Capítulo 14.

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Capítulo 14.

Johann no estaba para nada convencido de aceptar, pero después de lo que le había dicho Nadja, horas antes, sabía que no tenía muchas opciones. En cuanto tuvo oportunidad, Renée anunció a los hombres que tenía entradas para la inauguración de un club nocturno (ella se cuidó muy bien de no revelar cómo las consiguió), y Patrick de inmediato expresó que deseaba ir, y otro tanto hizo Alexander. Sólo Adrianne y Johann fruncieron el ceño, aunque los otros tres no les prestaron atención.

- ¿De verdad quieres acudir?.- preguntó Johann, poco partidario de los lugares en donde alcohol y la gente abundaran.

- Por favor, sólo es una noche.- pidió Renée.- No salimos muy seguido, no te pido más que hoy, y te voy a amar más que ayer. Además, nos va a salir gratis, y sólo iremos por un rato, lo prometo.

- Pero Antje y Nadja... .- comenzó a decir Johann, tratando de encontrar un medio de zafarse.

- Por ellas no hay problema, yo las cuido.- respondió Adrianne, de inmediato, poco partidaria de lugares en donde hubiese mucho ruido y personas socializando.- Y así ustedes podrán irse sin preocupaciones.

- Ah, no, de ninguna manera.- replicó Renée, mirando a su prima.- Tú irás con nosotros, Ratona.

- Seguramente Johann preferiría que alguien adulto y responsable se quedara cuidando de sus hermanas.- dijo Adrianne, con inocencia fingida, recalcando la palabra "responsable".- ¿No es así, Johann?

- La verdad, me gustaría que tú nos acompañaras.- Johann le lanzó a Adrianne una mirada de malicia, poco habitual en él.- Es más, insisto en que tú vayas si por fuerza debo ir.

Alexander soltó una risilla de burla, que rápidamente disfrazó con una tos, aunque eso no evitó que Adrianne le lanzara una mirada asesina.

- ¡Sí!.- Renée palmoteó, emocionada.- ¿Eso significa que aceptas, amor?

- ¿Qué? ¿Para qué me quieres ahí?.- preguntó Adrianne, a su vez, muy perpleja.- ¿Por qué insistes en que vaya yo también?

- Estamos aquí para divertirnos, ¿o no? Después de todo, esto es "casi el paraíso".- exclamó Johann, suspirando.- Y todavía no he aceptado porque no sé qué hacer con Patrick, Antje y Nadja.

- Yo ya soy mayor de edad, y puedo ir, si quiero.- protestó Patrick, de inmediato, cogiendo una de las entradas que presumía Renée.- Eso no me lo puedes impedir.

- Tiene razón.- Alexander se dedicaba a contemplar el mar a través del ventanal de la salita de la habitación de las chicas, evidentemente divertido.- Y Antje tiene dieciocho, seguro que sabe como cuidarse a ella misma y a su hermana. Además, no es que las vayamos a dejar abandonadas en una barraca a las afueras de la ciudad, van a estar aquí, en el hotel, bastante seguras.

- Las "afueras de la ciudad" están compuestas de agua.- Johann frunció el ceño.- Te recuerdo que estamos en una isla.

- Sabes a qué me refiero.- Alexander se encogió de hombros.- No pongas a tus hermanas de pretexto. O si lo prefieres, nos vamos Patrick, Renée y yo, y la señorita Adrianne y tú podrían quedarse aquí, aunque este arreglo sólo haría feliz a Patrick.

- Supongo que no tengo alternativa.- Johann contempló el rostro anhelante de Renée.- Una noche de ruido esquizofrénico y humo de mariguana no le hará daño a nadie... Supongo...

- Por Dios, cuánto drama, ni que te fuera a llevar a una protesta hippie.- Renée rió, feliz.- ¡Hay que darse prisa! No tenemos mucho tiempo.

El Sonido del Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora