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La habitación de los recién casados se hallaba en uno de los pisos más altos del castillo, era muy grande y clásica, con una cama inmensa en el centro, dos mesitas de noche a cada lado, un mueble cosmetiquero con un gran espejo, y una ventana que daba a un balcón con una vista a los terrenos del castillo y parte de Seúl. Tenía dos puertas aparte de la de entrada: una en donde estaba en baño, y la otra para guardar la ropa, como si fuera un enorme armario. Al ser ellos recién casados, esta se hallaba vacía. 

Pero ya tendría la ropa de YunHo, probablemente, quien dormiría y haría otras cosas allí desde ahora en adelante. Él se sentía, sin embargo, cada vez más mal, y ni el olor a castaño de MinGi lo calmaba. Es más, se hallaba en la entrada del lugar, estático, sin saber qué demonios hacer, mientras que MinGi había ido al balcón a observar el paisaje nocturno tranquilamente.

Unos golpecitos en la puerta hicieron a YunHo saltar en su sitio, y MinGi, al escuchar el sonido, se acercó a la entrada, muy cerca del omega, quien tuvo que hacerse a un lado para que este pudiera abrir. Una beta le entregó ropa de dormir para ambos, hizo una reverencia de noventa grados, y se marchó del lugar.

—Su pijama, joven Jung —indicó MinGi entregándole una de las piezas de ropa que tenía en las manos. YunHo, en el momento que la recibió, se percató de que él mismo estaba temblando—. Oh, ¿Usted está bien? —se preocupó el alfa agarrando una de sus muñecas.

MinGi era así, invasivo e intimidante, porque tenía que comportarse como un alfa de alto rango, debía demostrar corporalmente su poder. Y el joven Jung era su esposo, así que podía tocarlo así y de muchas otras formas… formas que no haría, porque él no era un enfermo, de todos modos. Él supo de reyes y príncipes que tomaron por la fuerza a sus omegas, cosa que él encontraba detestable en todos los sentidos. Prefería tener un harem a obligar a Jung YunHo a hacer algo no consensual durante su celo.

Pero eso YunHo no lo sabía, así que de inmediato esquivó su toque. Eso hizo sentir un poco extraño al príncipe, quien por primera vez en su vida era rechazado por alguien. Él incluso tuvo más de cuarenta pretendientes, y justo su marido se asustaba con un simple toque en su muñeca. 

—Estoy bien —respondió YunHo de inmediato.

MinGi ignoró lo ocurrido y se sentó el la cama. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Acostarse junto a YunHo? Su padre había vivido de el mismo modo este momento desagradable? ¿Acaso su madre, la misma que le recomendaba embarazar a YunHo esa misma noche, también rechazó así a su padre? MinGi estaba confundido por mucho que hubiera hablado con SeongHwa sobre lo que debería hacer.

—Puede cambiarse en el baño —al fin se le ocurrió decir. YunHo, con los ojos muy abiertos, caminó rápido hasta allá, abrió la puerta y dio un portazo que no tenía planificado dar.

No sabía qué hacer tampoco, temblaba del susto, necesitaba a WooYoung, lo extrañaba, y ese alfa estaba dispuesto a pasar la primera noche con él de forma íntima, de tener con él relaciones sexuales. YunHo no era virgen, pero esta situación era distinta a las demás. Su matrimonio era por conveniencia y no fluyente, como si MinGi y él fueran robots o personajes de una teleserie turca.

Si tan sólo su lobo no fuera tan obstinado en sus emociones, si no lo estuviera agotando mentalmente, él no se sentiría así. Pero allí estaba, cambiándose la ropa a un pijama tan suave que lo hacía sentirse desnudo.

La tela era gruesa y no se transparentaba, y eso le dio el valor para volver a salir. Sin mirar a MinGi, quien se cambió de ropa mientras él estaba dentro del baño, fue al armario enorme y dejó su lujosa ropa matrimonial.

Apenas volvió, MinGi dijo:

—¿Quiere que llame a un médico? Está muy pálido y sigue temblando.

—Sólo quiero descansar, el matrimonio me dejó exhausto —respondió YunHo sabiamente. Era una buena excusa (y cierta) para no consumar la situación. 

—¿Es porque lo toqué, cierto? —por muy pequeños que fueran sus ojos MinGi tenía en esos momentos una mirada inquietante y que lo hacía imponerse incluso estando sentado.

YunHo, ahí de pie, no quería ser evidente respecto a su incomodidad. Se suponía que debía ganarse la confianza del príncipe para que su matrimonio no fuera una pesadilla, y ahí estaba echándolo a perder todo gracias a su lobo descontrolado.

Había discutido con sus padres, no quería hacerlo con MinGi también.

—No… es que… 

Tampoco podía decirle que era por WooYoung. Demonios, su hermano era a quien menos quería nombrar, sobre todo porque había cometido la desfachatez de irse con otro alfa. 

MinGi, de pronto, pareció entender algo, o creyó entenderlo, pues abrió mucho sus ojos y boca, para después empezar a apuntarlo.

—¡Oh, ya sé! —exclamó el alfa.

—¿Eh? —YunHo volvió a dar un saltito.

—¡Usted… usted…! —de pronto MinGi se puso muy nervioso y sus mejillas se tornaron rojas— ¡Usted tiene síntomas de celo!

YunHo pudo hasta sentir como su propia cara se ponía de todos los colores y que su sangre se le iba a la cabeza… pero de la rabia. ¿Celo? Al contrario, él tenía lo opuesto al celo. Estaba tan poco conectado con su lobo que olvidó el hecho de que se había casado recién con el príncipe heredero al trono para salvar a su familia, misma familia que lo planificó sin siquiera consultárselo antes. Tanta rabia acumulada que no pensó en las consecuencias de sus propias palabras al responder a Song MinGi, su esposo, lo siguiente:

 —¿Celo? ¿Crees que tengo el celo? Oh dios, ¡Yo ni siquiera quería casarme contigo! 

Hubo un silencio en que Song MinGi procesó la respuesta como si YunHo hubiera hablado en otro idioma… un idioma que él no conocía, claro.

Mierda, ¿Acaso él no sabía que antes de YunHo, lo iban a casar con WooYoung?

IDEAL [yungi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora