FIFTY - ONE

50 10 0
                                    

Corrí hacía el estacionamiento, ignoré los llamados de la señora Min, ignore todo, si las lágrimas salían de mis ojos realimente no me importaban, las cosas dejaron de importarme en aquel restaurante.

Abrí tan rápido como pude y encendí el auto, con este, se encendió el estéreo, que N.I.B. de Black Sabbath sonara no era coincidencia, salí del estacionamiento y pude ver a Alex y a Nath apunto de entrar en el, ambas tenían un semblante preocupado.

Las vi directamente a los ojos y subí el volumen de la radio, acelere haciendo que rechinaran las llantas de mi auto.

Manejaba por las calles del centro, algunos miraban hacia mi, no sabía si era por la música a un gran volumen o por el maquillaje en mi cara que comenzaba a correrse.

¿Había enloquecido? Futura doctora Picazo, dígame por favor, ¿Es normal reír y llorar al mismo tiempo? Reía porque actué como una idiota al creer que se enamoraría de mi, lloraba porque deseaba que fuera cierto, porque quería que estuviera enamorado como yo lo estaba.

Llegue a mi apartamento y dejé mal estacionado mi carro en la calle y baje de inmediato, subí las escaleras corriendo, como si alguien me correteara.

Abrí la puerta como pude, no me sentía consciente de mis movimientos, fui directamente a mi cuarto y tome una maleta, comencé a meter ropa al azar, entre ellas las fotos que YoonGi y yo nos habíamos tomado en nuestra primera fiesta juntos, aquella donde la conoció, otras fotos que nos habíamos tomado el día de la cena en aquel parque. Cerré la maleta y me dirigí a la cocina, busque entre cajones y estantes ese pequeño botecito donde guardaba mi dinero, todos mis ahorros, esto podría servir de algo.

Colgué la maleta en mi hombro y salí del apartamento dejando un desastre por buscar mis cosas apresuradamente, incluso no recuerdo haber cerrado la puerta.

Baje a mi mal estacionado auto y lancé la maleta al asiento del copiloto mientras arrancaba el carro, pude escuchar como las llantas chillaban con el pavimento mientras las miradas se enfocaban en mi escena.

Tenía que un encontrar una tienda de autoservicio pronto, me dirigía al barrio de chavolas en Guryong Village, nadie sospecharía que fuera a una de las zonas más bajas de Seúl, no quería que nadie me encontrara. En cuanto vi la pantalla de mi teléfono encenderse a causa de los mensajes y llamadas que dejaban mis amigos apagué mi teléfono y lo dejé en la parte trasera de mi auto.

Por fin había encontrado una tienda de autoservicio, tal como lo hice antes, baje de mi auto sin estacionarlo dignamente, entre haciendo sonar la campanilla de la entrada, le di una mirada rápida a la señora que estaba detrás del mostrador, me dirigí de inmediato a la zona donde habían licores, mis manos no eran suficientes para tomar todo lo que llevaría, tome una canastilla y comencé a meter botellas y botellas, una que otra comida instantánea y lleve todo al mostrador.

–Haré una fiesta– dije a la mujer en cuanto me miro con cierto asombro y dio un asentimiento no muy convencido– Ah, ¿Podría darme tres cajetillas de cigarros por favor?– pedí.

Debo admitir que pague bastante, pero bien valdría la pena para olvidarlo, necesitaba olvidarlo, y era la única manera que tenía para hacerlo, más bien la única manera que conocía para olvidar mis problemas. Guarde las botellas en mi maleta envueltas entre mi ropa para evitar que se rompieran.

Encendí el auto de nuevo, después de encontrar un hotel no tan miserable entre en el, deje el auto afuera, ya no importaba si lo robaban, estaba segura que de esta no saldría.

–Buenas noches– dije a la chica que estaba en la recepción, no respondió– Una habitación sencilla por favor.

–¿Cuantos días?– dijo forzadamente.

–Ten– extendí un fajo de billetes– para los que alcancen y no quiero que entren a la habitación ni que hagan limpieza– dije y ella me extendió una llave.

Subí a un segundo piso y llegué al ultimo cuarto del pasillo.

–Vaya lugar para morir Sam– me dije en cuanto abrí la puerta, deje la maleta en la cama y me senté en ella para ver la asquerosa habitación.

Empezando por la luz amarilla que iluminaba el cuarto, la cama ni se diga, eran más resortes que nada, en fin, deje de criticar el cuarto y comencé a sacar las cosas que en realidad me importaban. Sacaba botella tras botella poniéndolas en la pequeña mesa del cuarto, ahora que las veo bien entiendo porque aquella mujer del autoservicio me miró tan extraño, con esto podría alcoholizarse un grupo de universitarios, la diferencia es que era solo para mi, busque en el cuarto un vaso o algo donde servirme un trago, encontré un taza, al principio no me dio confianza beber de ella, después de lavarla en el baño del cuarto la cosa cambio un poco.

Las lagrimas comenzaban a salir lentamente cuando recordaba el porqué estaba aquí. Mientras mi corazón se apagaba, el cigarro en mi boca se estaba encendiendo.

COMPLICATED   MYG    (LOVE BOOK 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora