EL SENTIR DE BLAISE

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A pesar que Lavander era "buena" para los ratitos, Blaise no se podía olvidarse de cierta pelirroja que se había robado más de un suspiro de su parte.

Recordaba su cabellera lacia y sus bellos ojos azules mientras divagaba su mente a épocas de antaño, cuando disputaban algún partido de Quidicht.

Se recostaba en el sillón de su despacho con las manos apretadas mientras estaba solo en su mansión. Si solo. Cómo recordaba a Draco tan feliz con Hermione y Teddy. Y ahora serían padres por segunda vez.

Theo mostrándole el hermoso anillo que había comprado para Luna, y su corazón se llenaba de tristeza porque sabía que pronto se casarían y vería correr por los jardines de la mansión Nott, a un rubito de ojos castaños o a una castaña de ojos azules. Que más da. Todos emparejaditos y con hijos y él solo aún, pero enamorado de una pelirroja que ni siquiera lo miraba.

Suspiró una vez más... Cuando una loca idea llegó a su mente. Pero que tonto he sido y se golpeó la frente con la mano.

Harry se casó con Pansy y la pelirroja estaba sola, así que tal vez, solo tal vez con un poco de suerte Zabini podría enamorarla al fin.

Se incorporó y comenzó a planificar cómo llegar a ella y conquistarla.

- ¡Scott. Scott! - gritaba Blaise llamando a su elfo mayordomo.

- ¿Llamó el amo a Scott? - preguntó el viejo elfo que vestía un elegante traje con cola.

- Sí Scott - respondió el moreno. Extendiendo le una foto de la pelirroja al mismo tiempo que le pedía que averiguase todo lo relacionado con ella.

El elfo hizo una exagerada reverencia y desapareció dejando al moreno muy contento.

No habían pasado ni 2 horas cuando Scott llegó a la Mansión Zabini,  con una gruesa carpeta en sus manos.

El elfo hizo una reverencia y tendió los papeles sobre el escritorio de su amo e iba recitando todo lo investigado ordenadamente.

Una vez que terminó de explicar su exhaustiva investigación. Blaise colocó su dedo sobre sus labios en señal de que guardará silencio.

- Gracias Scott - dijo el moreno. Puedes retirarte. Con la información que me has dado ya puedo defenderme solo.

Acto seguido se apareció en la oficina de Arthur Weasley, padre y tutor de Ginny. Para explicarle sus motivos y solicitar le permita llevarse a la pelirroja a Francia y ponerla a órdenes de los mejores Psiquiatras.

Arthur al ver al ex mortifago delante suyo y notar en su voz la ilusión que demuestra un hombre enamorado. Cedió ante sus deseos entregándole a su más preciado tesoro. Su única hija.

El pelirrojo mayor conocía el corazón entristecido de su hija. Sabía que ella no era mala persona y que al igual que Harry y Hermione, ella también merecía ser feliz y amada por un buen hombre.

Y este muchacho había demostrado que había cambiado, así que porque no. Si Harry no la amaba, bien podría Blaise llenar ese vacío y darle la felicidad que su tesoro merecía.

Tomó el papel que Blaise le había entregado para que le ceda la tutoría de Ginny y sacarla del país, ya que aparte de los psiquiatras, él también cooperaria para que ella se olvidará de Potter.... Y si tuviera algo de suerte trataría de enamorarla.

Se ilusionaba imaginando tres cabecitas correteando a su alrededor, llamándolo papá y él orgulloso mientras rodeaba la cintura de su pelirroja amada.

- Que Merlín me ayude - suspiró el moreno.

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