D o c e.

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"Buenas vibras".




Le tomó, con exactitud, quince minutos y tres vueltas a la manzana convencerme para que lo dejara llevarme de nuevo a mi casa.

Después de tanto correr y escuchar su irritante acento a mis espaldas, cedí a su pedido cuando no se le ocurrió mejor idea que lanzarme pequeñas rocas para que le prestara atención. Acción que tuvo su reacción, y con eso me refiero a una buena patada en sus muslos acaramelados.

Seguido de una disculpa, y un "entra al auto, por favor".

—Oye, tienes un nombre muy bonito.

Rodé los ojos, aceptando el cumplido con una sonrisa fingida, devolviendo mi mirada a la ventanilla del vehículo. Ignorando por completo el rubor que había asaltado mis mejillas ante ese comentario.

No habían pasado ni dos horas de haber convivido con el que ya se había tomado el atrevimiento de soltar ese tipo de comentarios cada cierto tiempo. No sabía decir con exactitud si realmente eran halagos o solo era una manera de evitar que nos quedáramos en silencio.

Solo sabía que me había sonrojado más veces de las que me gustaría admitir y que rogaba al cielo que el no notara los matices rojos que mis mejillas y orejas habían adoptado por su culpa.

—Tienes que doblar a la derecha—Anuncié cuando reconocí una de las calles. Más no se encontraba cerca de mí casa.

El asintió, frunciendo el ceño cuando nos encontramos frente a un boulevard, mirándome con interrogante cuando desabroche el cinturón, señalándole con la mirada que copiara mi acción.

El pequeño y viejo boulevard siempre fue mi lugar favorito. Lugar que había encontrado de manera accidental luego de que una fiesta no haya terminado como yo esperaba.

—Vamos.

Bajé del automóvil, acomodando los pliegues de mi falda antes de voltear hacia el, quien miraba al rededor con una mueca de disgusto tiñendo su rostro.

—¿Vives aquí?—Preguntó.

—Claro que no, idiota. Aquí venden las mejores pizzas y tú —Lo señalé—Me comprarás una.

Caminé hacia la tienda sin esperar una respuesta de su parte.
La calma se fue apoderando de mí con cada paso que daba, haciendo que me preguntara a mi misma:

¿Por qué no has venido? ¿Por qué ahora?.

Y me sentí más inútil que de costumbre al no encontrar ninguna respuesta que encajara con las preguntas.

Quizás fue un deseo inconsciente, las ganas de sentir el peso en mis hombros más livianos y que mis pensamientos se perdieran entre las grietas de los viejos locales que me rodeaban.

—Es un lugar extraño—Comentó posicionándose a mi lado, resguardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta anteriormente maltratada por mi.

Asentí, dándole la razón. Y también, guardandome la explicación sobre este lugar. Porque a pesar de que no lo había dicho en voz alta, la curiosidad por saber cuál era la historia detrás de este lugar estalló en cuanto sus orbes decorados con lentillas chocaron con los míos.

DORK || Im Jaebum || [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora