Capítulo 16.
Una de las cosas que más ansiaba Adrianne de ese viaje (y de su estancia en Europa, había que decirlo) era conocer Venecia. Mágica ciudad flotante, tan hermosamente retratada en postales, pinturas, poemas y obras, surcada por canales y cruzada por múltiples puentes, Venecia es uno de los puntos imperdibles de un viaje a Italia, y Adrianne agradecía el hecho de que el itinerario de Johann y Alexander incluyera un concierto en esta ciudad, pues eso le permitiría conocerla aunque fuese por pocos días. Esto distraía a la chica, parcialmente, de la desazón que sentía por lo ocurrido la noche previa, ya que, aunque lo había intentado en verdad, ella no conseguía eliminar la rabia que sentía contra Alexander.
Venecia, también conocida como La Serenissima, está compuesta por 118 islas unidas entre sí por más de cuatrocientos puentes, las cuales se encuentran ubicadas en la Laguna de Venecia; como es mundialmente conocido, en esta ciudad no hay transporte terrestre sino sólo acuático, a través de sus ciento cincuenta canales. Sin embargo, contrario a lo que la mayoría de los extranjeros piensa, sus habitantes no se transportan a través de las famosísimas góndolas, sino en un medio colectivo llamado vaporetto, usado por la mayoría de los pobladores, o bien en taxis acuáticos, mucho más caros y menos usados, dejando las hermosas góndolas para los turistas y las ocasiones solemnes.
La primera recomendación que recibió Adrianne, después de que el grupo se registró en el hotel y hubo dejado sus maletas, fue que no se separara de los demás (como tenía la costumbre de hacer), ya que sería muy fácil para ella perderse en Venecia debido al trazado sinuoso de las calles, callejones y patios, que hacía muy difícil que una persona que no viviese ahí se orientara adecuadamente (a pesar de los muchos carteles que guiaban el camino hasta los puntos principales de la ciudad). Como Renée ya suponía que sería muy difícil para Adrianne contenerse de andar paseando, se apresuró a llevarla a la plaza de San Marcos, el lugar más célebre y conocido de la ciudad, delimitado por la basílica de San Marcos (a donde Adrianne entró sin tardanza), el Campanile de ladrillo (desde donde se puede observar todo Venecia, desde lo alto), el Palacio Ducal (edificio de estilo gótico) y la Torre del Reloj. Todo era tan hermoso, tan único, que Adrianne sentía que tres días no serían suficientes para conocer esa hermosa ciudad, tantas veces visitada por ella en sus sueños. El cielo azul, el murmullo del agua, el sonido de las lanchas de motor, las palomas al vuelo, los turistas tomando fotografías, todo tenía un encanto que hacía olvidar el mal aroma del agua estancada y la humedad de las paredes.
- Es la primera vez que te veo verdaderamente emocionada desde que comenzamos el viaje.- señaló Johann, cuando él insistió en que todos fueran a desayunar antes de continuar paseando.
- No es que no me haya gustado Alguer, el Mediterráneo es precioso, pero de bucear a pasear por Venecia, decididamente prefiero esto último.- Adrianne sonrió genuinamente, aunque el gesto se le cortó de golpe cuando su mirada se topó con la de Alexander.- Además, allá en Alguer hay mucho idiota, que espero que en Venecia no haya.
Johann, que aun se sentía cansado, no notó lo sucedido y bebió su espresso sin demora; sin embargo, Renée (y por supuesto, también Alexander) sí notó el cambio en la expresión de su prima y se preguntó qué habría sucedido. Obviamente, el desayuno no era el mejor momento para hacer preguntas, así que Renée decidió aguardar a que Johann se distrajera para interrogar a Alexander, segura de que éste había tenido la culpa de lo que sea que hubiese sucedido entre él y Adrianne. No se equivocó, por supuesto, mientras Nadja y Antje le suplicaban a Johann que las acompañara a un paseo en góndola y Adrianne le tomaba fotos a Patrick, Renée se acercó al violinista y le preguntó directamente y sin rodeos qué había hecho para que Adrianne lo mirara con tanto rencor. Para su enorme sorpresa, Alexander no sólo no negó el suceso, sino que suspiró apesadumbrado y admitió su culpa.
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El Sonido del Silencio.
RomanceUna joven reportera mexicana busca una segunda oportunidad en Europa tras haber sido desterrada de su país debido a ciertos roces que tuvo con el narcotráfico; mientras trata de reconstruir su vida en el Viejo Continente, ella convivirá con personas...