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Jung YunHo. 

Ese era el nombre de su omega. MinGi recordaba haber visto a los hermanos Jung muchos años atrás, cuando su padre todavía lo dejaba aparecer en eventos sociales. Después dejó de hacerlo, y MinGi nunca supo la razón hasta hace poco: amenazas de secuestrarlo, en resumen.

En fin, que así se llamaba y el lobo de MinGi olfateaba con discreción, viendo hacia todas las direcciones de la casa, agudizando sus sentidos en búsqueda del mayor, a quien honestamente no recordaba. O sea, tenía las imágenes de ambos niños Jung en la cabeza, pero no podía identificar cuál era su futuro esposo.

Qué curioso. YunHo tenía los diecinueve años cumplidos, mientras que él todavía no. La diferencia no era mucha de todos modos, pero eso lo intimidaba un poco. Su madre omega era unos meses menor que su padre, y creyó que en su caso sería similar. En todo caso daba igual, pues habían nacido el mismo año.

¿Por qué pensaba en esas cosas mientras sus padres hablaban con su futuro suegro sobre su propio matrimonio, mientras esperaban que la señora Jung volviera con quien sería su omega? MinGi estaba tan nervioso que apenas había saludado a los Jung de reverencia y sin decir palabra alguna, además de que sus sentidos, en extremo agudizados, lo habían sensibilizado respecto a los olores. Tenía un montón de fragancias invadiendo su nariz, tanto que se sentía aturdido. 

Deseaba que SeongHwa estuviera con él en ese momento, pero el muchacho no podía acompañarlo a eventos de tal envergadura por no tener un real cargo… aun.

Su madre hizo un comentario que hizo reír efusivamente al señor Jung, tanto que parecía estar fingiendo, mientras que la omega de la casa, de pronto, llegó junto a un hombre muy alto (más alto que el mismo MinGi, incluso) y bien vestido. Era un omega imponente: de cabello oscuro y mirada intensa que solo se dedicaba a observar el suelo. Sus mejillas rellenas, labios finos y ojos profundos no tenían para nada la típica chispa sumisa de un omega, y al fin ordenando su impulso instintivo, MinGi detectó olor a begonias.

Así que él era Jung YunHo.

¿Cómo se detectaba a una pareja destinada? Fue lo primero en que MinGi pensó al observar con detenimiento al muchacho. YunHo tenía desplante, pero no había provocado un gran impacto en MinGi. Claro, sería su esposo, y quizás eso mismo volvía las cosas incómodas. Mas no lo conocía, y tendría que pasar la noche de bodas con él, y en la misma cama matrimonial creada especialmente para ambos. Qué incómodo, si lo pensaba de ese modo, sobre todo porque MinGi con suerte había dormido en su infancia un par de veces con SeongHwa. Ese omega había llegado a invadir su cómoda vida, su solitaria vida, llena de estudios, deportes y juegos. MinGi sería un adulto de ahora en adelante.

Aunque… su lado dominante (al fin y al cabo era un príncipe alfa) deseaba oler a ese omega desde más cerca, como por ejemplo, el cuello. YunHo lo llevaba totalmente descubierto, y si no fuera porque su padre comenzó a hablar, distrayéndolo de su análisis al omega, MinGi, sin ningún tipo de vergüenza, habría hundido el rostro allí de pura curiosidad.

MinGi era un poco invasivo respecto al espacio personal incluso cuando estaba nervioso.

—Su alteza —MinGi dejó de mirar a YunHo y se concentró en su futura suegra, quien tenía una gran sonrisa y había comenzado a hablar—, él es Jung YunHo, mi hijo mayor— los presentó.

MinGi recordó todas las cosas que sus padres le indicaron hacer (y que no tenían relación con sus propios planes de conquista): primero, debía saludar con una leve reverencia a los padres de su omega (cosa que ya había hecho), luego, hacer otra de noventa grados al joven, y esperar que él respondiera del mismo modo.

YunHo, por suerte, lo hizo de inmediato. Él aún no se atrevía a mirarlo a los ojos, pero sí respondía al protocolo. Seguro estaba tan nervioso como MinGi, quién no se ofendió por aquello. De hecho, sintió unas agradables ganas de hacerle sentir bien. El omega era muy tímido, y la fiereza en su mirada lo hacía sentirse dispuesto a seducirlo. A él, quien nunca tuvo un contacto real con omegas antes.

—Es un honor para mí conocerlo, joven Jung —recitó MinGi buscando su mirada, sin resultados positivos—, y es un honor saber que en pocos días usted será mi omega… aunque me gustaría que sus ojos conectaran con los míos.

Al parecer su frase descolocó a la señora Jung, quien miró nerviosamente a su hijo, y luego soltó una risita incómoda aclaŕandole a MinGi que:

—Es la situación, compréndalo. Mi hijo debe estar obnubilado por su presencia… 

YunHo escuchó la última frase de su madre y al fin salió de su ensimismamiento, ya que seguía con el conflicto interno entre su lobo y su lado racional todavía, porque este sí parecía impresionado del alfa MinGi y su olor profundo, tan potente que lo tenía aturdido y sin siquiera escuchar del todo a su alrededor. Independiente de si iba a ser su esposo, MinGi irradiaba una energía muy poderosa. Su madre tenía razón, él estaba obnubilado gracias al alfa.

Pero YunHo no se dejaba intimidar por cualquier cosa, así que por muy príncipe que fuera MinGi, al fin alzó la mirada, y lo vio a los ojos.

MinGi seguía teniendo las mismas facciones de su infancia: ojos pequeñísimos, nariz puntiaguda y rostro alargado, sin embargo YunHo no recordaba que sus labios fueran tan gruesos. El príncipe, a pesar de ser un alfa poderoso, era tan bonito que inspiraba cierto grado de ternura. Algo en él reflejaba inocencia, sobre todo cuando sus ojos conectaron, pues YunHo pudo notar que independiente de ese traje formal, el peinado con un tupé sensual, ese cuerpo atlético y la mirada fija, había un adolescente inexperto en todos los sentidos.

HongJoong tenía razón, él definitivamente podría manejarlo.

—Lo lamento —se disculpó sin dejar de mirar al joven—, no quería ser tan evidente.

YunHo sintió que había ganado una batalla cuando MinGi sonrió.

IDEAL [yungi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora