Las horas pasan demasiado lentas, la silla comienza a ser molesta y conseguir una postura cómoda es difícil. En mi libreta de ejercicios sigo dibujando garabatos mientras trato de seguir la lección pero las palabras del profesor no consiguen despertar el interés en mi. Y quizás nunca lo hagan. Paso las hojas del cuaderno y vuelvo a mirar la ventana intentando concentrarme en algo más productivo.
Siento una mirada sobre mi y alzo los ojos hacia adelante. Nakamoto Yuta me observa de reojo con su pelo revuelto y sus mano jugueteando con uno de sus bolígrafos haciéndolo girar por el aire. Luce una camiseta negra holgada y los piercings de su oreja brillan bajo los rayos del sol. Le devuelvo el gesto y el simplemente sostiene la mirada durante algunos segundos. Mi estomago se revuelve y no puedo evitar quedarme absorbida por el momento. Nakamoto rompe el contacto visual y centra de nuevo su atención el pizarra que tiene enfrente para resolver los ejercicios.
Siempre estas miradas que nunca dicen nada, pero que siempre están ahí. Cuando comemos en el receso, en medio de un partido de fútbol con los demás, en las charlas con nuestros amigos... Un cruze de miradas que no llegan a ningún punto pero que siempre están presentes en los momentos de calma donde parece que el mundo se detiene. No como en una película romántica, si no más bien cuando sientes que la vida sera eterna por algunos segundos.
Un papel cae sobre mi mesa y por un momento me asusto, lo abro y se trata de una nota de mi mejor amigo.
"Esta noche en mi casa, a las 10. Trae comida."
Miro a mi izquierda y Moon Taeil me mira alzando una ceja. Con mis labios pronuncio un si y el sonríe volviendo a su cabeza hacia la pizarra. Sus labios quedan entre abiertos mientras trata de resolver el problema y se que se siente algo frustrado, ya que no consigue resolverlo exitosamente. Yo tampoco tengo mucha suerte en ello aunque ni siquiera lo he intentado, la verdad. Volteo el papel y escribo rápidamente.
"Tengo nuevas cintas que darte. Me debes una"
La tiro acertando en su bolígrafo, provocándole una pequeña sonrisa, la abre y después me dirige una mueca de suficiencia. Con resignación trata de volver a concentrarse en el ejercicio en cuestión pero yo ya he desistido hace un rato y simplemente sigo dibujando varios garabatos en la libreta pensando en lo bonita que es la sonrisa de Taeil. El ruido de la silla de Yuta me hace alzar la cabeza y mirar como se dirige a resolver el problema siendo incapaz de dejar de apreciar como sus clavículas se marcan ligeramente en su piel.
Me pregunto en que momento se cruKzo en mi camino Nakamoto Yuta.
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