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El nueve de agosto amaneció muy caluroso y el castillo real estaba lleno de gente de distintos países y lugares de Corea del Sur. Todos empezaron a llegar unos días antes para la gran boda y a la vez cumpleaños del príncipe MinGi. Los Choi también habían sido invitados, así como los Kim, los Kwon y los Park. Incluso los Jung, pero que no eran consanguíneos de la familia de YunHo sino que de Daegu. Y aun así, WooYoung junto al doctor Kang no fueron invitados.

YunHo supuso que su hermano lo vería por televisión. Lo vería con el extraordinario traje que HongJoong había elegido para él, y también notaría su cabello ahora teñido de rubio especialmente para la ocasión.

—Te ves elegante —reiteró su madre, mientras viajaban en el auto para llegar a la iglesia que se encontraba dentro del mismo terreno. El señor Jung iba conduciendo, la mayor iba de copiloto, y HongJoong junto a YunHo iban detrás—. Pero si no caminas erguido vas a parecer un omega corriente.

—Caminaré bien, madre —dijo YunHo con voz cansina.

—Recuerda sonreír, para que los periodistas no tengan de qué hablar mañana, esas malditas hienas.

—Lo haré —obedeció sin chistar.

—¿Por qué no va a sonreír, de todos modos? —preguntó su padre buscando el estacionamiento exclusivo preparado para ellos—. Se casará con el príncipe, es el mejor día de su vida. No tiene ninguna razón para no estar feliz.

HongJoong bufó en desacuerdo.

—Eso lo dice, y lo menciono con todo el respeto del mundo, solo porque es un alfa. Yo estaba tan nervioso para mi matrimonio que incluso bajé diez kilos y no dormí esa semana, seguro la señora Jung está de acuerdo conmigo… imagínese cómo debe estar su bebé, que desde ahora además será un príncipe.

La verdad, es que HongJoong ahora tampoco había dormido mucho. De hecho se hallaba mucho más nervioso que en su propia boda, pero no lo diría en voz alta, o no al menos frente a los padres de YunHo.

—No voy a negarlo —asumió la única omega mujer en el auto, con una risita traviesa y la mirada ensoñadora—, recuerdo que tomé unos calmantes ese día.

YunHo, en silencio, solo se dedicó a escuchar lo que sus padres y el asesor charlaban. Al bajarse del auto y antes de partir con sus padres por otro lado del castillo, HongJoong lo apartó de los Jung y dijo:

—Todavía hay tiempo si es que quieres usar el otro traje. Yo entiendo que este es un poco incómodo para ti… 

YunHo lo interrumpió:

—Estoy bien así, gracias hyung.

—Puedo llamar a las chicas y ellas vienen en menos de quince… —insistió HongJoong, nuevamente siendo interrumpido por Jung.

—Tranquilo. En serio, ¿Estás bien tú? Te noto un poco extraño —consultó un tanto divertido al ver su euforia.

HongJoong no quería poner más nervioso al joven, y menos a sí mismo, así que formó una hermosa sonrisa en sus labios y suspiró enérgicamente.

—TIenes razón, me iré a la iglesia. Te veo allí, brillando como el sol que eres.

Hizo una reverencia, que fue interrumpida por YunHo. El joven se acercó a él y le dio un inesperado abrazo.

—Gracias por todo hyung —murmuró en su oído para luego soltarlo, y sin esperar una respuesta, se alejó rápidamente.

YunHo comprendía a medias el estado del asesor de imagen, él no conocía del todo su historia, o al menos no lo juzgaba. Pero HongJoong a cada paso que daba camino a la iglesia, como siempre totalmente solo, sentía que vivía un sueño. Esa iglesia a la que entró vestido con una túnica dorada carísima, un montón de horquillas de mariposas en su cabello, y un traje entero de seda verde musgo, lo hacían verse como un omega de prestigio.

Quién iba a pensar que un hombre como él, destinado a la prostitución, iba a estar sentado en segunda fila en el matrimonio del príncipe rodeado de gente culta y sofisticada, de manadas antiguas y con poder. De omegas a la moda, que sabían leer y escribir rápidamente, y no como él que apenas podía escribir su nombre.

Se sentó en la banca que le correspondía, justo en la esquina, preguntándose quién estaría al lado suyo. Ojalá fuera un omega para poder conversar con él, pensó, quizás podría hacer amigos nuevos allí. Aunque cada gente que venía llegando, o los que estaban atrás de él, lo observaban con cierto recelo. Claro… él después de todo era un miserable cazafortunas, un pobre oportunista.

Sintió un poderoso aroma familiar, aquel que lo impresionó días atrás en casa de los Jung, deduciendo que el príncipe había llegado a la iglesia. Sin embargo no pudo oler a YunHo cerca. Probablemente el muchacho se estaba haciendo de rogar… 

Un peso sobre su túnica le hizo notar que alguien se había sentado junto a él. En efecto, tres personas ocuparon la banca, completando la ese lado de la segunda fila. Era una familia, porque los tres charlaban animadamente, aunque a un volumen moderado, como si se conocieran desde siempre.

Pero quien se sentó al lado suyo, un hombre joven y vestido muy elegante, estaba aplastando su lujosa túnica con el trasero, el muy tonto descuidado. Era un alfa... obviamente, un alfa que traía consigo ese olor familiar. ¿Acaso no olía así el príncipe MinGi? Qué raro.

—Oh, por dios… —exclamó dramáticamente, llamando la atención del tipo. 

—¿Disculpe, me ha dicho algo? —inquirió este solemnemente viendo a HongJoong de arriba a abajo. 

Su voz era grave y de acento suave, educado. Se notaba que era un hombre de familia importante, sobre todo por estar ahí, junto a él. 

—Está aplastando mi túnica —indicó el omega, apuntando a las piernas del alfa.

El joven vio sus propias piernas y notó que en efecto, la túnica de HongJoong se había quedado atrapada bajo estas.

—Oh, ya veo. Lo lamento, joven —el joven liberó una risita incómoda que hizo que a HongJoong se erizara la piel, y se levantó quitando la tela que había aplastado. Luego, volvió a ver a quienes lo acompañaban.

—¿Qué es lo gracioso? —inquirió de pronto HongJoong, serio.

—¿Eh? —soltó el alfa, volteandose otra vez hacia su dirección.

—Le he preguntado qué es lo gracioso —reiteró HongJoong.

La sonrisa genuina del alfa cambió a una mucha más incómoda, pues se encontraba totalmente perplejo.

—Eh, nada en particular —respondió aun con ese tono despreocupado.

El joven iba a retomar nuevamente la conversación con su familia cuando HongJoong volvió a hablar.

—Usted casi daña mi lujosa y carísima túnica con su trasero, y lo único que hace es reírse —se lamentó con un tono despectivo—. No me extraña de un alfa, de todos modos.

El alfa no respondió, y ellos no se hablaron más durante toda la ceremonia.


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El proximo capítulo es la bodaaaaa uwu

IDEAL [yungi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora