Capítulo 3.
La semana pasó mucho más rápido de lo que Renée y Adrianne pensaron, y llegó el día en el que la última tendría la cita con el director Duskovich, en Berlín. Muy temprano por la mañana, Adrianne había marchado al aeropuerto para tomar su vuelo, muy nerviosa ante el temor de perderse en Berlín, pero Renée le había dado un mapa muy bien detallado de la ciudad, junto con una lista de las estaciones principales del metro, así que sólo sería cuestión de que Adrianne se hiciera entender en su incipiente alemán para poder llegar a su destino.
Una vez que concluyó sus clases en la Academia, Renée regresó a la pseudomansión para dar las indicaciones que Johann había especificado para la servidumbre. En esas fechas, los empleados ya vivían, de nuevo, en la casa, así que no hubo muchas explicaciones qué dar al respecto, más allá de los cuidados básicos: limpiar dos veces por semana las habitaciones para evitar que se acumulara la suciedad, cubrir los muebles con fundas para protegerlos del polvo, mantener los jardines en buen estado, mandar a traer el afinador para que se hiciera cargo del enorme piano de cola de la biblioteca, entre otras cosas. Así mismo, Renée se encargó de darle al personal un bono especial que Johann había enviado por la mañana, agradeciendo a todos su dedicación y entrega.
El mayordomo, el ama de llaves, el cocinero y el jardinero llevaban años al servicio de la familia Lorenz; ellos fueron la fiel servidumbre de los señores Lorenz, los padres de Johann, cuando aún estaban vivos, y era gracias a esta extrema lealtad que ellos volvieron para servir a su hijo mayor, aún cuando hubieran pasado varios años desde la muerte de Armand y Ailyn Lorenz. Fue la lealtad, y no otra cosa, lo que los hizo esperar todo el tiempo que fuese necesario para que Johann pudiera tomar el control de una casa que le pertenecía por derecho, y ahora que él estaba en posesión de su fortuna, la servidumbre veía su lealtad pagada con creces.
Mientras cerraba su maleta, Renée miró con melancolía la pared de enfrente, en donde había una pintura que ella había realizado hacía años, cuando recién acababa de llegar a vivir con Johann y sus tres hermanos menores. En aquéllas épocas, los cuatro niños (porque eso eran todos, unas crías), se apilaban en un departamento de tres recámaras, en Berlín, y con grandes esfuerzos habían podido adaptarse para dejar que Renée ocupara una de ellas. El lugar era tan minúsculo que apenas y se podía caminar sin chocar con algún mueble o pila de libros, pero Johann de alguna manera se las había ingeniado para acomodar un piano, de la mitad del tamaño del de la biblioteca, pero tan bueno que permitía que el joven practicara sus ejercicios de música. Habían pasado muchos años desde aquéllas épocas de austeridad, pero Renée lo recordaba como si hubiera sido ayer, y su cerebro no pudo evitar recordar...
Cuando Renée acabó de lavar el cabello del guapo joven rubio que quería parecer helado con crema batida (aquél día en el que vio a los Lorenz por primera vez), y lo ayudó a salir del baño, el chico lanzó una mirada furibunda al joven que había contratado a Renée, gruñendo por lo bajo.
- ¿Y ella quién es, y qué hace en mi casa?.- preguntó.
- Se llama Renée Klein, y es la nueva niñera.- respondió el jefe de Renée, muy sonriente.- Y por lo que veo, ya supo cómo dominarte.
- ¡Ella no me ha dominado!.- replicó el muchacho rubio, muy enojado.- Y ya te he dicho miles de veces que no necesitamos una niñera, Xander.
- Yo creo que sí.- replicó el otro.- Mira nada más en qué estado está la casa, y todo porque te niegas a recibir ayuda, Johann.
Eso era algo que Renée había notado casi de inmediato: si bien no había muchos muebles y objetos, el espacio era tan reducido que la más mínima modificación en el lugar de uno de ellos creaba un caos. La casa no estaba hecha un chiquero, ni mucho menos, pero sí había un par de platos sucios en la mesa, y se había acumulado una fina capa de polvo en los estantes. Era como si alguien hubiese querido ordenar, pero por falta de tiempo, o de brazos, no hubiese podido hacerlo bien.
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El Sonido del Silencio.
RomanceUna joven reportera mexicana busca una segunda oportunidad en Europa tras haber sido desterrada de su país debido a ciertos roces que tuvo con el narcotráfico; mientras trata de reconstruir su vida en el Viejo Continente, ella convivirá con personas...