Capítulo 26.

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Capítulo 26.

El amplísimo vestíbulo del salón de eventos de la Ferrari estaba inundado de celebridades de todo tipo, quienes esperaban a que diera inicio el concierto que Julieta Del Valle daría en compañía de dos virtuosos músicos. Modelos, cantantes, actores y actrices, empresarios e incluso futbolistas se paseaban y platicaban de diversos temas, mientras múltiples flashes de cámaras brillaban por aquí y por allá, captando cada escena. Justo a medio vestíbulo, para darle la bienvenida a los invitados, había un enorme árbol de Navidad natural, de más de dos metros de altura, decorado en rojo y oro, los colores más representativos de la Ferrari; en vez de ángeles, copos de nieve o bastones de caramelo entre las esferas (las cuales tenían estampado el logo de la empresa), había múltiples copias del famoso caballo de la compañía, hechas de un material que parecía ser oro auténtico, un detalle que impresionó a los tres hermanos Lorenz más jóvenes y a sus dos amigas.

- Nosotros nunca hemos tenido adornos de oro en el árbol de Navidad.- murmuró Patrick, fascinado.

La decoración era de lo más festiva, con muérdagos colgando en algunas partes, coronas navideñas en las paredes e incluso algunas flores de Nochebuena en enormes macetas, aunque todo con un lujo que denotaba la exclusividad del evento. "Un evento que es de caridad, irónicamente", pensó Adrianne, mientras admiraba un par de ángeles de oro que colgaban de una ventana a través de la cual se veía el edificio principal de la compañía.

La primera persona a la que Renée vio fue a die Kaiserin, acompañada de su famoso esposo, el Káiser, y luciendo un vestido en tonos púrpura y morado, sin duda diseñado por Sophie Deschamps. La rubia se dedicaba a dar la bienvenida a los que llegaban y a mostrarles cuáles eran los lugares reservados para cada uno, cosa que sorprendió mucho a Renée, hasta que recordó que die Kaiserin tenía un algo puesto dentro de la compañía Ferrari.

- ¡Hola!.- saludó la mujer alegremente, al ver aparecer a la artista.- Discúlpame por no haber podido atenderte las últimas semanas, pero he estado muy, muy ocupada organizando todo esto.

- ¿Todo lo ha preparado usted?.- preguntó Renée, sorprendida.

- La mayoría sí, aunque tuve mucha ayuda del gran DiSteffano.- die Kaiserin hizo un gesto con la cabeza para señalar a Lorenzo, pulcramente vestido de gris oscuro.- Él es un auténtico mago cuando se trata de conseguir permisos y cosas que hacen falta. En fin, entre mi trabajo, la organización de este concierto y mi familia, no había tenido la oportunidad de comunicarme contigo, pero ya le había pedido a Jan que te dijera que prepares tus obras para febrero, que será el mes en el que tendrás tu exposición.

- ¿Cómo dice?.- Renée soltó un pequeño grito, que hizo que Nadja, Antje, Patrick y Adrianne giraran a verla, preocupados.- ¿Eso quiere decir que soy una de los doce artistas elegidos?

- ¿Cómo, no te lo ha dicho Jan?.- die Kaiserin suspiró.- Ay, ese Jan, le dije que... No, espera, creo que ni siquiera tuve la oportunidad de decírselo... ¡Lo siento! Pensé en llamarle para que te avisara pero no tuve tiempo porque...

En ese momento, una mancha amarilla pasó junto a Renée con la velocidad (y la fuerza destructora) de un mini huracán. Die Kaiserin, sin inmutarse, extendió sus brazos para atrapar al que resultó ser un niño rubio de ojos azules, quien rió alegremente cuando su madre lo atrapó.

- Porque justamente este niño me quita más tiempo del que debería.- continuó la mujer, risueña.- Menos mal que Francesco te ha invitado a este concierto y así he tenido la oportunidad de avisarte, que habría sido vergonzoso que llegara febrero y yo no tuviera una artista para mi galería. Espero que no esté avisándote con demasiado poco tiempo de anticipación...

El Sonido del Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora