Capítulo 57.

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Capítulo 57.

El barón Rudolph Von Kleist jamás recibía visitas inesperadas. Era una regla de oro que todo aquél que deseaba serle grato al barón debía conocer, que jamás una persona cualquiera podía presentarse sin invitación a su lujosa mansión heredada sino deseaba que el quisquilloso barón lo vetara de por vida de la lista de sus posibles amistades. La regla era irrompible y debía cumplirse al pie de la letra, lo que significa que, por supuesto, sí había personas que podían llegar a visitar al barón sin avisarle previamente pero esa gente privilegiada pertenecía a un fenotipo muy particular. Sólo un hombre joven y bien parecido (si era lo suficientemente atractivo o tenía fama de buen amante se podía saltar el requisito de "joven") podía romper esta regla, como estaba a punto de comprobar Alexander Wald. Él sospechaba que el barón lo recibiría sin ser anunciado, ya algunas personas se lo habían confirmado así que confiaba en no estar mandando al carajo la única posibilidad que tenía de congraciarse con Von Kleist.

Cuando Rudolph Von Kleist recibió de uno de sus sirvientes la noticia de que alguien había ido a buscarlo, el hombre estuvo a punto de despedir al incauto con todo su desprecio. ¡¿Cómo osaba importunarlo en el desayuno?! Pero el sirviente alcanzó a decir el nombre del susodicho y el barón cambió rápidamente de parecer.

- Por ahí hubieras empezado.- Von Kleist sonrió de una manera especial.- Hazlo pasar a la biblioteca y ofrécele de beber lo que él desee, no importa si es alguno de mis carísimos vinos especiales o mi más fino whisky borbón.

El sirviente, quien sospechaba que su patrón no despediría al atractivo extranjero, ya lo había hecho pasar a la biblioteca y le había servido el espresso doble que él pidió. En su lugar, el hombre se dispuso a preparar la alcoba en donde el barón solía recibir a sus visitantes especiales e inesperados.

La casa del barón Rudolph Von Kleist era suntuosa, elegante y enorme, un palacio en toda la extensión de la palabra. Alguien menos acostumbrado a esos lugares, como Adrianne Teyer, se habría quedado con la boca abierta ante la riqueza del hombre, pero alguien como Alexander Wald, tan habituado a ese nivel de lujos, no se interesó en lo más mínimo en los decorados de las habitaciones. Sin embargo, el italiano tenía que reconocer que el barón poseía un gusto exquisito, a diferencia de muchas otras personas que también robaron títulos en la Segunda Guerra Mundial, quienes dejaban muy en claro que el conocido refrán "aunque la mona se vista de seda, mona se queda", era verdad.

"Al menos éste sí sabe cómo debe comportarse un barón, hay que admitirlo", pensó Alexander, mientras esperaba a que su caprichoso anfitrión hiciera acto de presencia. "Sí que ha sabido invertir bien su dinero".

Von Kleist apareció oliendo a colonia, ataviado con una elegante camisa de seda y un pantalón de vestir que le dieron a entender a Alexander cuáles eran las intenciones del hombre. Alexander sonrió para sus adentros, no era la primera vez que un hombre se le insinuaba pero hasta la fecha él no había caído ante ninguno y el barón no sería el primero. No era homofóbico sino simplemente heterosexual, por mucho que a Alexander le gustara bromear diciendo que Johann era el auténtico amor de su vida, lo cierto era que no sentía interés sexual por las personas de su mismo sexo. Rudolph von Kleist, a su vez, miró a su visitante de arriba abajo, con el interés de un cazador que está próximo a atrapar a una presa. Alexander Wald siempre se caracterizó por ser muy esquivo con los hombres y excesivamente orgulloso, presumía de ser heterosexual y por lo mismo rechazaba las fiestas especiales del barón, en donde había de todo menos relaciones heterosexuales. Ni siquiera el ser tan apegado a la hermana mayor de Alexander le había dado una ventaja a Rudolph, no importando las muchas veces que éste le rogó a Eloïse que llevara a su apuesto hermano a una de sus fiestas. Sin embargo, ahora él estaba ahí, buscándolo en su casa, lo que sólo podía significar que al fin Eloïse había logrado convencerlo.

El Sonido del Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora