Capítulo 24.
La primera vez que Johann vio a Charlotte Weiss, no se imaginó lo que ella iba a ocasionar en su vida. Quizás si él hubiese conocido a la hija de Konrad a los 26 años en lugar de a los 20 muchas cosas habrían sido diferentes, pues Johann habría sido menos ingenuo y desconfiado, pero Charlotte llegó en el momento en el que el joven estaba más confundido que nunca debido a sus sentimientos por Renée, la preocupación por mantener a sus hermanos y el extraño sentimiento de fraternidad y desesperación que Alexander le causaba, cosas que Charlotte supo aprovechar muy bien para colarse en su vida. Ella estableció contacto por primera vez con Johann durante una fiesta a la que él había ido a tocar el piano para ganar algo de dinero, y cuando el muchacho se enteró de quién era ella supo aparentar una perfecta indiferencia que a Charlotte no pareció importarle.
La joven insistió en ser presentada con el pianista y, para sorpresa de éste, ella no tuvo ningún reparo en informarle quién era. Si bien Charlotte tenía conocimiento acerca de la identidad de Johann Lorenz (por lo que estaba enterada de la rota relación entre éste y Konrad), no dudó ni por un segundo en decirle que ella era hija del abogado de su difunto padre, y que había escuchado hablar mucho sobre Johann y sus hermanos. El muchacho intentó por todos los medios cortar la plática de Charlotte sin importarle si estaba siendo grosero, pero ella no desistió de su intento de querer hacer contacto con él. La noche en la que se conocieron, sin embargo, Charlotte entendió que debía acercarse a Johann de una manera sutil y sin presionarlo, pero eso no impidió dejarle en claro cuáles eran sus intenciones.
- Lo único que quiero es que seamos amigos.- dijo la muchacha, al despedirse.- Yo no soy como mi padre.
Johann, que estaba acostumbrado a desconfiar de todo y de todos, se sintió desconcertado por el avance tan directo que Charlotte Weiss tuvo con él. ¿Podría realmente confiar en ella? Su instinto de inmediato le dijo que no, pero algo en el fondo de su corazón le hizo sentir que era realmente triste el no poder confiar en alguien, a lo que su cerebro respondió que una cosa era poder confiar en alguien y otra muy distinta el hacerlo en la hija del tipo que llevaba muchos años robando lo que les pertenecía. Él no conocía a Charlotte en lo más mínimo, a pesar de que, cuando ambos eran niños, en alguna ocasión Johann había visto a la chica en compañía de su padre en una fiesta dada por los Lorenz, en aquella feliz época en la que aún vivían Armand y Ailyn, aunque hacía ya tantos de eso que Johann ni siquiera recordaba el físico de Charlotte. Por supuesto, tampoco conocía su personalidad ni detalles importantes sobre su vida, de manera que no tenía forma de adivinar si sus intenciones eran buenas o malas. Sea como fuere, Johann se dijo a sí mismo que muy seguramente ésa sería la última vez que vería a Charlotte Weiss, por lo que no tendría por qué preocuparse más por ella.
Por supuesto, él estaba en un error.
Cuando a Konrad Weiss se le fueron acabando las ideas para tratar de apoderarse de la fortuna de los Lorenz (sin lograr doblegar al orgulloso hijo mayor), su desesperación era tal que llegó al extremo de recurrir al último recurso, el más desesperado de todos: su propia hija. En honor a la verdad, Charlotte Weiss estuvo mucho más cerca de separar a los hermanos Lorenz y arrebatarles su fortuna de lo que jamás estuvo su padre, y fue ella la causante de que Johann estuviera a punto de perder a Renée para siempre, y si no lo consiguió fue gracias a una combinación de factores creados por el destino.
En cuanto a Charlotte, ella era la hija única de Konrad y de una mujer que falleció cuando la niña tenía ocho años, de manera que fue prácticamente criada por su padre; aun así, aun cuando la madre de la niña hubiese vivido más tiempo, difícilmente se habría encargado de criar a su hija ya que, al separarse de su marido por "diferencias irreconciliables", decidió dejar a Charlotte al cuidado de su padre (no era precisamente una mujer muy maternal, había que decirlo). Cualquiera que estuviera interesado en el pasado de Konrad Weiss (alguien como Alexander Wald, por ejemplo), se podría dar cuenta, con un poquito de investigación, de que el asunto del divorcio de los Weiss y el fallecimiento posterior de la ex señora Weiss resultaba un tanto turbio, había detalles que quedaban flotando en la duda, pero que a nadie le interesaba aclarar, realmente. Sea como fuere, Konrad crió solo a Charlotte, y no pudo evitar caer en ese error en el que caen todos los padres que se ven sobrepasados por la responsabilidad de criar a un hijo por sí solos, que es el de confundir el amor con cumplir todos los caprichos, y creer que consentir y cuidar son sinónimos. Charlotte creció acostumbrada a los lujos y comodidades que su padre le conseguía a través del dinero de los Lorenz, de manera que si Konrad perdía el acceso a la fortuna, Charlotte perdería también su vida acomodada. Mientras ella fue una adolescente, a Charlotte no le importaba en lo más mínimo los asuntos de su padre, siempre y cuando el dinero para sus caprichos siguiera llegando, pero conforme fue creciendo y tomando conciencia de la situación financiera de Konrad, la joven se dio cuenta de que cuando Johann tomara posesión de su fortuna, muy probablemente su padre no quedaría muy bien parado y entonces ella perdería sus privilegios. Konrad no tuvo que esforzarse mucho por hacerle ver a Charlotte que, mientras más se acercaba Johann a la mayoría de edad, menos era el tiempo que les quedaba para tratar de solucionar el problema que se les avecinaba.
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El Sonido del Silencio.
RomanceUna joven reportera mexicana busca una segunda oportunidad en Europa tras haber sido desterrada de su país debido a ciertos roces que tuvo con el narcotráfico; mientras trata de reconstruir su vida en el Viejo Continente, ella convivirá con personas...