión de aceptar el cambio del señor Jung, pero para reafirmar su posición de autoridad, amonestó al hombre monetariamente por mentir en un principio, y exigió que el matrimonio se adelantara para la fecha que había planificado desde antes, el nueve de agosto. MinGi aún no sabía la noticia, pero seguro que el chismoso del hijo de su consejero ya se había encargado de informarle algunas cosas.
Es que no podía rechazar a una de las familias más ricas del mundo en la actualidad. El señor Jung era austero, pero su imperio valía millones. Y bueno… los fondos del reino eran muchos, pero no tanto como los de Jung. Y ni siquiera eso era lo importante, sino que el hecho de que la empresa se dedicaba a la alta tecnología. Si se aliaba a una familia así, y que además ya había estado en el trono antes, él podía unir lo tradicional con lo moderno. El país, iba a surgir como nunca antes.
Y todo gracias a la unión de su hijo con el omega de los Jung,
MinGi tenía todo esto muy claro también, porque no quería defraudar a su gente, y por eso, pensaba muy bien las cosas. Ahora, de hecho, se encontraba en su biblioteca personal, sentado junto a SeongHwa en la gran mesa de estudio. Esta era tan grande que era gracioso verlos uno al lado del otro. Ambos bebían café (sacado de una elegante cafetera Nespresso que tenían dentro del lugar), y SeongHwa, en particular, parecía una estatua, mirando fijo hacia la nada.
—¿Pasa algo? —le preguntó. Hace días que su amigo andaba extraño.
SeongHwa tardó en hablar, como si hubiera procesado las palabras del príncipe en velocidad lenta.
—Es sólo que… pareciera que fue ayer cuando solo nos dedicábamos a estudiar astronomía o matar conejos por el bosque —filósofo su amigo, letárgico—. Pero ahora usted está apunto de casarse, y yo pronto seré su consejero real.
—Hablas como si tuviéramos cuarenta años, SeongHwa.
—Bueno, pronto los cumpliremos.
—Tienes veintiuno. Faltan veinte años para eso.
—Faltan diecinueve, su alteza. Para ser un buen rey debe saber sumar correctamente…
—Y tú como consejero debes dejar de decir cosas sin sentido, SeongHwa —el aludido se quedó mirándolo perplejo, con la boca entreabierta—. Entonces ¿Qué es lo primero que debería decirle a mi omega?
MinGi había pensado en eso los últimos días. No quería dar una mala impresión, sobre todo siendo tan popular entre los omegas del país.
—Por favor no sea pretencioso con él —le aconsejó SeongHwa—. Recuerde que debe ser un rey humilde y con conciencia de clase.
MinGi analizó lo dicho por su querido amigo, y explicó su idea inicial.
—Yo quería cazar un jabalí como ofrenda hacia él, para así demostrarle mis capacidades proveedoras de alfa lider.
SeongHwa lo siguió observando, con su rostro cada vez más perplejo. Si el mayor mantenía la boca así de abierta, pronto se comería algún insecto volador, y MinGi se reiría de él durante meses.
—Es buena idea —concordó el tipo, asintiendo—, pero en nuestro bosque no hay jabalíes.
—Oh, tienes razón —MInGi se estaba dejando llevar por sus ideas raras—. Mejor le escribiré un poema a su hermosura. No tengo tiempo para viajar a… a… a donde sea que vivan esas cosas.
—Pero alteza, usted no lo conoce —le recordó el mayor—. ¿Cómo va a escribir un poema a su físico si nunca lo ha visto?
—Cierto —dijo MinGi, y pensó en qué otra cosa podía hacer—. ¿Y si hago el ritual de unión ancestral? Mi abuelo lo hizo y su omega le dio trece hijos —comentó acordándose de aquel día en donde su abuelo, ahora fallecido, le contó aquel suceso como si fuera un cuento para antes de dormir. Fue bastante explícito al describir los hechos, tanto así que MinGi esa noche tuvo pesadillas
—No haga eso, que ya pasó de moda —contestó SeongHwa tajantemente.
MinGi bebió de su café hasta la última gota. Había pasado tanto tiempo desde que SeongHwa lo sirvió que ahora este se había helado.
—Pero ahora están de moda las cosas vintage —explicó al mayor, dando un suspiro ansioso—. Seguro que él debe ser un omega muy vanguardista, de esos que viste a la moda y que apoya a las parejas del mismo rango. Alfas con alfas, omegas con omegas, y eso.
—Con mayor razón —contra argumentó SeongHwa—. A los omegas así no les gustan esos rituales. Por como están los tiempos, no creo que a su omega le agrade verlo bailar desnudo y bañado en sangre de ciervos.
MinGi le halló otra vez la razón a SeongHwa, concluyendo que él sería un gran consejero a futuro. Ojalá encontrara a un buen omega, uno tan perfecto como el suyo.
O al menos eso esperaba.

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IDEAL [yungi]
FanfictionSe suponía que el perfecto y adorable WooYoung iba a ser el nuevo príncipe omega y futuro gobernante del clan de Corea del Sur. Se suponía que el chico bonito y ejemplo de omega ideal, debía casarse con el alfa heredero al trono: Song MinGi. Debía s...