C u a t r o.

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"Payaso".

      

Ya cambiada y con un humor renovado, bajé la escaleras fingiendo lanzar flores al aire mientras tarareaba una melodía inventada por mí.

Papi y Lola me observaban con la burla tiñendo sus orbes, murmurando entre risas cada vez que soltaba un chillido de felicidad.

—Parece algo increíble—Murmuro Papi acercándose a mí—No pareces tú.

Me encogí de hombros, acomodando mi mochila sobre mi espalda.

—Es la magia del amor—Respondí con simpleza, haciendo que soltara una risita cargada de diversión.

—Ay hija mía, si tu padre y yo alguna vez nos vemos como tu haznos el favor de desmayarnos de un golpe.

Una mueca exagerada de indignación se apoderó de mi rostro, haciendo que no solo se riera más fuerte, si no que también amagara a tomar su teléfono para tomar una foto, posiblemente para mandarsela a Papá para que el también se burlara de mí.

—¿Sabes qué? Me voy.

Caminé pisoteando con fuerza hacia la puerta, sacándole la lengua de manera infantil antes de salir de la casa. Conteniendo las ganas de sonreír.

Amaba a mis padres, a mi hermana, a mi familia en general.
Este tipo de burlas inocentes era algo tan común en nosotros que era estupido enojarme con ellos.

—Hola, muñeca.

Di un pequeño saltito de la sorpresa, girando mi cuello de manera antinatural para dar con el dueño de aquella voz.

Fletcher estaba junto a la entrada de mi casa, con su espalda recostada sobre el muro con una sonrisa tan relajada como coqueta.

Tuve que cerrar la boca, pues cada día que pasaba se ponía más guapo y a veces contener la saliva dentro de mi cabidad bucal era una tarea complicada.

Sonreí, pellizcandome un muslo de manera disimulada -para salir del estado de ensoñación en el que me había metido por su belleza- Acercándome a él con rapidez.

—Hola, guapo.

Su sonrisa se ensanchó ante mi saludo, tomándome por la cadera para acercar mi anatomía a la suya, dejando un dulce beso sobre mis labios.

Cerré los ojos y sonreí contra su boca.

—¿Lista?—Asentí en respuesta, alejándome un poco de el mientras extendía mi mano, sintiendo al instante como sus dedos adornados con anillos se enredaban con los míos.

Caminamos en un cómodo silencio, rompiendolo cada ciertos momentos con preguntas banales y sonrisas y risitas dignas de adolescentes enamorados.

—¿Que quieres almorzar?—Preguntó al llegar a una peatonal.

Eché un vistazo al rededor, frenando en cada local y puesto de comida.
Muchos de ellos estaban arrebatados de gente, otros no tanto, pero en los que había menor cantidad de gente no eran de comida que me gustara.

—¿Pizza?—Sugerí al ver un pequeño local situado en una esquina.

—¿Otra vez?—Preguntó con gracia.

Me limité a encogerme de hombros.

—Me gusta la pizza.

Y no mentía, si por mi fuera viviría a base de pizza y coca-cola.

A estas alturas debería estar rodando por pasar gran parte de la semana ingiriendo esos alimentos para nada saludables, pero Dios bendita a mi metabolismo acelerado... o parásitos, quién sabe.

DORK || Im Jaebum || [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora